VINO
TINTO EN COPAS VERDES
Antonio Campillo Ruiz
Al
despertar de un reparador descanso, en un momento de intimidad, el aseo
cotidiano favorece las funciones placenteras de los sentidos. Así empieza este
día que Birgit
Cullberg
nos muestra en una adaptación sorprendente y cuyo significado argumental es
favorecido por una delicada e imaginativa música que no fue compuesta para
ello, el Concierto
para Piano y Orquesta número 3 en Do menor Op. 37 de Ludwig van Beethoven. El espectador
comprende la sencilla descripción de un encuentro, los escarceos preliminares
para alcanzar un retazo de placer, una vivencia que provoca una inmensa
explosión de alegría expresada mediante unas imágenes de gran belleza estética.
Un pesar y recuerdo desasosegantes se manifiestan tras la pérdida de la sensación
experimentada. Alcanzada nuevamente la razón de la sinrazón perdida, nos
elevamos nuevamente a lo anhelado.
Con
parsimonia, sin la extrema prontitud que se requiere en el momento actual, el
espectador observa cómo el entorno en el que se desarrolla la acción posee unas
variaciones y cambios de color en el espacio representado que son, cuanto
menos, extrañas. Aprecia que los actuantes no poseen sombra a pesar de la
iluminación que deben recibir para poder ser filmados. Que la coreografía se
desarrolla en lugares insólitos e incluso pareciese que se han creado para
ello. Bien, la tecnología, cuando esta película fue rodada, empezaba a
desarrollar lo que en la actualidad es muy común y ha producido tal cambio en
los aspectos cinematográficos de la imagen dinámica que podríamos expresar
nuestra sorpresa ante la creación de aspectos fílmicos, sentidos por el
espectador, a través de la técnica pura. Las imágenes se producen mezclando, a
través de un simple aparato electrónico, imágenes reales y virtuales. Su
evolución en el tiempo ha sido tan rápida como eficaz. Es el Chroma Key, la
“llave del color”, la clave de los efectos que son ya habituales incluso en las
imágenes que proyectamos en nuestro salón de casa.
Sin
embargo, en 1971, año de realización de esta coreografía, producida por Måns Reuterswärd e interpretada por
los danzantes Mona Elgh
y Niklas Ek, bajo la dirección
de Birgit Cullberg, esta técnica era
muy primigenia y se utilizaba, con frecuencia, como mero efecto especial. En
general, no se tenía en cuenta que un aspecto cinematográfico puede y debe
favorecer en todo momento los aspectos fílmicos que se generan en el espectador.
Incluso, muchas veces, no se tenían en cuenta los defectos provocados en la
correcta audición o visión. Así, el persistente ruido distractor, denominado en
el argot cinematográfico “tostoneo”, provocado por la sensibilidad de la célula
fotoeléctrica para la lectura de la banda sonora en películas de celuloide, ha condicionado
que se aporte la música interpretada sin sonoridades de fondo perniciosas. La
dirección de Claudio Abbado
y la interpretación como solista al piano de Alfred Brendel, proporcionan una calidad innegable
al concierto, a pesar de la lenta presentación inicial. Podemos comprobar, sin
embargo, que hasta la interpretación dirigida por Krystian Zimerman posee sonido distractor de fondo.
Al
cambiar el formato, desde celuloide a cinta de vídeo de ¾ de pulgada, ni la
imagen ni el sonido poseen la perfección que se deseó para señalar esta
realización como ejemplo de la técnica al servicio de la comprensión fílmica. A
pesar de todo, tras treinta años de encontrarse en este formato, se publica por
primera vez tras haber sobrepasado los veinticinco años acordados para ello y poder
mostrar la inmensa carga emotiva que la realizadora Birgit Cullberg imprimía siempre a sus adaptaciones
de música clásica para coreografías de ballet. Es probable que este sea el
motivo por el que no aparece publicada en medios que, por el contrario, favorecen
en muchas ocasiones imágenes dinámicas de ínfima calidad fílmica. “Röt vin i gröna glass” obtuvo el Premio Extraordinario en el XXXI
Certamen Internacional de Cine de Cortometraje y Animación de Murcia.
Antonio Campillo Ruiz
Debido al formato de la imagen, es deseable
visionar la película a plena pantalla.
Bello, bellísimo. Mereció la pena el "tostoneo", para disfrutar de este sublime corto.
ResponderEliminarEspecialmente me parece de una extraordinaria sensibilidad la danza de las manos que se entrelazan, se separan, se enredan, se sienten...y que muestran un refinado erotismo.
Gracias por este regalo.
Gracias a ti que lo aprecias con una sensibilidad tan especial como Brigit Cullberg cuando imaginó esta coreografía para “visualizar” la música que eligió. Un abrazo, tía Conchi.
EliminarMe sorprendes siempre, amigo Antonio. Estoy con Conchita a la hora de maravillarme con tu corto ... y con tu contenido de hoy. me parece, cuando te leo, que estoy en un máster regalado de altruismo, conocimientos y personalismo propio.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo y, ya sabes, el corto, robado queda
Bueno, Enrique, no es “mi” corto, es uno de los muchos que desconocemos porque la mediocridad de quienes seleccionan lo que se emite al espectador y lo que no deben de ver es muy limitada. “Rör vin i gröna glass” es la maravilla de la técnica para crear belleza. Un gran abrazo, mi gran amigo.
EliminarAy, Enrique, cuidadín con el master. Jajaja
ResponderEliminarTranquila. Este master no es de papel de estraza.
EliminarVaya delicia de pas a deux y de un ballet que no conocía. Ya sabes lo mucho que me interesa la danza.
ResponderEliminarAl visionar el vídeo he descubierto tu archivo de films, al que iré volviendo. Hoy he visto el de Picasso-Tolouse L. Muy bueno.
Me alegro de que te agrade esta adaptación coreográfica de un concierto tan serio como el nº 3 de Beethoven. Para mí fue una sorpresa descubrir a Brigit Cullberg y sus imaginativos montajes, así como la precisión de la técnica para conseguir elevar la belleza al nivel que le corresponde. La iconología y la sensación fílmica del espectador están íntimamente ligadas. Esperaba que te gustase porque, sí, tu capacidad de lectura de la danza es muy especial y en este caso, merece la pena fijarse un poco en ella. Igualmente, me congratulo de tu visión de esta pequeña muestra comparativa de dos artistas tan dispares pero tan cercanos. Muchas gracias, querida amiga Anamaria.
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