PERTURBADORA PESADILLA
Antonio
Campillo Ruiz
El profesor Richard Wanley (Edgar G. Robinson) inicia su
conferencia diciendo: “El precepto
bíblico “No matarás” necesita una clasificación, fundada en nuestra
conocimiento más profundo de los impulsos que condicionan el homicidio”. Con
estas palabras se inicia también “The Woman in the Window”, “La mujer del cuadro” de Fritz Lang, 1944.
La especialidad del profesor, los amigos, un
estudio psicoanálitico freudiano sobre la autorrepresión sexual, considerada como
algo natural y correcto, así como la interpretación de momentos oníricos, son las
claves de un guión inteligente, basado en la novela de J. H. Wallis, escrito
por Nunnally Johnson con un sarcástico
sentido del humor e impredecible en todo momento. Si añadimos un concierto de
luces y sombras verdaderamente impresionante, interpretado por la fotografía de
Milton Krasner, podemos decir que nos encontramos ante una película que
responde a un estilo germánico y a una transgresión en el cine negro de los
años cuarenta del siglo pasado.
Alice Reed, una espléndida Joan Bennett, y los
amigos de Wanley: Frank Laloy (Raymon Massey) y Michael Barktene (Edmund Breon),
realizan un trabajo interpretativo que se encuentra arropado por las imágenes, restos
del expresionismo alemán, con unos puntos de vista no convencional para la
época y una escasa iluminación que crea un ambiente opresivo en gran parte de
la película.
El tiempo posee una importancia crucial. La visión de
diferentes relojes y la reiterada enunciación de la hora provocan una tensión
añadida. En un corto tiempo y partiendo de la lectura simbólica de “El cantar
de los cantares” del rey Salomón, como dice una voz en off, Lang hilvana toda
la narración teniendo al espectador en vilo y produciéndole pequeños
sobresaltos: “¿Quién ha dicho alambre de espino?”
Por otro lado, la lógica de lo absurdo que realiza Lang a lo
largo de todo el filme pertenece más a un estilo europeo que al estricto cine
negro americano. A través de ella consigue la complicidad con el espectador,
que ha oído en la conferencia y durante conversaciones entre los amigos motivos
y justificaciones que no solo le obligan a tomar partido en la acción, sino que
lo intranquilizan. Se establece, pues, una unión entre los aspectos
cinematográficos y fílmicos que difícilmente se producen en películas de este
género.
A pesar de haber sido nominada al Óscar a la mejor banda
sonora, creo que hay dos momentos en que la música podría haber sido más acorde
con la acción y haber añadido mayor tensión, aunque la zozobra fílmica en el
espectador es más que suficiente. “La mujer del cuadro” es para mí una más
de las genialidades de Fritz Lang y una de las más excelsas películas clásicas
de la historia del cine.
Estoy de acuerdo, Antonio. Es una grandísima película. La vi siendo joven y me impactó, me gustó muchísimo. Aparte, Edwuard G. Robinson está en estado de gracia en la peli. Después, volví a verla y a disfrutarla. ¡Magnífica!
ResponderEliminarUn abrazo, querido Antonio.
Todo un recital veraniego, amigo. Debieran mandarte al cielo, tan solo por lo que nos enseñas, muestras y/o recuerdas, sobre el séptimo arte, amigo Antonio. "Descargando estoy".
ResponderEliminarPor lo general, ya sabes Isabel, que las grandes películas llegaban a nuestro país con un retraso muy grande. Por ello, deduzco que la viste por primera vez hace poco tiempo y cuando volviste a verla sería hace unos años solamente.
ResponderEliminarLa película, por más que se empeñó la censura en hacer del profesor un mojigato no lo consiguió y, como no ha perdido ni un micronewton de fuerza, podemos volver a visionarla cuando queramos.
Cierto, es una magnífica película y el genio de Fritz Lang la impregna. Un día tenemos que hablar de la segunda dimensión espaciotemporal.
Un fuerte abrazo, querida Isabel.
"¡...Descargando vengo...!" ¡Chiiiiiissssss!, Enrique, ¡que nos van a... ¿a qué? ¡Ah! si, ¡nos van a solicitar visionarla desde tu pecera!
ResponderEliminarHombre, el cielo si es en un paseo por la zona de ingravidez, admitido. Más alto creo que no subiré.
Seguiremos explotando el filón ahora que estamos en el ecuador de su producción.
Un fuerte abrazo, amigo Enrique.