CON LA SOLEDAD
Antonio
Campillo Ruiz
Nik Helbig
No me gustan las
puertas. Las puertas que abrimos, las puertas que cerramos. Siempre he vivido en el mismo barrio, de la
misma ciudad, del mismo país. A veces, un vacío lleno de gritos martilleaba mi
cabeza cuando me dirigía de un lugar a otro, de una parte de la casa a otra. A
veces, se encontraba lleno de ausencia. Ausencia indeterminada, inmaterial, falta
de algo, ausencia de todo. Era un vacío que hace temblar y rompe la trayectoria
de mi vida, la quiebra como si fuese un frágil lápiz y me impiden escribir. Es posible
que necesite escribir con la pasión de la chica que mata dulcemente con un beso
a su amante, como si me fuese continuamente de mi y no tratase de volver, con
la sorpresa de alguien que acaba de llegar de un largo viaje y se encuentra con
un andén vacío de familiares y amigos, vacío de atenciones hacia ella. Muchos
días me siento. Pienso. Vuelvo sobre mis pasos con la soledad a cuestas y me hago
preguntas de difícil solución. ¿Qué me mantiene aquí? ¿El amor? ¿A quién y por
qué? Sería natural querer a alguien pero no puedo entrar en ese carrusel de la
llamada compañía. ¿La infancia? Es posible, muy posible porque ¿qué conozco? Esta
ciudad y su pequeño entorno. Los lugares que he visitado esporádicamente no los
conozco, sólo he caminado por ellos.
A veces pienso en
una casa que tiene cristales rotos. El frío es tan intenso en su interior como
el escalofrío que siento al salir a la calle y pienso hacia dónde dirijo mis
pasos hoy. Es posible que pasee, como todos los días. Me cruzo con las mismas
personas, me siento en el mismo banco y observo. Observar es curioso. Bueno, es
una curiosidad que me gusta. Mis pensamientos vuelan mientras curioseo y mi
atención se centra en los árboles, las plantas. Me gusta que existan seres que
lo ven todo, lo viven todo silenciosamente, sin solicitar nada, sin molestar. Sus
ramas son casas al aire libre para todo tipo de animales y cuando llego al
parque con la soledad, la invito a que mire pájaros y los identifique. Casi
nunca sabe ningún nombre. Me crispa los nervios y siempre me levanto y sigo mi
paseo. No me gustan los escaparates. Parecen peceras muertas llenas de objetos
multicolores. No entiendo cómo son objeto de atracción para muchas personas que
entran en las tiendas para comprar lo que ya tienen. Sé que terminaré comiendo
en mi lugar habitual e inmediatamente caminaré a casa. No me gusta estar en
casa por la mañana, la quiero para las tardes, las largas tardes que unen día y
noche, a veces tediosas, a veces muy productivas para mi trabajo. No me gusta
trabajar. Ese maldito círculo vicioso de trabajo y dinero me parece una
desgracia para quien ama a la vida: se la lleva el trabajo porque ha tenido que
ganar dinero para vivir y poder trabajar. Quiero que me dejen caminar con mi
soledad a cuestas sin rumbo, sin meta, sola. Estoy convencida de que sólo los
locos y los inocentes saben hacia dónde se dirigen. Ellos no se encuentran con
la soledad jamás, son la soledad.
Antonio Campillo Ruiz
Una vida rutinaria pero con una gran actividad interior. Su ultima reflexión me está dando que pensar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,querido Antonio.
Sí, Ohma, parece que es rutinaria pero en realidad posee una gran riqueza cambiante. Es para pensarla por la serenidad con la que la pronuncia. ¿Pueden ser ellos la soledad?
EliminarUn fuerte abrazo, querida Ohma.
Bastante reflexiva esta postagem... gostei muito! E que pintura tão bonito, expressiva!!!
ResponderEliminarBeijos e flores de portas e janelas abertas para a vida.
Me alegro mucho que te agrade, Teca. Parece sencillo elegir una pintura para mostrar una relación con el texto y, a veces, es más complejo. Esta mujer debe reflexionar bien porque vive con la soledad, esa señora que conocemos poco.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Teca.
Me ha gustado el tono, la historia, la perspectiva: Y yo suscribo al 1000 x 1000 esta frase:
ResponderEliminar"Ese maldito círculo vicioso de trabajo y dinero me parece una desgracia para quien ama a la vida: se la lleva el trabajo porque ha tenido que ganar dinero para vivir y poder trabajar. Quiero que me dejen caminar con mi soledad a cuestas sin rumbo, sin meta, sola."
Palabra por palabras, palabra por palabra
Muchas gracias, Amando. Has realizado una pausa en el mismo razonamiento que esta mujer, convencida y sin solución posible, de la inutilidad de rodar en círculos que van quemando la vida sin percatarnos de ello. Esta desgracia, que deteriora creatividad, inteligencia y estímulos, jamás debería de haber nacido y crecido sin medida en este mundo.
