LA LARGA
BÚSQUEDA X
Antonio Campillo Ruiz
El problema con el mundo es que
los estúpidos están seguros de todo y
los inteligentes están llenos de dudas.
Bertrand Russell
Al
tratar de imaginar la solución a la pregunta ¿qué es un pensamiento?, podemos embarcarnos
en una disquisición acerca de aspectos fisiológicos que, en casi todas las
circunstancias, desconocemos y, los más osados creen poseer la solución,
erróneamente, claro. Esta extraña función por la que unas reacciones químicas se activan y provocan
transformaciones en la íntima materia viva a la vez que generan, posiblemente,
sentimientos inmateriales, pareciese que
es una función única en este inmenso Cosmos que nos acoge.
Claro,
es normal, los humanos somos ”únicos”.
Sí, así parece. Somos los más singulares de los habitantes vivos de este
planeta tan bello como frágil. Pocas veces tratamos de comprender las causas
que posibilitan esta superioridad entre todo un entorno tan inmenso que escapa
a la posibilidad de una mesura coherente y racional. “¡Eh, eh, eh…! Eso de que no es racional tenemos que estudiarlo, porque
racional, racional, el hombre.” Sí,
es posible que así sea pero creo que debemos un respeto a la diferenciación
entre los habitantes vivos del planeta y nuestra “capacidad de pensamiento
racional y emotivo”.
No
tendremos más remedio que fijarnos en el mencionado entorno para buscar el
aspecto diferenciador de la singularidad humana con respecto al resto de seres
vivos animales y su repercusión en la capacidad de ser diferente. Podemos
empezar por seres pequeños… por ejemplo, las hormigas. Observando el
comportamiento de estos seres minúsculos apreciamos una labor colaborativa que
une al grupo en torno de unas condiciones de vida que mejoran con las funciones
que cada cual desarrolla. Ocuparse de huevos, larvas, alimentación, traslado de
la colonia, defensa ante inclemencias climáticas o dañinas, son algunos de esos
trabajos por y para el grupo. Es loable su trabajo porque el objetivo es justo
y necesario para todos.
Los
bonobos (Pan paniscus), chimpancés que andan
erguidos, poseen una sociedad matriarcal e igualitaria y viven integrados en
grupos compactos que poseen unas reglas sociales tan aparentemente extrañas
como la de copular cuando se establece un problema, antes que pelear y realizan,
en general, iguales funciones en el
grupo que sus conciudadanas planetarias las hormigas. Duermen juntos, se
ayudan, se acarician, desprecian la violencia y viven felices sin ocio ni
rencor, el más peligroso de los sentimientos humanos y animales. ¿Sentimientos
animales? Sí, sentimientos. Podemos preguntar a Konrad Lorenz para asombrarnos
con pájaros japoneses que ríen cuando juegan y se divierten emocionalmente.
¿Traducción de reacciones químicas aparentemente instintivas dirigidas hacia emociones
idénticas a las nuestras? Está demostrado que así es. ¿Lo hacemos nosotros? No
siempre pero sí, lo hacemos.
Bien,
pues queda un gran dilema que, sin saber exactamente cómo debemos plantearlo,
podríamos preguntarnos: ¿qué nos diferencia de los animales…, cual es la
singularidad de nuestra diferencia…, somos superiores…, por qué? Bien,
fisiológicamente muchas pueden ser las causas: proceso evolutivo de la
capacidad cerebral, mejora continuada de tal evolución, mejora procedimental y
capacidad de atención, estudio y pormenorización de intereses que acaban en
pensamientos complejos, etc., etc. Puede ser. El alma es la singularidad, el elemento diferenciador… NO. El alma es
privativa de los dioses y los dioses son un producto individualizado, personal
y de concepción, no de inteligencia. La tecnología. NO, los avances proceden de
necesidades racionalizadas.
Teniendo
en cuenta los dos pequeños ejemplos, entre miles, que se han mencionado,
hormigas y bonobos, tendremos que admitir que ningún ser vivo conciudadano de
viaje en nuestro planeta atenta contra el grupo en el que se encuentra. Siempre
hará todo por el bienestar y la salvación del grupo, aún a costa de su propia
existencia. ¿Y el ser humano? Pues NO. El hombre atenta contra el bienestar del
grupo en el que se desarrolla: guerras, insolidaridad, odios, individualismo,
rencor, intereses… ¡Atenta contra el grupo! ¿Cómo es posible si es tan
inteligente? ¿Será por el motivo diferencial que le separa de los animales? ¿Es
esta su singularidad específica frente a los animales?
Pues
SÍ. Debemos admitir que el elemento diferenciador entre el hombre y los animales
es LA ESTUPIDEZ. La estupidez del ser humano es inconmensurable, inalcanzable
por quienes saben y deben asociarse, ayudarse, sostenerse y vivir obteniendo
una felicidad que es posible pero hay que ganarla. La estupidez del hombre
aporta un grado de coacción al grupo que provoca estados sociales tan
paupérrimos como las sociedades modernas actuales, sean cuales sean y se
encuentren en cualquier lugar y rincón de este mundo nuestro donador de tantos
medios satisfactorios.
¿En
todas las sociedades que existen en la actualidad? Pues debemos estudiarlas y
obtener la información adecuada de las sociedades tribales, maltratadas y
soportando un continuo genocidio, que poseen la capacidad de defensa del grupo,
de vivencia en grupo, de sociedad conformada para el bienestar del grupo. Los hombres que así conformasen la sociedad moderna serían hombres racionales y, afortunadamente, muy evolucionados, unos hombres que no
permitirian que en el grupo existiesen iguales que generasen o permitiesen la
estupidez.
