HELIOTROPOS V
Antonio Campillo Ruiz
El maligno,
ese ser nacido de una asonada celestial soñada por sus inventores, fue
concebido desde el principio del tiempo, probablemente, como nube tormentosa
que ha recibido y emitido todo tipo de males cual rayos en cualquier dirección y
de forma perenne. Creado para atraer sobre sí males y maldades, el maligno,
pronto paso a generar contradicciones y, mediante la observación, sus manipuladores
percibieron que sobre él podían recaer aspectos muy beneficiosos para someter,
penar y avasallar a todos los creyentes de tan falaz invento. Apareció así el miedo
desde el horror producido por males que
eran ejecutados por adoradores, seguidores o incrédulos contrarios al eterno
antagonista, sufridor de su imaginaria revuelta e incluso de lo que se vino en
llamar tentación a seguirle hacia su personal y destructiva mansión de
tinieblas, provocando una eterna lucha entre el bien y el mal.
Se generaliza
con una novedosa rama del cristianismo, nacida con la costumbre normalizada del
fundamentalismo, así como con la imperecedera y perenne enemistad hacia los creyentes de otras
doctrinas tan intransigentes como la recién nacida. Con el paso del tiempo, a
la culpabilidad perdonada de un horror que convierte en mártires a quienes
simplemente son seres humanos limpios de codicia, soberbia o cualquier otro mal,
se transformó en la palabra pecado y su antagonista, el perdón. Por supuesto,
siempre estos desmanes, tan inconcebibles como horrendos, son cometidos por
quienes no pertenecen a la creencia propia, sea cual fuere, justificando de
esta forma un aluvión de falsas creencias que transformaban la bondad en miedo
y la amistad en cruel guerra.
Mártires
transformados de entre personas que padecieron muertes tan violentas como
inconcebibles para una mente sana, ocuparon lugares destacados entre diversas
religiones monoteístas y, por supuesto, en la rama novedosa cristiana. Se crea
de esta forma una suerte de innumerables personajes, verdaderos o inventados,
que han sufrido de las manos del maligno una muerte atroz, despiadada y terriblemente
horrorosa para los ojos de un pueblo que día a día cambia los parámetros de su
fe en la piedad, por su miedo cerval a ser agredidos o castigados con los
tormentos físicos que, para muchos, son insoportables.
Fruto
de esta pavorosa intransigencia y maldad, en la actualidad, podemos revivir la invención
del maligno en gran número de personas que, amparándose en su lealtad a un
supuesto dios, por supuesto el verdadero, les induce a cometer tropelías y
barbaridades que los medios de comunicación siempre están dispuestos a
transmitir por medio de su particular subjetividad. El miedo y el horror se han
adueñado de civilizaciones hasta el punto de no olvidar ni un solo instante que
nuevos factores empiezan a intervenir decisivamente en este mal: el poder, la
ambición y la irracionalidad.
Antonio Campillo Ruiz
Es importante visionar el montaje a plena pantalla.
Horroroso, maestro, y sin embargo real. Quizás eso es lo más horroroso.
ResponderEliminarQué viejo parece el tema.
ResponderEliminarPero luego encendemos el televisor y nos encontramos hoy mismo a los nuevos bárbaros cuidando nuestra alma. No importa que para conseguirlo nos la tengan que arrancar a mano y destrozar todo lo bello que pudiera hacernos perder el miedo, desde el arte, al amor.
Porque ese es su arma principal. Hacernos sentir tal miedo a lo desconocido que nos deje paralizados y soportando lo real como un mal menor, querido amigo.
Maravilloso y lleno de razón tu estupendo escrito.
ResponderEliminarY absolutamente real.
Un abrazo grande.
Antonio tu entrada es horrorosa, llena de terror,, pero sincera y veraz en su totalidad, no sé cuándo ni quién manipuló el Nuevo Testamento inventando, extrapolando, cambiando y sobre todo poniendo en voca de una Jesús de Nazaret, estos castigos merecedores del infierno...
ResponderEliminarHe visitado en dos ocasiones el museo de la Inquisición que hay en Garganta la Olla, y no he podido verle completo, me he tenido que salir y en las dos ocasiones he vomitado al ver los terroríficos aparatos que utilizaban...
Se nos ha dominado siempre por el miedo y el terror de unos fariseos hipócritas y sádicos, que debían sentirse muy complidores de su Ley, ¿qué ley manda hacer esas salvajadas, sobre otros hombres que no piensan como ellos?
El miedo, el miedo, el terror hacia quienes ajusticiaban, la ignorancia y sobre todo el fanatismo, inventaron artilugios impensables en un mente sana, con el sádico placer de torturar, fue una locura que recorrió España como una plaga más mortífera que el temido Ébola y durante varios siglos... es que el alma se estremece ante estas barbaries, y los miles de hombres que dieron su vida porque confesaron bajo horribles castigo, lo que sus verdugos querían que dijeran...
Un abrazo con cariño, Antonio.
Ángeles
Y la realidad es que en nuestro mundo la división entre el bien y el mal a veces no está tan clara como parece. ¿Los malos son siempre malos y los buenos, buenos? En muchas ocasiones son otros quienes nos dicen e imponen la complicada línea divisoria ente ambos, sin posibilidad a racionalizar la información recibida. Por ejemplo, el Estado Islámico es en sí mismo el mal, porque provoca la destrucción. Eso lo tenemos claro. Pero en otros planos, político o social, no está tan claro.
ResponderEliminarUn saludo
Buen montaje y realización amigo Antonio, sigue estando vivo el Maligno, lo llevamos dentro, solo falta llamarlo para que salga a escena, mejor dejarlo quietecito en ese lado, el del mal
ResponderEliminarUn abrazo
Uno se marcha de tu lugar con un mensaje que no se marcha.
ResponderEliminarGracias.
el maligno la sombra que todos tenemos y dejamos a relucir a veces
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