EliminarUn inmenso abrazo, amigo Amando.
Una soledad de gran riqueza.
ResponderEliminarFelicitaciones, Antonio
Así lo creo yo, querida Alicia. Esta mujer puede representar, sin grandes diferencias, a un inmenso grupo de seres humanos que se encuentran conviviendo con la soledad y puede despreciarla o amarla. Te agradezco mucho tu comentario.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Alicia.
Me identifico mucho con este texto, querido Antonio. Cuántas preguntas nos acompañan a lo largo de nuestra existencia, cuánta vida se esconde en nuestro cerebro y no traspasa sus paredes, cuántos afanes para vivir o, mejor, sobrevivir... Y nosotros estamos más allá, del otro lado.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Cierto, Isabel. Tu razonamiento es perfecto. No podría ser de otra forma por dos razones: ser mujer y escritora. Sabes lo que significa el pensamiento continuo que gesta complejos mundos y sabes que, en la realidad, se debe vivir de otra forma, obligados por todo y nunca recompensados por nada.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.
Soledad....A veces le tenemos miedo a la soledad porque estando con ellas suele hablarnos de lo que por comodísimo nos evadimos en nuestra vida.La soledad es la única que nos entiende y nunca jamás cuestionará todo aquello que pensemos.
ResponderEliminarUn abrazo señor Antonio!
Alexandra, esa es la verdadera soledad: siempre nos entiende porque es nuestra. Nos pertenece por naturaleza, porque siempre estamos solos en los momentos más delicados, sombríos o delicados. Ella nos puede ayudar o hundir, según nuestra comprensión de sus reacciones. Magnifica interpretación.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Alexandra.
Amigo Antonio: +++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminarDescribir la soledad, su pasión y muerte, no es cosa de fácil redacción. Sin puertas, un vacío lleno de gritos, matar a besos a un amante, peceras muertas y una soledad a cuestas, descifra, claramente, la dirección emprendida. Es cierto, lo comparto contigo, sin duda; Estamos locos porque inocentes ya no nos es posible, estamos muy maleados.
Un abrazo, amigo
Amigo Enrique, ¡cómo me agrada este comentario! Pensamos igual porque, posiblemente, nos han maleado igual, querido amigo. ¿Por qué lo han hecho? ¿Por qué tenemos que ser suspicaces, solitarios, encerrados en esta nada mental que tanto nos cuesta haber podido encauzar solos? Hemos pasado toda una vida de labores eficaces y, a veces, desagradables y nos han dejado muy solos, sin conocer siquiera la verdadera soledad. Menos mal que nos levantamos como un ave fénix y somos capaces de pensar, incluso con tino.
EliminarUn inmenso abrazo, amigo Enrique.
La rutina siempre es mala a no ser que seamos capaces de romperla con el martillo de la ilusiones, de los sueños y de la imaginación. Volemos con la mente, viajemos a otros mundos y continentes, y dejemos de lado los malos pensamientos.
ResponderEliminarSaludos
Sí, Carmen, pero la rutina no la inventamos nosotros, nos la imponen. Esta mujer sólo se queja de tener que seguir una vida circular para poder llegar nuevamente al punto de partida, una tras otra vez. Si no lo haces te sales de las líneas marcadas y no puedes siquiera elevar la imaginación más allá de lo conocido porque si lo haces sin permiso, si te sales de la gran círcunferencia, puedes perderla. El ánimo, que me parece imprescindible para todo, no lo poseen todas las personas en igual medida. Su posible debilidad les amenaza por siempre.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Carmen.
Con esta entrada, cuánto siento terminar de leerla, desearía que siguieran más y más y más renglones. Es tan rica y natural la manera de fluir de tu mente a la mía(lector). Pues logras hacer creer que en vez de leerla la pensáramos o la sintiéramos, independientemente de si nos identificamos con la postura o no. Es una escritura sumamente mágica. Te aplaudo de pie! y,
ResponderEliminarTe abrazo, con mucha admiración!!
¡Prometido, Sara! La próxima vez escribo siete páginas. Es broma. Tu comentario es muy halagador y el hecho de ponernos en comunicación a través de lo relatado es signo de comprensión personaje/lectora porque, una vez que el personaje habla, es él quien se adueña de lo que piensa y siente.
EliminarMuchas gracias.
Un fuerte abrazo, querida Sara.
Buenisimo. La rutina a veces quema, y la soledad tambien. Un abrazo
ResponderEliminarUnas grandes verdades, Alicia. Es frecuente que Dª Rutina y Dª Soledad sean muy amigas. El problema es separarlas para que no puedan criticarnos y horadar nuestra mente de vez en cuando.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Alicia.