HOMERO
Antonio Campillo Ruiz
No
había nada ni nadie. Ni fantasmas había. No más que piedras mudas, y alguna que
otra oveja buscando pasto entre las ruinas.
Pero el poeta ciego supo ver, allí, la gran
ciudad que ya no era. La vio rodeada de murallas, alzada en la colina sobre la
bahía; y escuchó los alaridos y los truenos de la guerra que la había arrasado.
Y la
cantó. Fue la refundación de Troya. Troya nació de nuevo, parida por las
palabras de Homero, cuatro siglos y medio después de su exterminio. Y la guerra
de Troya, condenada al olvido, pasó a ser la más famosa de todas las guerras.
Los
historiadores dicen que ésa fue una guerra comercial. Los troyanos habían
cerrado el paso hacia el mar Negro, y lo cobraban caro. Los griegos aniquilaron
Troya para abrirse camino al Oriente por el estrecho de los Dardanelos. Pero
comerciales fueron todas, o casi todas, las guerras que en el mundo han sido.
¿Por qué habría de hacerse digna de memoria una guerra tan poco original?
Las piedras de Troya iban a convertirse en
arena y nada más que arena, cumpliendo su destino natural, cuando Homero las
vio y las escuchó.
Lo
que él cantó, ¿fue pura imaginación?¿Fue obra de fantasía esa escuadra de mil
doscientas naves lanzadas al rescate de Helena, la reina nacida de un huevo de
cisne?
¿Inventó
Homero eso de que Aquiles arrastró a su vencido Héctor, atado a un carro de
caballos, y le dio varias vueltas alrededor de las murallas de la ciudad
sitiada?
Y la
historia de Afrodita envolviendo a Paris en un manto de niebla mágica cuando lo
vio perdido, ¿no habrá sido delirio o borrachera?
¿Y Apolo guiando la flecha mortal hacia el
talón de Aquiles? ¿Habrá sido Odiseo, alias Ulises, el creador del inmenso
caballo de madera que engañó a los troyanos?
¿Qué
tiene de verdad el final de Agamenón, el vencedor, que regresó de esa guerra de
diez años para que su mujer lo asesinara en el baño?
Esas
mujeres y esos hombres, y esas diosas y esos dioses que tanto se nos parecen,
celosos, vengativos, traidores, ¿existieron? Quién sabe si existieron. Lo único seguro es
que existen.
Eduardo Galeano
Desde siempre (tengo un ejemplar de la Ilíada debajo de mi almohada, con comentarios de Aristóteles, el viejo me tiene mucho cariño) me he sentido inspirado por las hazañas de Aquiles. Cuando el gran guerrero griego (esto les parecerá interesante, damas y caballeros) tuvo que elegir entre una vida larga y corriente o una existencia breve pero gloriosa en los campos de batalla, optó por una muerte prematura y la celebridad eterna, qué maravilla.
ResponderEliminarExistieran o no está claro que esos seres mitológicos tan "como nosotros" son apasionantes. Tanto como tus entradas.
ResponderEliminarUn abrazo grande Antonio, me ha gustado mucho.
Muchas gracias por presentárnoslo.
ResponderEliminarSaludos
Toda una incógnita y una gran entrada.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Un fuerte abrazo.
Me encanta Galeano, amigo Campillo. Recuerdo de él, a cuento de este contenido que ... "Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana."
ResponderEliminarFeliz semana
Y Troya volvió a nacer de nuevo, después del paso de los siglos, cuando el alemán Schliemann, después de pasear su proyecto para encontrar la ciudad mítica por universidades y patrocinadores, acabó por hallarla despertando la cudriosidad del mundo entero. La mítica Troya, obsesión de su legítimo descubirdor, volvió a revivir en toda su magnitud. L ahistoria del arqueólogo bien merece una lectura.
ResponderEliminarUn saludo
Antonio nos traes unas sugerentes preguntas, incógnitas que cada uno podemos dar respuesta a través de la imaginación. Como ha cambiado todo, hoy, creo, que hay motivos para que se lie la de troya, y sin embargo, aquí no pasa nada, tal vez estoy equivocado
ResponderEliminarUn abrazo amigo Abtonio
La historia nos deja muchas incognitas. Me gusta leer los libros que tratan de ella. Gracias por traer hasta aquí este escrito.
ResponderEliminarUn cordial saludo.