NENÚFARES EN EL RÍO
DULCE
Antonio
Campillo Ruiz
Un
denso aroma a destilado de alcohol pareciese indicar que nos encontramos en el
lugar secreto que la Naturaleza utiliza para obtener esos compuestos que son
utilizados para remediar el mal y el dolor. Hace unos años, germinaron bajo el
agua las plantas que la cubren. Las enormes dimensiones de sus hojas empezaron
a disminuir hasta alcanzar la superficie y en ella formaron un tupido manto. Ahora, robando la luz para que sus
grandes raíces crezcan poderosas y se agarren al débil fondo arenoso, impiden
que algas y otras especies acuáticas puedan arrebatarles el pobre alimento
mineral que absorben.
Pertenecen
a la familia de las Nymphaeaceae y dentro del género Nymphaea hay un buen
puñado de especies y multitud de variedades. Nenúfar, Nenúfares, Lirio de agua,
Ninfea, nombres que han ido pasando por lugares bellos relacionados con la
altivez pasajera de los cinco días de su rauda floración. En el antiguo Egipto
se consideraban plantas sagradas porque sus flores se abren en presencia del sol
y se cierran en la oscuridad, aunque, las ninfeas de climas tropicales
mantienen las flores abiertas tanto en el ciclo diurno como en el nocturno.
El
sordo ruido que produce el motor de la lancha ahuyenta la soledad del remanso
ancho, de aguas serenas y escondidas, donde los peces buscan protección y
alimento bajo el manto verde de las hojas que cubren la superficie. Es su lugar
de descanso. Las oscurecidas aguas no dejan brillar sus plateadas escamas y su
lento aleteo impide que los remolinos atraigan a los depredadores. Aves de todo
tipo han evolucionado para que sus largos dedos puedan ser sostén en tan débil
suelo, paseando por las hojas que son el lugar de búsqueda de sus alimentos.
Olores
y belleza cromática se unen con la selva virgen, la fauna y los humanos que,
con el delicado esmero de quien no debe quebrar ni un solo tallo de estas
plantas, conforman un nuevo motivo para que sentidos y cotidiano devenir se
entremezclen en el inmenso conjunto vital de Guatemala.
NENÚFARES
from Antonio Campillo
Ruiz on Vimeo.
Por una vez, y ya que parece que "le he cogido el aire a esto" voy a adelantarme a tu, sin duda, buen amigo Enrique.
ResponderEliminarAntonio, con tus reportajes nos trasladas a una serie de mundos realmente fascinantes. La mayoría de una extraordinaria belleza. Otros, véase La luciérnaga, de un necesario realismo que resulta sin remedio un poca áspero.
Lo que es verdad, es que nunca sabemos qué vamos a ver en tu siguiente trabajo. Transitas de las galaxias, al sótano de la ciudad, a la naturaleza más bella, al fondo del corazón femenino...
Qué será lo siguiente?
Un abrazo
Por una vez, y ya que parece que "le he cogido el aire a esto" voy a adelantarme a tu, sin duda, buen amigo Enrique.
ResponderEliminarAntonio, con tus reportajes nos trasladas a una serie de mundos realmente fascinantes. La mayoría de una extraordinaria belleza. Otros, véase La luciérnaga, de un necesario realismo que resulta sin remedio un poca áspero.
Lo que es verdad, es que nunca sabemos qué vamos a ver en tu siguiente trabajo. Transitas de las galaxias, al sótano de la ciudad, a la naturaleza más bella, al fondo del corazón femenino...
Qué será lo próximo?
Un abrazo
Admiro tu capacidad para saber escoger el lugar, el dónde y el momento donde se encuentra la belleza, amigo Antonio
ResponderEliminarUn abrazo de lunes