UNA ENFERMEDAD NADA
DIVINA
Antonio Campillo Ruiz
Javier Arizabalo
El “fuego de san
Antonio” es una enfermedad, conocida también como ergotismo (del inglés ‘ergot’, nombre del
claviceps purpúrea), que es causada por la ingesta de alimentos elaborados con
centeno parasitado por dicho hongo. Las propiedades del claviceps purpúrea eran conocidas desde la Antigüedad (en una tablilla asiria del
siglo VII a.n.e. se advierte del riesgo que supone el centeno contaminado con “pústulas
negras” y Plinio dice que el pan preparado con harina infectada por el
cornezuelo produce “vértigo”. Asimismo, las mujeres utilizaban los “granos
negros” para provocar abortos y detener las hemorragias), pero fue A. Hofmann
quien descubrió su estructura química en
1943; gracias a él se sabe que el cornezuelo contiene una mezcla
de alcaloides: la ergonovina y la diamida del ácido lisérgico, muy visionarios
y de escasa toxicidad; la ergotamina y la ergotoxina, mortales. Las epidemias en
Europa fueron infrecuentes pero desesperanzadoras (todavía hubo una en Rusia en
1888 y la última en el pueblo francés de Pont-Saint-Esprit en 1951) porque no
se dejó de consumir pan de centeno; sus víctimas decían padecer el “fuego o
fiebre de san Antonio” (‘ignis sacer’,
fuego sagrado) ya que sentían una quemazón que terminaba corroyendo sus brazos
y piernas y, si en la Edad Media creían
merecer la enfermedad como castigo divino por su muchos pecados, en pleno siglo
XX los hubo que la creyeron provocada por los experimentos inconfesos de los
norteamericanos (R. L. Bouchet apuntó hacia el metilo de mercurio, un agente
fungicida hoy prohibido usado en los años cincuenta para cultivar cereales). A
primera vista parece irónico que la enfermedad recibiera el nombre de un santo
que fue tentado por visiones, pero es
que los numerosos hospitales que acogían a los enfermos eran atendidos por los
Hermanos Hospitalarios de San Antonio.
Roberto Ferri
Todo efecto tiene su causa. Desconocía lo del cornezuelo del centeno. Supongo que en la antigüedad dominaban el uso de las hierbas y sus efectos sin adivinar el porqué de las causas. Muy interesante entrada.
ResponderEliminarCoincido con Marcos, es una entrada muy interesante. Qué terrible... hasta gangrenarse. A veces es muy irónico, como lo dices, el nombre con el que se bautizan ciertos males. Pero que se aclara al saber las razones por las que se utilizaron los nombres. Esperemos que sea una enfermedad erradicada. Me impresiona el Ferri.
ResponderEliminarFuerte abrazo!
Cielos! no tenía ni idea... aquí en mi tierra, el pan de centeno quitó mucha hambre, pero me impresiona conocer estos datos mortíferos que se guarda bajo la manga, ( y lo de los americanos tiene delito, vaya si lo tiene!), me paso por aquí y me voy siendo un poco menos ignorante, gracias!!! un abrazo!
ResponderEliminarInteresante e informativa entrada, querido Antonio. Desgraciadamente, como bien dices, se experimenta con nuestra salud sin preguntarnos, sin pedirnos permiso, así porque sí. Es horrible pensar lo vulnerables que podemos llegar a ser en manos de desampresivos para los que sólo somos ratoncitos de laboratorio. Y si no que se lo digan a los mutilados por la talidomida.
ResponderEliminarUn abrazo
Leo tu informe con real interés, Antonio.
ResponderEliminarPodemos inferir que todo desconocimiento lleva a veces a situaciones irreversibles.
Esperamos que el avance de la Ciencia mejore la calidad de vida de las personas...
Excelentes la imágenes!
Un abrazo.
Huy Antonio, no tenía ni idea de lo que cuentas en tu entrada, es más, habitualmente, si en mi panadería hay pan de centeno, es el que compro, aunque supongo que habrá pasado controles de calidad en su elaboración, pero ignoraba esta enfermedad y sus terribles consecuencias. Lo que sí te puedo asegurar, es que mi padre, cuándo aún era muy pequeña y vivíamos en mi pueblo, el grano, trigo, cebada, avena, centeno... le guardaba en habitaciones individuales de la cuadra del corral, y a mí me encantaba, meterme en ellas y hundirme casi hasta la cabeza en el cereal que fuera... (MI preferido era el trigo por su color y olor) y nunca, nunca en el cuarto del centeno, vi un solo grano negro...hufff como para hacerlo después de leer tu entrada.
ResponderEliminarUn abrazo, y mil gracias por tu información
Como tantas veces una lección de profesional, clara, sencilla y relatada de forma amena. Hoy no nos vamos sin haber aprendido lo del cornezuelo del centeno.
ResponderEliminarCariñoso abrazo
¡Hola Antonio! Que bellos e interesantes tus post. He estado bastante ocupada con mi trabajo pero no quería dejar de pasar por tu sitio que deja tantas enseñanzas. Un abrazo y felicitaciones como siempre.
ResponderEliminarMe parece interesantísimo lo que cuentas en este excelente post. A mí me gusta el pan de centeno y nunca he pensando que pudiera, a veces, ser dañino.
ResponderEliminarMuchas gracias por tan valiosa información.
Un fuerte abrazo, querido amigo.
Yo creía que las sufría casi todas pero que las conocía todas, amigo Antonio. Espero y deseo que sigas mostrándote como un chaval que eres y, ah, no dejes de escribir nunca. Caundo no lo haces, algo pasa. Feliz noche
ResponderEliminarMuy interesante tu artículo sobre "el fuego de San Antonio" y su relación con las epidemias, así como la explicación de su nombre popular.
ResponderEliminarComo siempre, un placer leerte, Antonio.
Un abrazo.
A lo largo de la historia, como bien nos has relatado, se dieron muchos casos de esta enfermedad, pero con los escasos adelantos técnicos sus efectos eran co0nsecuencia de malas conductas morales. Nadie puodía imaginar que el pan diario, el alimento necesario para la supervivencia, pudiera contener el mal. Lo extraño es que durase tanto en el tiempo. Es probable que en muchas sociedades del Tercer Mundo todavía haya pèrsonas afectadas por este mal.
ResponderEliminarUn saludo
Siempre se aprende contigo y de una manera agradable por la forma en cómo explicas las cosas.
ResponderEliminarGracias, maestro.
Un fuerte abrazo, querido Antonio.
Qué interesante, Antonio! Desconocía la causa química de esta enfermedad asociada a un alimento tan básico como el pan! Gracias por tu artículo, he aprendido algo más, y gran abrazo!.
ResponderEliminar