LONGITUD
Antonio Campillo Ruiz
Alexey Ezhov
Aunque en el siglo
II Ptolomeo había explicado cómo
proyectar una superficie esférica en un plano, hasta que no se reencontró su
obra, perdida durante trece siglos, no se pudo
indicar la latitud en las cartas marinas. Si Colón coronó su viaje, fue gracias
a desplazarse por un paralelo ya que atravesar meridianos era problemático al
no saberse calcular la longitud. En 1714 el Parlamento británico fijó un premio
de veinte mil libras para obsequiar a quien resolviera el problema, siempre que
su cálculo no superara medio grado de error. La solución la halló John Harrison, relojero inglés que ideó un
reloj en 1735, el Harrison 1, con el que refutó la medida del capitán del barco
donde viajaba: en lugar de estar en Starpoint como decía, su reloj indicaba estar a
sesenta millas marinas de allí. Perfeccionando su invento, en 1760 el H4
alcanzó un error de 39’2 segundos. Pese a conseguir una precisión tres veces
superior a lo estipulado, el Consejo de la Longitud creyó accidental la medición y le
ofreció diez mil libras si revelaba el secreto del mecanismo. Harrison se negó
pero terminó claudicando. Tras apelar a Jorge III, se lo reputó ganador y su
cronómetro se empezó a usar en todo el mundo.
Reloj Harrison, H 1
Gracias antonio, siempre aprendo contigo. Es impresionante. Por cierto he hecho un juego en mi blog, por si quieres participar. Un abrazo
ResponderEliminarGracias a ti, Alicia, por tu interés. Sí ya he participado. Me temo que algún comentarista no ha terminado de comprender la cadena. Es una buena idea. Con el resultado se puede escribir un relato.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Alicia.
Gracias querido Antonio. Pasar por aquí siempre es un placer. Un enorme abrazo
ResponderEliminarSiempre agradecido a ti, Mabel, por leer e interesarte por este complejo problema.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Mabel.
MARAVILLO CONTIGO, AMIGO CAMPILLO. CONTIGO ME DOY CUENTA QUE ME PERDÍ MUCHAS ENSEÑANZAS EN MI EDUCACIÓN JUVENIL.
ResponderEliminarUN ABRAZO.
Perdi-MOS, perdimos amigo Enrique. Estos problemas recuerdo haberlos estudiado en “Preu”. Había un capítulo en Matemáticas de cálculos con triángulos mixtilíneos y Astronomía. Pero siempre, siempre, quedaron unas dudas inmensas.
EliminarUn gran abrazo, querido amigo Enrique.
Ja, ja, siempre hay quien regatea los méritos de los demás y/o trata de descalificarlos. ¡Roñosos económicos y morales! Besos.
ResponderEliminarDesde luego, Isabel, ¡unos roñosos y envidiosos! Como el problemilla no era fácil creyeron que sería irresoluble. Algunos grandes científicos han suplicado el conocimiento de mecanismos que no eran suyos… Luego, ¿qué pasaba?
EliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.
Rudimentario pero precioso ese primer cronómetro de Harrison.
ResponderEliminarEl "enseñar deleitando" es uno de tus fuertes, Antonio.
Muy interesante.
Un fuerte abrazo.
Eso me parece a mi, Marisa, un precioso reloj con sus esferas de días, horas, minutos y segundos. ¡Y artesano, pieza a pieza! Una perfecta maravilla. Sabes mejor que yo que es la mejor manera de explicar cualquier suceso o aparato complejo.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Marisa.
Sabes tanto que cada vez que te leo aprendo el arte de tus historias
ResponderEliminarMil besos
No, MuChA, ni mucho menos. Desconozco tanto que debo aprender cada día más, teniendo la certeza de no poder alcanzar todo lo que quisiera saber. Me alegro de tu gran interés.
EliminarUn fuerte abrazo, querida MuChA.
Una nueva lección de tu historia real. La relojería en aquellos tiempos tenía un algo de mágico.
ResponderEliminarEs perfecta tu definición, amigo Marcos. La relojería artesanal tiene una magia muy difícil de igualar. ¡Imagina la cantidad de ruedecitas, engranajes y mecanismos relacionados todos entre sí! Es mágico.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo Marcos.
Que maravilla aprender tanto de tu blog querido Antonio. No conocía esta parte de la historia. Gracias por compartirla. Un abrazo.
ResponderEliminarPa que veas, y ahora necesitamos saber el momento en que vivimos con decimas y undecimas, como si eso sirviera para algo. El relojero ingés por lo menos ayudó a cuadricular el mundo, ahora ya no sabemos que hacer con él. Un abrazo.
EliminarLuo tu interés me agrada mucho porque cuando se descubre un proceso de investigación tan complejo como el de la longitud nos pica un poco la curiosidad e indagamos más.
EliminarLa indicación de Mariano es perfecta. El famoso reloj atómico, con una precisión inalcanzable para el pensamiento humano, puede ser que tenga una utilidad más allá de haber ayudado a comprobar experimentalmente la teoría de la relatividad general. La nueva definición de segundo, con un número exagerado de cifras decimales, es bastante incomprensible.
Un fuerte abrazo, querida Lou.
Los "British" fueron y son muy competitivos y prácticos y muy buenos marinos.
ResponderEliminarMágnífico invento!
Querido amigo, un abrazo fuerte.
Sin él, Ohma, la navegación era un caos, una aventura con tantos fracasos como descubrimientos al azar realizados. Desconocer la longitud suponía errores, a veces, irremediables.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Ohma.
¡Cómo son los científicos! Como el hombre era un simple relojero se dudó de su hallazgo y se creyó que era fruto de la casualidad o de la suerte. Menos mal que el rey acabó dándole la razón.
ResponderEliminarSaludos
Sí, Carmen, muchos científicos adolecen de poco sentido ético y una gran carga despectiva hacia personas que con su modesto trabajo pero gran ingenio resuelven problemas que “les pertenecen”.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Carmen.