LA LARGA
BÚSQUEDA VII
Antonio
Campillo Ruiz
Jean-Baptiste Valadié
Con
la dificultad propia de una deficiente percepción visual, garabateando indomables palabras sobre el
blanco papel, con la parsimonia de una cadencia que sólo poseen los Maestros
que convencen a quienes somos sus sempiternos alumnos, amantes y seguidores de
unas palabras que nos engrandecen por leerlas, gritando con la firme suavidad
que siempre expresó contra el mundo, dijo:
…tengo los años en que los
sueños,
se empiezan a acariciar con los
dedos…
Jean-Baptiste Valadié
Un
jarro de agua fría, un salto inmediato, un calor sofocante que atenaza y ahoga,
oprime al lector porque lo que siempre estuvo esperando llegó, llegó lo que no
pudo alcanzar jamás, aquello que fue meta de una carrera inacabada, de un
hechizo, de un embrujo del que no pudo salir y en estos versos se encontraba el
bebedizo mágico que lo hubiese transformado:
…¡Qué importa si cumplo
cincuenta,
sesenta o más! Pues lo que
importa:
¡es la edad que siento! Tengo
los años
que necesito para vivir libre y
sin miedos.
Jean-Baptiste Valadié
¡Ay,
Maestro! La libertad, la libertad y el miedo dicen que son exclusivos de
nuestro pensamiento y nadie ni nada podrá arrancarlos de él pero, a pesar de
ello, con la osadía de quienes creen haber vivido, a veces nos podemos
preguntar si esta larga lista de tiempos verbales: tengo, siento, necesito,
pienso, deseo, cumplo, estoy más otra de adjetivos y pronombres, muestran que
este espléndido poema, este canto a la vida, este descoco a nuestro eterno
enemigo, el tiempo, únicamente debe ser una meditación personal en primera
persona o por el contrario si es imprescindible para quienes nos dejamos caer
por el precipicio de las oportunidades perdidas, de las etapas quemadas, de los
momentos soñados y no acariciados, para quienes no hemos amado la vida en todas
sus inmensas posibilidades y ahora, cuando se vislumbra una pequeña luz a la
que seguimos sin dudar, observamos que
…Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego
de una pasión deseada.
y otras… es un remanso de paz,
como el atardecer en la playa…
Jean-Baptiste Valadié
Maestro, ya es tiempo de pensar lo que dice
con tanta sabiduría pero también es tiempo de repasar el largo pasado que ha
conformado un entorno que es perdurable más allá de uno mismo, un entorno que
continuará viviendo en quienes lo conforman, los mismos que cometerán idénticos
errores en la seguridad de que sus versos se deben leer antes de pensar que la
lanza de la juventud en la vejez es sólo imaginada de forma personal y de que
nos ha alcanzado en el instante más inoportuno, que se volverá a caer bajo la
pesada e injusta rueda que destruirá, antes de conocerlas, miles de ilusiones
que desembocarán en el mar de la inmensa Nada.
José de Sousa Saramago
Es importante visionar
el montaje a plena pantalla
A Saramago, nunca me canso de leerlo, un grande para siempre.
ResponderEliminarUn saludo, Antonio con un abrazo.
Que importa eso.
ResponderEliminarToda su diáfana inteligencia en un poema.
Realmente grande
ResponderEliminarY un maravilloso poema
Un fuerte abrazo. Un placer leerte de nuevo
Me alegro, Antonio, de que estés de nuevo aquí. Como sabes, porque te lo he dicho algunas veces, te he echado de menos.
ResponderEliminarVeo que vuelves inspirado; nada menos que con Saramago.
¿Qué cuántos años tengo?: los que tengo, que además no coinciden con los cronológicos.
Un abrazo.
Casi me ha emocionado volverte a leer, maestro Campillo, me alegro mucho de verte, otra vez, por aquí.
ResponderEliminarPD ... El Baladíé me ha cautivado.
Un abrazo, Antonio
ResponderEliminarMe alegra mucho tu vuelta, querido amigo.
ResponderEliminarLa respuesta al interrogante que propone el poema sólo puede saberla el propio rapsoda. ¿Qué cuántos años tengo? ¿Para hacer qué? Porque uno está vivo hasta que se muere. Y hasta entonces, fuera miedos, uno mismo es el troquel.
Tú dices: Tengo, siento, necesito, pienso, deseo, cumplo, estoy. Pues eso.
Osadía es el nombre de lo único imprescindible.
Y es igual que lo digas tú querido amigo Antonio que el maestro Saramago, todas esos pensamientos son una respuesta a una especie de pregunta insolente cuando alguien nos pregunta por la edad, una respuesta para hacer callar a cualquier. Porque no me dirás que no nos jode envejecer? nos refugiamos en pensamientos y frases como las que se aluden, pero en el fondo nadie quiere irse y dejar un buen vaso de vino en la mesa acompañado de un buen pata negra, por ejemplo.
ResponderEliminarBueno, me quedé tan pancho con estos pensamientos
Hacia dias de que no te podiamos comentar, me alegra volver a hacerlo
Un abrazo ANtonio y felices vacaciones o regreso,
Y es igual que lo digas tú querido amigo Antonio que el maestro Saramago, todas esos pensamientos son una respuesta a una especie de pregunta insolente cuando alguien nos pregunta por la edad, una respuesta para hacer callar a cualquier. Porque no me dirás que no nos jode envejecer? nos refugiamos en pensamientos y frases como las que se aluden, pero en el fondo nadie quiere irse y dejar un buen vaso de vino en la mesa acompañado de un buen pata negra, por ejemplo.
ResponderEliminarBueno, me quedé tan pancho con estos pensamientos
Hacia dias de que no te podiamos comentar, me alegra volver a hacerlo
Un abrazo ANtonio y felices vacaciones o regreso,
Increíble, ¿cómo usted blog puede ser tan atractivo como es, no sólo la información útil que escribir también atraen a muchos visitantes. Gracias
ResponderEliminar¡Que alegría saber que te encuentras bien, querido Antonio!
ResponderEliminarMe encantan esos versos rebosantes de vida...¡Que hermosos son!
Un brazo y gracias.
Gracias Antonio por compartir este blog al mundo.
ResponderEliminarTe sigo desde ahora, pues dejate hace tiempo tu huella y sello en El blog de MA.
y entro hoy a tu casa de letras a leer y comentar,me gusta tu arte
y me quedo en seguidores.
Un abrazo y feliz verano.
MA.
El blog de MA.