LA LARGA
BÚSQUEDA II
Antonio Campillo Ruiz
Boris Indrikov
El honor es la conciencia externa,
y la conciencia, el honor interno.
Arthur Schopenhauer
De
entre las muy numerosas tensiones que las normas y la estructuración de la
sociedad imponen a nuestra libertad, debemos poner nuestra atención en las del
honor. En una sociedad dominada por las apariencias, lo cierto es que el honor se
halla sujeto a la opinión de los demás: honra, fama, supuestos... Sin embargo la
dualidad material e inmaterial, características conjuntas del ser humano, como
apunta Schopenhauer, nos dirige hacia una posible definición que se entremezcla
con cualidades espirituales pertenecientes la cualidad inmaterial, al aspecto
más íntimo de las personas.
Boris Indrikov
Muchas
son las acepciones que la Real Academia de la Lengua Española determina de la
palabra honor, de entre ellas:
1. m.
Cualidad moral que nos lleva al cumplimiento de nuestros deberes respecto del
prójimo y de nosotros mismos.
2.
Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones
heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas del que
se la granjea.
Hubo
un tiempo en el que se robó la gloria de las virtudes demostradas en previsión
de que el mérito honorable de una acción se asignara a unos hechos no previstos
con la denominada “legalidad vigente”
alterando la terminología hacia palabras contrarias en su concepción y acepción.
Las acciones carecieron de buena reputación porque la expresión honor estaba
supeditada a la cobardía y el deshonor, no trascendiendo a familiares el
derecho granjeado con la dignidad heroica que ligada a la conciencia y la
libertad propia y de los demás.
Para
el hidalgo español y universal por excelencia, D. Alonso Quijano, el honor se
justifica con sus palabras:
“La libertad, querido Sancho, es uno de los más
preciosos dones que a los hombres dieron los cielos. Con ella no pueden
igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad
se puede y debe aventurar la vida y el honor”.
Boris Indrikov
La persistencia, más allá de la
muerte, del honor y la inmaculada conciencia de quien lo posee y lo manifiesta,
rodeándolo de cualidades que dignifican una vida poseedora de una mesura y una mirada
íntegra, recta, Tan recta como Pedro Crespo, alcalde, que no político, defensor
del honor propio y de los conciudadanos de Zalamea:
Con mi hacienda;
pero con mi fama, no;
al rey, la hacienda y la vida
se ha de dar; pero el honor
es patrimonio del alma,
y el alma sólo es de Dios.
(vv. 871 ss.)
Porque,
como sentenció Séneca “El honor prohíbe acciones que la ley tolera”. La autoridad
principal debe soportar y mantener en alto el honor y la libertad de un pueblo
que sometido a la barbarie y al deshonor debe reunir en un solo vocablo las dos
palabras que definen la pureza del pensamiento humano: el honor y la libertad
Boris Indrikov
En
épocas pasadas podemos observar una doble visión, la perteneciente a la nobleza
y la del pueblo. El honor se adquiría por nacimiento, categoría que definía
inexorablemente la cualidad de la conciencia recta y limpia que procuraba la
libertad y la justicia. Nuestro Alonso Quijano piensa que existen dos linajes
en el mundo: “…el que se logra por nacimiento y el que se consigue por los propios
hechos”.
Para su escudero Sancho existen también solamente dos linajes aunque, eso sí,
muy diferentes: el tener y el no tener. A pesar de ello, cree, como su amo,
que se puede ascender socialmente y por ello, considera que ser cristiano viejo
y tener limpieza de sangre le permite aspirar al gobierno de una ínsula: “… y yo cristiano viejo soy y
para ser conde eso me basta”.
Boris Indrikov
En
muchas ocasiones acrecentar los efectos negativos de las normas del honor en la
convivencia, relaciones o comunicación, puede conducirnos a la catástrofe de
los dramas de honor, mal definido o dirigido a un aspecto social, en los que la
incapacidad de los personajes que procuran y posteriormente aclaran los
conflictos que surgen en las relaciones privadas, nos conducen por el difícil
camino de la intolerancia y el enfrentamiento que siempre ha estado limitado a
confrontaciones impropias de quien verdaderamente posee honor. En estos casos la confianza, el amor y las ilusiones quedan supeditadas a la venta de nuestra
libertad en manos de cualquiera, en una suerte de desequilibrada enajenación y
destrucción moral y social. Por ello, debemos afianzar juntos la
libertad, el honor, la dignidad, los deberes para con el prójimo y hacia nosotros
mismos, y hacia la virtud y el mérito de las acciones dirigidas por el honor. Rabindranath
Tagore nos aconsejó: “Ambiciona honor, no honores”. Esta debería ser
una meta nítida y coherente con nuestra especie.
Antonio Campillo Ruiz
Es importante visionar la escena a plena pantalla.
