LEOCADIA WEISS
María Luisa Arnaiz Sánchez
Francisco Goya, 1746-1828, se exilió a los setenta y ocho años a Burdeos, donde vivían algunos amigos afrancesados. Con él se fue su ama de llaves, Leocadia Zorrilla y Galarza, de treinta y seis años, que había abandonado a su marido, Isidoro Weiss, y vivía en la Quinta del Sordo, donde Goya le hizo el retrato precedente en una de las paredes. A pesar de los cuarenta y dos años de diferencia, esta “manola”, que pasó del revoco al lienzo, fue posiblemente la amante del pintor aragonés (el eufemismo “ama de llaves” es muy viejo). Unos creen que el cerco de barras que se ve detrás de la masa informe en que se apoya es el enrejado al uso de las tumbas, otros ven la balaustrada de una cuna. Sea lo primero o lo segundo, lo cierto es que el genial pintor fue sepultado en el panteón de su amigo Goicoechea en la Gran Chartreuse. Murió un dieciséis de abril y el veintiocho Leocadia escribió al amigo del pintor Leandro Fernández de Moratín, también exiliado: “hasta tres horas antes de morir…quiso hacer testamento, decía, en nuestro fabor, y respondió su nuera que ayle tenía echo…Bastele decir a Vd. qe. soporto mi esistencia por mi pobre hija (Mª Rosario Weiss)…Molina se fue el 19 a Madrid y es el que se interesa en nuestra suerte y se encarga de saber si ay algo en el testamento, y que hablaría al hijo…(el cual) me dijo: hay tiene Vd. una cedula de mil francos y le queda a Vd. las ropas y los muebles”. El testamento de Goya era inapelable: “nombramos por nuestro único y universal heredero…al citado D. Francisco Xavier de Goya, nuestro hijo legítimo”.
Mujer con mantilla, Goya, 1824-25
No conocía esta historia de su ama de llaves. En el fondo el tío debía ser un marchoso.
ResponderEliminarLa verdad es que me resultan muy interesantes estas historias que nos cuentas de las amantes de los artistas. Algunas las conozco y otras no así que, que conste que tomo apuntes y algún día de estos te robaré alguna de estas historias.
Saludos para tí y Antonio.
Que feo está eso de zorrilla
ResponderEliminarLa verdad es que desde que leí tu comentario esta mañana le estaba dando vueltas inconscientemente al término de "balaustrada" usado en el mobiliario doméstico - en este caso referido al cabecero de una cuna - y no lo encajaba pues, siempre he visto o usado este término para definir el conjunto de balaustres de piedra o cerámica que forman una barandilla o balconada pero, después de rebuscar un poco en este mundo, a veces sincero y a veces mentiroso de Internet, leo que el balaustre entra dentro de la denominación en el diseño del mobiliario español de comienzos del XVII así que una vez más, aprendo algo más de los blogs amigos.
ResponderEliminarEs la gran maravilla de este mundo bloguero. Todos aprendemos algo de todos.
Un abrazo.
¡Hay que ver, elpresley!, me has recordado a mí misma cuando leo una palabra nueva o me sorprende una acepción. ¿Y si te dijera que “balaustre” proviene del latín “balaustium”, flor del granado, porque como adorno se parece a esa flor? A mí también me gusta aprender de otros, así que bienvenida la reciprocidad
ResponderEliminarOye, Mariano, menudo juego de palabras has propuesto… En una página de Antonio (Personajes en la sombra) sobre Rosario Weiss se decía que el marido de Leocadia la había denunciado “por infidencia, trato ilícito y mala conducta”. Pero, vete a saber. Besos.
ResponderEliminarNo conocía esta historia y se las trae. Bueno, se las traen todas aquellas donde entran testamentos e intereses. Somos, al tiempo, seres materiales y espirituales.
ResponderEliminarUn beso.
Por lo que llevo leído, pocos son los casos en los que las queridas de estos artistas han salido bien paradas. Creo que la prepotencia trae estas miserias. Un beso, Isabel.
ResponderEliminarSorprendentes historias, ML. Gracias. Un hueco en las inacabables historias de amantes de los grandes de la historia, hacen creer que siempre habrá una historia par este magnífico cesto.
ResponderEliminar