MINIADO: UN PASEO EN DIRECTO
Antonio Campillo Ruiz
Jamás
pensaron Jean de
Poucelle,
Jaquemart de Hesdin, los hermanos Limbourgni, maestros franceses y
flamencos, ni siquiera el pintor toscano
Simone Martini, entre un gran
elenco de miniaturistas prodigiosamente detallistas y cuidadosos con la
representación de la “nueva tecnología de la imagen” para enseñar y adoctrinar a miles de
personas analfabetas, que sus miniaturas serían admiradas a lo largo de los
siglos, que les copiarían como maestros y seguirían, con el tiempo, su ímproba
obra y, por fin, que en la actualidad, el asombro por cualquier códice caligráfico,
rollo o libro enriquecido con la delicada belleza de la primera letra que
empieza un capítulo o la descripción de un suceso, complejo de comprender con sólo leerlo, serían la admiración de quienes tienen la suerte de poder asombrarse con la perfección de las imágenes realizadas en miniatura.
Desde
el siglo V, el arte de dibujar, pintar y representar objetos delicadamente
trabajados en los libros manuscritos que, en general, han reflejado en su
contenido aspectos históricos, costumbristas o tradicionales del momento en el
que fueron confeccionados, a la vez que, ante la falta de distribución puesto
que no existía la imprenta en Europa y los llamados países civilizados, la
duplicación de un libro miniado suponía, a veces, el trabajo de autores
anónimos que dedicaban su vida a completar uno solo de estos ejemplares. Además, muchos de ellos debían ser traducidos de idiomas indescifrables, incluso para
los propios amanuenses. Por ello, un grupo muy numeroso de personas aportaron
su maestría para que sus conciudadanos pudiesen aprender, estudiar y saber, tanto acontecimientos históricos como doctrinas eclesiásticas, una de las
razones más importantes de la confección de estas obras de arte.
Las
Glosas Silenses y Emilianenses se cree que son los primeros documentos escritos
de la Lengua Castellana así como Comentarios al Apocalipsis del Beato de Santo
Toribio de Liébana, sin menoscabar los descubrimientos de San Millán de la
Cogolla y lo que ha supuesto para el inicio de nuestro idioma en común. Sin embargo,
muchos han sido los manuscritos miniados de países en donde la cultura y el
progreso de los diferentes estilos arquitectónicos, en las grandes catedrales y
monasterios, han sido pioneros. Francia, Inglaterra, Flades, fueron las naciones
que iniciaron este medio de conservar y enseñar el saber, viniese de donde
viniese pero, preferentemente, de historias y textos religiosos católicos.
A
pesar del supuesto beneficio de este método para extender doctrinas y hechos
históricos, no todos tenían acceso, ni cuando se inició su confección ni en el
momento actual, a un libro miniado realizado con la técnica, compleja y muy
precisa, del maestro decorador. Tintas, sus secretos para perdurar en el tiempo
y poseer una delicadeza decorativa excepcional, adiciones de panes de oro con
la compleja técnica del rojo inglés y su exacta medida y acople con las
imágenes miniaturizadas, eran premisas que encarecían, dilatándose su inaccesibilidad dineraria en el tiempo hasta la actualidad, los textos como objetos de una complejidad de confección no apta
para quienes no poseen medios para obtenerlos. Así, a pesar de los pocos
ejemplares que existían de los manuscritos miniados, eran acaparados por
poderosos señores que poseían bibliotecas y, guerra tras guerra, han ido
desapareciendo aunque, por fortuna, existen todavía muchos originales.
Tanto
las imágenes que se encuentran en este texto como las que se han montado en la
película pertenecen a “cuasi originales” actuales que comparten mi biblioteca
personal con otros muchos libros sencillos pero no menos importantes. Nada que
exponer sino que ninguna de la fotografías son iguales a los originales. El
punto de vista, encuadre, color, etc., son diferentes y no se pretende, con esta serie, sino exponer unas miniaturas que por su colorido, composición, aplicación de
panes de metales preciosos y otras peculiaridades son tan bellas que comparto
con los lectores, como si la maestría con la que se han confeccionado se las enseñase en directo,
Antonio Campillo Ruiz
Verdaderas bellezas que sorprenden y encantan, sin lugar a dudas, más allá del contenido ideológico.
ResponderEliminarUn abrazo
Si, Myriam, son sorprendentes, bellas y encantadoras. Unas obras de arte que no se encuentran en circuitos de visitas, excepto de forma puntual en los lugares en donde se han producido muchas de ellas. A pesar de poseer un contenido bastante dirigido hacia la religión, también en otras culturas, con creencias diferentes se han creado obras de arte como las que se mencionan. Es un aspecto que debe ser obviado ante la magnitud del arte que ha transmitido tantos conocimientos, ritos y costumbres. Un gran abrazo chillao.
EliminarQué paciencia, precisión y sensibilidad requerían esos exquisitos trabajos. Y por supuesto los conocimientos culturales que querían transmitir. Y teniendo en cuenta las dificultades para realizarlo, pienso por ejemplo en que la luz no sería lo suficientemente buena en aquellas salas de los monasterios y que además les limitaba mucho las horas de trabajo..., pues es digno de asombro. Eso sí, había algo que ellos poseían en mayor abundancia que nosotros. TIEMPO.
ResponderEliminarGracias por compartir tus conocimientos y tus joyas bibliográficas.
Pues sí, Conchita, son unos exquisitos trabajos que han proporcionado interés y sensibilidad a quienes tenemos la suerte de poder apreciarlos, aun siendo “cuasi originales”. Los inconvenientes para crear estas pequeñas maravillas fueron demasiados para que alcanzasen tal precisión. Composición, colores y dignos referentes de lo que indican o explican poseen la perfección de la fascinación. Hasta Goya y quizás más tarde, se crearon miniaturas tan delicadas como lo hicieron los antiguos monjes monacales. Me alegro de que te agraden estas imágenes tan bellas. Un gran abrazo chillao.
EliminarSiempre se aprende al leerte, siempre, Antonio
ResponderEliminarAlicia María, te agradezco tu opinión porque provienen de una maga de las palabras, una mujer que crea sentimientos con ellas, una mente íntimamente fundida a la emotividad, a las emociones, a la vida… ¡Muchas gracias, Alicia María! Un gran abrazo chillao.
EliminarHay algo en los libros miniados que es como si el autor nos transmitiera en persona sus saberes. De viva voz y sellando el texto con sus huellas digitales.
ResponderEliminarUna entrada tan evocadora como las imágenes que la acompañan.
Describes con gran delicadeza el trabajo de personas que dieron todo su saber y pulcro arte a unos desconocidos descendientes, cuyos ojos disfrutan con placer de su imaginación, su fantasía y su interpretación personal de hechos y dichos que han perdurado gracias a ellos. Un abrazo chillao, Anamaría.
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