LEE MILLER
Antonio Campillo Ruiz
Portrait de Lee Miller en Arlésienne, Picasso, 1937
“La Lee Miller que ahora he descubierto es muy diferente de la mujer con la que me peleé durante tantos años, y me pesa mucho no haberla conocido mejor. Este pesar lo compartirán muchos, pues Lee sólo desveló una pequeña parte de sí misma a cada persona” escribió Anthony Penrose en la biografía de su madre, donde reveló que el hijo de una familia amiga la violó cuando tenía siete años y le contagió un mal venéreo. Hoy se sospecha de su padre -también de un tío- pues el primero le hizo numerosas fotos estereoscópicas desnuda.
Nude study (stereoscopic photograph) of Lee Miller by her father,
Theodore Miller, 1 July 1928
Theodore Miller, 1 July 1928
Lee Miller, Man Ray
Man Ray y Roland Penrose, Lee Miller, 1946
Lee Miller, 1907-1977, fotógrafa estadounidense, además de posar para pintores y numerosas revistas, trabajó como reportera durante la Segunda Guerra mundial y envió sus impresionantes imágenes a Vogue con este ruego: “Os suplico que creáis que esto es cierto”. La fotografía precedente muestra a dos de sus amantes: a Man Ray lo conoció en 1929 y, durante los tres años que estuvieron juntos, desarrollaron la idea de la solarización, esto es, la inversión de los valores tonales de un negativo (según el comediógrafo David Hare lo dejó porque su compatriota era un celoso impenitente); a Roland Penrose se unió tras divorciarse de Aziz Eloui Bey y se casó con él en 1947. Dejó unos cuarenta mil negativos.
Lee solarized, Man Ray, 1929
Lee en “Blood of a Poet”, film de Jean Cocteau, 1930
Nusch y Paul Élouard a la izquierda, Lee Miller al fondo, Man Ray y Ady Fidelin a la derecha, en Cannes, Roland Penrose, 1937
Torturados, Lee Miller
Fusilamiento, Lee Miller
Dachau, Lee Miller
Lee Miller
Max Ernst y Dorothea Tanning, Lee Miller, 1946
Roland Penrose y Lee Miller
Como siempre, Antonio, consigues que me enamore de tus personajes.
ResponderEliminarAlma sensible Lee.
ResponderEliminarY hermosa.
Gracias por compartir su vida.
Un abrazo, Antonio.
Bienvenido.
Alicia
Que bonito, Antonio, y que ilustrativo. Eres una leccion permanente
ResponderEliminarMaravilloso leerte y ver las imagenes
ResponderEliminarExcelente e interesante entrada. Como todas las de vuestro Blog: Las de Mª Luisa y las tuyas. Sobrecogedoras las fotografías sobre la Shoá. Y pensar que todavía hay quien piensa que…!pero esa es otra historia!.... Volviendo a ella, a Lee Miller. Mirando las geniales y para mi totalmente desconocidas fotografías que traes de ella, con los interminables y lentos matices del “blanco y negro”, tengo que decir que en el Retrato de Picasso no la reconozco en absoluto. Sí, en ese esplendido y hermoso documento fotográfico del almuerzo con amigos, ¡y qué amigos! en La Provenza. Una maravilla de vitalidad pagana… casi un “certificado”. Recuerda a ese pansensualismo del Jean Renoir de “Una partida en el campo” o “Le déjeuner sur l’herbe” que tanto admiro.
ResponderEliminarEnrique, yo estoy tan enamorado de ellos como tú.
ResponderEliminarLee Miller, es otra mujer para enamorarse de ella, y de su pasión por vivir, y de su vehemencia, y de su tolerancia, y...
Creo que siempre nos enamoraremos de estos personajes que nos hacen sentir, soñar y rebelarnos contra todo.
Un fuerte abrazo, Enrique.
Sí, Alicia, Lee sigue poseyendo su sensible alma, su hermosa frescura y su eterno recuerdo. Creo que su vida fue tan agitada como su obra: fotografiar la verdad, experimentar e inventar nuevas técnicas, ser libre y amar. Aspectos que, para la época en la que vivió su juventud y madurez, la mujer no tenía fácil alcance a ellos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alicia, por tu bienvenida.
Un inmenso abrazo, Alicia.
Mariano, siempre me ruborizas.
ResponderEliminarLo único que hago es amar a los personajes que han sido hitos olvidados por desconocimiento, olvido u omisión. Algo muy parecido a aquella retahíla de "eventos" que teníamos que recordar cuando éramos pequeños y nunca "nos acordábamos" de cuantas veces...
Sí, Mariano, es muy bonito sacar del olvido a seres que han trabajado en pro de la humanidad.
Un fuerte abrazo, Mariano.
Amiga Recomenzar, me alegro y es muy grato que te guste esta publicación.
ResponderEliminarLee Miller, fue una mujer excelente en todos los sentidos.
Me ha alegrado poder visitar tu blog, que es encantador por tu sinceridad al escribir. A la vez, me he incluido entre tus seguidores para visitarte con la frecuencia que mereces.
Un abrazo, Recomenzar.
Pues sí, Nicolás, todavía existen muchas personas que tratan de cambiar la historia acerca del maldito Shoá. Afortunadamente, los documentos gráficos, entre los que se encuentran los de Lee Miller, desmienten el cambio histórico.
ResponderEliminarEn esa serena y tranquila reunión en la Provenza, la desinhibición y la naturalidad de la tolerancia es un ejemplo de firmeza en su forma de vivir. Recuerda, como dices, a Renoir.
Me congratulo, Nicolás, que tu gusto y sensibilidad se asemeje a personas como Lee Miller.
¡Ah!, por cierto, yo creo que si miras detenidamente el cuadro de Picasso, poco a poco te aparecerá la cara preciosa de Lee.
Un abrazo, amigo Nicolás.
Qué belleza de mujer, y con talento a raudales.
ResponderEliminarUn abrazo, querido Antonio.
Antonio, hacía tiempo que no visitaba tu blog, y ahora al estar de nuevo aquí, he saboreado las imágenes en esta magnífica entrada, la verdad es que me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso.
Pues sí, Isabel, Lee Miller era una mujer guapa y atractiva. Sus pómulos resaltaban y apagaban un poco su rotunda nariz.
ResponderEliminarSer mujer guapa e inteligente es algo en lo que no se creía hasta hace bien poco tiempo. Como se demuestra, no es cierto. Lee, hizo una labor de investigación técnica y fotográfica que muchos hombres habrían querido realizar.
Un fuerte abrazo, querida Isabel.
¡Hola..., querida María! Es cierto, no te leo por aquí. Me he alegrado muchísimo de tu visita y, sobre todo, que te gustase la publicación.
ResponderEliminarLee Miller es un ejemplo de mujer. Su capacidad de trabajo y su firme tolerancia, así como su lucha por plasmar una cruda realidad, la hace merecedora de nuestro respeto y admiración.
Un fuerte abrazo, querida María.