Bien argumentado el sentido del honor, querido Antonio, y arropado por esta elocuente escena de El alcalde de Zalamea. Una magnífica entrada para reflexionar.
ResponderEliminarSon estos tiempos por los que atravesamos los más adecuados para insistir en que el honor ni se compra ni se vende como diría la canción, aunque en ella sea "el cariño verdadero" aunque bien podía sustituirse por "el honor".
Creo que hay que recuperar ese sentido, esa identidad, esa bandera que deberíamos enarbolar todos los seres humanos, ya que sin honor seríamos como barcos a la deriva en un mar de corrupción y miseria de sentimientos. Aunque bien es cierto que a la clase política y empresarial eso le importa poco, que han convertido el honor en moneda de cambio. Pero el pueblo llano no deberíamos contaminarnos de este virus y con honor revindicar la cantidad de derechos que nos están arrebatando en esta sociedad en la que todo vale.
Para terminar, me quedo con la acertada y certera frase de Séneca “El honor prohíbe acciones que la ley tolera”.
Feliz fin de semana
Besos
Entre lo que debería de ser y la realidad media un abismo, me atrevo a decir, querido amigo.
ResponderEliminarEl honor es un valor ético que si lo perdemos algo muy importante se pierde de nosotros, por tanto hay que cuidarlo al máximo pero está visto que sin honor hay quien vive muy bien y esto me hace dudar,osea, podemos vivir en la pobreza y con honor o ser ricos y sin honor (esto generalizando,claro). Pero es así, personalmente dudo del honor de los poderosos, y da igual en qué ambiente desarrollen su vida (repito, hay excepciones).
La frase de Séneca me parece certera pero la de Tagore creo que sería lo ideal. Entonces pregunto ¿existe "lo ideal" o es una quimera humana?
Honor y dignidad actualmente no cotizan nada, al menos es lo que obeservo yo. Antiguamente igual fue lo mismo que ahora. Y mañana será otro tanto.
Un enorme abrazo.
( Aunque no entre mucho no te olvido. Tengo que salir a caminar y ya dedico menos tiempo tanto a escribir como a leer.
Dos cosas: - en primer lugar, nobleza obliga, tengo que felicitarte por la elección de las ilustraciones. Me encanta el arte de Boris Indrikov, y le sienta muy bien a tu publicación. - en segundo lugar, querido Antonio, creo que con tres de las frases que has publicado, queda sintetizada la profundidad del contenido que nos has propuesto: “El honor prohíbe acciones que la ley tolera".Existen dos linajes en el mundo: “…el que se logra por nacimiento y el que se consigue por los propios hechos”. “Ambiciona honor, no honores” !!!!
ResponderEliminarTodo dicho.
Abrazos.
Gran debate y un tema sangrante, hoy por hoy, por las grietas de nuestra educación y de nuestras formas. Me quedo con esa frase de Séneca: El honor prohíbe acciones que la ley tolera
ResponderEliminarSi situamos el honor elevándolo como aspiración personal que rebasa las leyes. Y por encima del honor, la libertad, que puede a su vez colocarse en un valor superior a él...Como el honor es una interpretación personal de la ética, todo el entramado moral de los valores queda desarbolado, en el aire.
ResponderEliminarSi nos limitáramos a seguir al pie de la letra ciertos textos literarios muy jaleados, podríamos entender que honor es sólo lo que piensen de nosotros los demás, el “qué dirán”, y eso legitimaría la sinrazón esquizofrénica de la doble, o triple, moral.
Toda una reflexión, querido amigo.
Me gusta la frase de Tagore.
ResponderEliminarHoy en día, creo que se ha perdido mucho esta gran cualidad moral.
Has elegido un buen tema.
Un fuerte abrazo, querido amigo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn los tiempos que corren, parece como si de pronto el HONOR se hubiera pasado de moda. Y toda una caterva de personajes y personajillos están más atentos a corromperse y enriquecerse que a cuidar un honor por el que un día juraron ante Dios y ante los hombres.
ResponderEliminarCuando en las instituciones sus encargados pierden el sentido del decoro el país se convierte en un pueblo sin honra y no será libre hasta que los deshonrados por cuenta propia, paguen por el mal que nos hicieron.
Tus trabajos nos invitan a pensar, Antonio. Que buena falta nos hace.
Tuve que eliminar este mismo comentario a causa de una letra equivocada. Los diseñadores de plantillas deberían de encontrar la manera de que podamos volver a editar una vez detectado un pequeño error.
Adorei nossa sintonia ao tema Ana Vidovic... por mim, você poderá incluir a qualquer momento aqui no seu blog com sua sempre inteligente descrição dos assuntos.
ResponderEliminarUm tema bastante rico o que nos mostra com essa entrada. Obrigada.
Beijo.