SOLEDAD MATEMÁTICAMENTE PERFECTA
Antonio
Campillo Ruiz
“En una clase de primer curso Mattia había
estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los
matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que
están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un
número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17
y el 19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y Él eran así, dos primos
gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad”.
Así expresa el joven físico teórico Paolo Giordano esta propiedad
matemática en su primera y célebre novela, relacionándola íntimamente con la soledad humana. “Cine de verano”
tiene el placer de estrenar “La solitudine dei numeri primi”, “La soledad de los números primos”, de Severino Costanza, 2010, una película cuyo guión fue escrito conjuntamente por el realizador y el novelista.
Cuando se leen ciertas críticas sobre esta película, se puede pensar, sin temor a equivocarse,
que algunas mentes están tan extraviadas como los números primos o, por el
contrario, que no se ha comprendido ni el texto literario, ni el lenguaje cinematográfico. Sí, digo incomprensión porque la
estructura narrativa cinematográfica es tan compleja como la escrita.
En 14 minutos y 12
segundos el realizador plantea al espectador los tres (también número primo) momentos que determinan un juego espacio-temporal en tres años, 1984,
1991 y 2001, de la vida de los protagonistas: Alice (Alba Rohrwacher) y Mattia
(Luca Marinelli). Posteriormente, sólo se establece la indicación de “siete
años después”. Bien, las elipsis temporales son tan enormes en la vida de los
protagonistas, que el juego narrativo empieza cuando el
espectador aprecia en qué espacio-tiempo se halla.
La narración cambia
de uno a otro protagonista y de uno a otro espacio-tiempo. Las escenas
paralelas se suceden a la vez que desentrañan la primera frase de Giordano y resulta explicable el impacto del
espectador por tener que reconstruir relaciones, facetas y comportamientos, de unos personajes que son especiales, como los números primos. La
cuestión es esta: ¿cómo se fotografía la esencia de la soledad?, ¿en una pose de
estudio o se debe realizar en un jardín? No, la esencia de la soledad no se
puede fotografiar, se tiene que percibir. Tampoco se pueden mostrar los sentimientos
íntimos que conducen a ella. Sólo un perfecto lenguaje cinematográfico consigue la sensación fílmica necesaria para que el espectador capte, escena tras escena, tiempo tras tiempo, la inteligibilidad de lo inmaterial, de los
números primos.
Cierto que la
película, quizás, podría poseer un lenguaje lineal pero no sería ésta, sería la
que cada espectador querría comprender más fácilmente. No puede ser. Severino
Costanza narra unos caracteres de una complejidad enorme. No puede expresar
visualmente, sino con la misma laberíntica dificultad, unos sentimientos
introvertidos, peculiares y especiales. Pequeños engaños fílmicos, el
preciosismo de la fotografía y los extraños sentimientos que capta el espectador, tienen una fuerza narrativa difícilmente superable.
“La
soledad de los números primos” ha sido nominada a los premios David di Donatello al mejor
director, actriz protagonista y fotografía.
NOTA: Se recuerda a los lectores que pueden encontrar a María Luisa en FULVA LUX, blog asociado a la URL: http://mlarnaiz13.blogspot.com.es
Como siempre, agradecido a este análisis tan certero.
ResponderEliminarSe me acumula el trabajo, amigo Antonio. Ya la he comprado y dentro de un rato me la voy a ver, sentado en mi pecera, cuando anochezca.
ResponderEliminarGracias.
Me la he puesto en favoritos para verla. Gracias por estas películas tan fantásticas que nos traes aquí. Besazos.
ResponderEliminarComo siempre, Amando, eres demasiado benevolente. Me hace feliz coincidir contigo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Amando.
Eres un perfecto amante de las nuevas tecnologías, Enrique.
ResponderEliminarSeguro que tienes un imponente montaje de aparatos para poder captar hasta el mínimo detalle de imagen, sonido e informática. La pecera. No tiene agua pero se pude sentir cómo estar bajo ella.
En este caso, la soledad, que sé que no te gusta, puede herir tu sensibilidad. Espero que te guste la última parte de la película.
Un abrazo, amigo Enrique.
Me agrada que te gusten, Isabel. Creo que vas a tener una gran satisfacción cuando las veas todas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.