LA MIRADA
EN EL ANTIGUO EGIPTO
Antonio Campillo Ruiz
No sé tu nombre, solo sé la
mirada con que me lo dices.
Mario Benedetti
Los
habitantes que tuvieron la oportunidad de vivir en el período comprendido entre los años 1550
a 1069 a.n.e., el grandioso Reino Nuevo, espléndido apogeo de aquella
civilización establecida en las riberas del fértil y benefactor río Nilo, el extenso Egipto, legaron a civilizaciones y pueblos foráneos hechos, sucesos y
costumbres que, contemplados desde el transcurrir de un tiempo diferente y con
una percepción incompleta, relatan aspectos que tratamos de descifrar con mucha
lentitud y especial atención.
Aquel
día, la reina-faraón Hatshepsut había dictado unas novedosas leyes que nublaron
la luz en los ojos de muchos agricultores que debían ceder parte de sus
cosechas, muy duramente conseguidas, a los sacerdotes de los templos ricamente
engalanados. Hatshepsut , obsesionada con la construcción de su inmenso hipogeo,
no quería enfrentarse con los poderosos miembros de la comunidad sacerdotal y
recababa su cuidado espiritual para alcanzar la eternidad.
Su sucesor,
Tutmosis III, vencedor de Mitanni, guerreaba y aumentaba las riquezas de Egipto,
no sin antes obligar a gran parte de los hombres del pueblo y esclavos a poseer
la mirada perdida, triste, por no poder contemplar su casa ni el sicómoro bajo el
que se resguardaban de los ardientes rayos del divino Osiris. Luchar a las
órdenes del gran Tutmosis era un honor que se debía pagar con la añoranza de
una tranquila vida pintada en las pupilas.
Y,
con el paso del tiempo, cuando en las manifestaciones de alegría y benevolencia
del reformador Akenatón, preocupado hasta el infinito por Atón y su esposa
Nefertiti, los súbditos, ilusionados con el cambio que se producía en su próspero
país, poseían una mirada de alegría, de una nueva pasión por vivir en la paz de
ciudades modernas, dedicadas a la grandeza del nuevo dios y la prosperidad de
todo el pueblo. Las expresiones de sus caras denotaban amor, un amor nacido de
la amistad y el entendimiento entre los diferentes pobladores de las húmedas
riberas del río en las que el papiro y el ibis convivían con ellos.
Finas
joyas talladas y metales tan amarillos como Osiris en su cenit eran atesoradas por el joven Tutankhamón para que acompañasen su ka y esperasen a su regreso del mundo de los muertos.
Orfebres y celosos fundidores poseían una mirada de admiración ante tales maravillas de la
naturaleza. Las fueron acumulando en aquella casi desconocida tumba que acogió
a un restaurador de las creencias y costumbres que vencieron a una renovación social que no pudo eliminar el poder
de un clero que perdía sus grandes prerrogativas. Cuando el general Horemeb y,
posteriormente, Seti I ocuparon el poder, se empezaba a respirar una nueva
concepción del poder en un Reino grandioso.
El
pacto de paz con los hititas bajo el orden nuevo establecido por el longevo
y gran Ramsés II, su esposa Nefertari y sus hijos, ayudó a que anhelo, paz,
severidad, sorpresa, súplica, tristeza… la mirada de algunos seres humanos que
fueron protagonistas de la grandeza de una civilización poderosa,
conquistadora, implacable con los enemigos y generosa con los amigos, nos
transmitiese una suerte de sentimientos que, trasladados a la piedra o madera
por escultores y pintores, han llegado hasta nuestros días representando
momentos cruciales de sus vidas. Poco a poco, la mirada de los egipcios
languideció lentamente. A partir de Ramsés III, el poder de la monarquía se
debilitó frente al creciente, ávido e inagotable poder del clero de Amón, el
gran Dios de Tebas. A los egipcios se les nublo su mirada y el temor a una
existencia siempre adocenada fue corroyendo a la sociedad hasta su total
desaparición.
Antonio Campillo Ruiz
Es importante visionar el vídeo a plena pantalla.
Precioso, maestro, estupendas miradas. Me largo de vacaciones. Cuidaros, un abrazo.
ResponderEliminarPreciosa recopilación. Madre mía como será ahora la mirada de los españolitos.
ResponderEliminarQué pena no haber vivido ahí entre 1550 y 1069, amigo Campillo - (has visto que ya no te llamo maestro) - gracias por trasladarnos a mi estudiada y cuasi olvidada Anatolia Central y sus hititas ... ay, amigo, un placer pasar a leerte, es como volver al ayer.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte amigo y, ah, lo hago desde un flotador y estoy ahí justamente por lo que imaginas. Llevaba casi un año en el que la dichosa "nuez" parecía haberse olvidado de mi.
Ah, se me olvidaba, el vídeo es ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarFeliz noche
Me parece una maravillosa entrada, intentar descubrir y describir la vida de personas reales a través de sus miradas... y es que el mundo es así, las personas somos así, no podemos esconder lo que acontece tras la ventana de nuestras almas. La revelación más maravillosa de todos los tiempos es silenciosa, sin duda alguna, pero extremadamente bella por su intensidad; tanto como tu conocimiento y tu bonita forma de hacer que nos adentremos en un mundo que ya fue, casi olvidado, pero siempre tan enigmático.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso mi queridísimo Antonio.
Con la pasión que pones en el tema cómo no va a hacerlo suyo tu pequeña Nefertiti.
ResponderEliminarCon la pasión que pones en el tema cómo no va a hacerlo suyo tu pequeña Nefertiti.
ResponderEliminarCon la pasión que pones en el tema cómo no va a hacerlo suyo tu pequeña Nefertiti.
ResponderEliminar