Es importante visionar el vídeo a plena pantalla.
Eres genial, amigo Antonio ... sobresaliente. Te llevo a Flipboard con todos los honores
ResponderEliminarSabes que te quiero, amigo Enrique.
EliminarLo sé y tu también sabes de la bidireccionalidad de ese sentir, amigo mio.
EliminarMuy interesane tu relato, pr desracia es así,el hombre estupido es el arece tener la sarten por el mango,esto es un fallo de los mas iteligentes, creo. Si la estupidez está relacionada con la falta de iteligencia, deberíamos de ver en los estúpidos personas faltas de ese desarrollo congénito no?
ResponderEliminarEstoy en un mar de dudas y no sé porque al hombre poco iteligente se le tiene que insultar
Salud amigo
Querido amigo Toni, observo con preocupación, que últimamente sometes a particulares lo que son proposiciones generales. El hombre es un término general que integra a todos los seres denominados humanos, no a unos determinados. Por otra parte, en ningún lugar se refleja que la inteligencia tenga nada que ver con la separación que hace el propio hombre, debido a su estupidez, de grupos de semejantes debido a términos o condiciones personales. En este artículo la palabra estupidez y el insulto que de ella ha hecho el hombre, nada tienen que ver. Por el contrario sí, es cierto, es un complejo argumento el que se propone. Por ello se encuentra en el grupo "La larga búsqueda". Si nada hubiese que buscar nada se tendría que investigar. Lo importante es determinar cuál es la cualidad que nos diferencia de a quienes llamamos animales, esta vez sí, con desprecio ante su evolución e inteligencia. Los insultos a seres vivos los deciden quienes no se preocupan de conocerse y saber sus limitaciones. Un gran abrazo, amigo Toni.
EliminarMe parece bien planteado tu discurso sobre la estupidez del hombre, en comparación con los animales, al no saber proteger "su grupo". Pero ,claro, creo que no guardas una proporción adecuada en la comparativa.
ResponderEliminarNo es fácil, pero voy a intentar explicarte por qué digo esto.
Nos presentas, como ejemplo, muy concretos grupos de animales. No toda la fauna del Planeta. En cambio a los humanos los englobas a todos en un grupo. Y claro, las hormigas protegen a las hormigas, los bonobos a los bonobos... pero, cömo se comportan los diferentes grupos de animales entre ellos?
Ya se sabe; "el pez grande se come al chico", "la ley de la selva". O sea la del más fuerte. Los animales defienden su territorio, son depredadores, se comen unos a otros...Incluso entre los mismos congéneres. En un reportaje explicaban cómo los leones mataban a algunos cachorros si peligraba el equilibrio del grupo.
Entonces, entre los humanos también hay grupos más pequeños que tienen ese espíritu de protección del que tú hablas. La familia, asociaciones, comunidades, grupos de compañeros, de vecinos...
Hay mucha estupidez humana, es verdad, pero miremos también la enorme capacidad de sacrificio, generosidad y entrega que hay en cientos y miles de personas. Estoy convencida que hay más bueno que malo en esta sociedad. Pero , claro, has cogido un grupo tan ingente para analizar, que no es difícil encontrar también cientos y miles de "estúpidos".
Mi querida amiga, reitero lo que he querido explicar a Toni. No, no se puede ir de lo particular a lo general. He repasado el texto y no se dice nada de "costumbre ancestrales" porque pertenecen al mundo de las creencias, ¡Ay! Si dijésemos algunas de las veleidades que el hombre civilizado realiza en nombre de las creencias y la fe... Tratamos de dilucidar, simple y llanamente, la diferenciación animal, no aquello que la evolución ha dado, bien o mal, a determinados seres de este mundo. La estupidez humana cuando atenta contra el bienestar del grupo es tal que, por este solo motivo, es suficiente para considerar el fracaso de una sociedad que atenta contra sí misma por avaricia, ambición, poder, desamparo de los débiles, desprecio por la vida y otras muchas lindezas. Ninguna de estas "peculiaridades" se presenta en un sólo grupo animal o especie humana tribal. ¡Ni una sola! Un abrazo.
EliminarAh, y en cuanto a las tribus que viven ateniéndose a sus costumbres ancestrales; no dudan en someter a algunas prácticas crueles y sanguinarias a su propio grupo. Esas ceremonias de iniciación, de virilidad. Esos terribles y variados adornos, que por tradición, tienen que insertarse obligatoriamente en diferentes y ¡muy sensibles! partes de la anatomía.
ResponderEliminarBueno, Antonio, que como diría tu, sin duda, admirado Wili Vilder: "Nadie es pèrfecto". Ni nada, por desgracia.
Si cada uno ponemos un poquito de nuestra parte podríamos minimizar la inevitable estupidez humana.
FELIZ NAVIDAD A TODOS LOS SEGUIDORES DE ESTE BLOG. SEGURO QUE NOY HAY NI UNO ESTÚPIDO:
Un día hablaremos de las "costumbres salvajes" ... pero de la sociedad civilizada: la adoración a lo material y al poder. A veces, se puede hasta llegar a pensar en cuán suficientes y despectivos podemos llegar a ser quienes nos autodenominamos "personas civilizadas". ¿Quizás tendríamos que decir "personas encauzadas"?
EliminarVale Antonio, que una cosa no quita la otra. Que tu razonamiento no excluye al mío, creo yo. Que tú tienes razón y que creo que yo también tengo alguna.
ResponderEliminarY parece mentira, tú, un humanista, no valores (que me consta que no es así) la grandeza de la creación del hombre. Sólo en los aspectos del arte ya es para sentirse orgulloso de lo conseguido por muchos de ellos.
Esta es una larga discusión. Hablaremos.