LADRÓN DE SÁBADO
Antonio Campillo Ruiz
Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: “¿Por qué irse tan pronto, si se está tan bien aquí?” Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la situación, pues el marido -lo sabe porque los ha espiado- no regresa de su viaje de negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.
Robert Doesburg
Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: “¿Por qué irse tan pronto, si se está tan bien aquí?” Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la situación, pues el marido -lo sabe porque los ha espiado- no regresa de su viaje de negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.
A Ana, preocupada
por Pauli, mientras prepara la cena se le ocurre algo para sacar al tipo de su
casa. Pero no puede hacer gran cosa porque Hugo cortó los cables del teléfono,
la casa está muy alejada, es de noche y nadie va a llegar. Ana decide poner una
pastilla para dormir en la copa de Hugo. Durante la cena, el ladrón, que entre
semana es velador de un banco, descubre que Ana es la conductora de su programa
favorito de radio, el programa de música popular que oye todas las noches, sin
falta. Hugo es su gran admirador y, mientras escuchan al gran Benny cantando “Cómo
fue” en un casete, hablan sobre música y músicos. Ana se arrepiente de dormirlo
pues Hugo se comporta tranquilamente y no tiene intenciones de lastimarla ni
violentarla, pero ya es tarde porque el somnífero ya está en la copa y el
ladrón la bebe toda muy contento. Sin embargo, ha habido una equivocación y quien
ha tomado la copa con la pastilla es ella. Ana se queda dormida en un dos por
tres.
A la mañana siguiente Ana despierta completamente vestida y muy bien tapada con una cobija en su recámara. En el jardín, Hugo y Pauli juegan, ya que han terminado de hacer el desayuno. Ana se sorprende de lo bien que se llevan. Además, le encanta cómo cocina ese ladrón que, a fin de cuentas, es bastante atractivo. Ana empieza a sentir una extraña felicidad.
A la mañana siguiente Ana despierta completamente vestida y muy bien tapada con una cobija en su recámara. En el jardín, Hugo y Pauli juegan, ya que han terminado de hacer el desayuno. Ana se sorprende de lo bien que se llevan. Además, le encanta cómo cocina ese ladrón que, a fin de cuentas, es bastante atractivo. Ana empieza a sentir una extraña felicidad.
En esos momentos
una amiga pasa para invitarla a comer. Hugo se pone nervioso pero Ana inventa
que la niña está enferma y la despide de inmediato. Así los tres se quedan
juntitos en casa a disfrutar del domingo. Hugo repara las ventanas y el
teléfono que descompuso la noche anterior mientras silba. Ana se entera de que
él baila muy bien el danzón, baile que a ella le encanta pero que nunca puede
practicar con nadie. Él le propone que bailen una pieza y se acoplan de tal
manera que bailan hasta ya entrada la tarde. Pauli los observa, aplaude y,
finalmente, se queda dormida. Rendidos, terminan tirados en un sillón de la
sala.
Para entonces ya se
les fue el santo al cielo, pues es hora de que el marido regrese. Aunque Ana se
resiste, Hugo le devuelve casi todo lo que había robado, le da algunos consejos
para que no se metan en su casa los ladrones y se despide de las dos mujeres
con no poca tristeza. Ana lo mira alejarse. Hugo está por desaparecer y ella lo
llama a voces. Cuando regresa le dice, mirándole muy fijo a los ojos, que el
próximo fin de semana su esposo va a volver a salir de viaje. El ladrón de
sábado se va feliz, bailando por las calles del barrio mientras anochece.
Gabriel García Márquez
Qué fascinante es en cualquier texto, verdad. Me encanta! Gracias por traerlo a tu casa, para deleitarnos con el extraordinario Gabo.
ResponderEliminarFuerte abrazo!
Sí, Sara, es un relato que sugiere cómo contar, cómo poder conseguir una estructura literaria amena y, lo más importante, cómo salvar las causas o efectos que se pueden olvidar al escritor. La didáctica de García Márquez para enseñar a escribir e inventar es insuperable.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Sara.
La huella tierna de Gabo es una absoluta delicia.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, querido Antonio, y gracias por la joya.
Así lo creo yo también, Isabel. La invención de historias y su posterior confección mediante la estructura de palabras, posee en García Márquez la potencia de la prosa pura.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.
Muchas gracias por compartir este relato tan inmenso.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.
Me complace mucho tu gusto , Amalia. Es como lo defines: inmenso. Le pondría un calificativo que siempre se repite en sus relatos cortos. aleccionador..., para los escritores y amantes de introducirse en el mundo de las palabras.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Amalia.
EMOCIONANTE, INTENSO E INESPERADO DESENLACE, AMIGO ANTONIO. GGM siempre es sorprendente.
ResponderEliminarAh, y ya sabes ... No dejes de escribir nunca
Mi querido Enrique, como nunca dejo de leer a los grandes no tengo más remedio que, a pesar de mi torpeza, tratar de hacerles caso en sus lecciones magistrales. Además, por suerte te tengo a ti que me empujas y siempre te hago caso: prometido, mi querido amigo, siempre estaré entre palabras para que alguna vez las encaje bien para todos vosotros. Por otro lado, Enrique, como dices, estas pequeñas pero emocionantes, sorprendentes e intensas historias, son el substrato sobre el que debe arraigar la imaginación.
EliminarUn inmenso abrazo, querido Enrique.
Ladrón de corazones..., ¡como éste tenían que ser todos!, qué delicia de relato, me gusta que se gusten y se disfruten...
ResponderEliminarGracias Antonio, siempre nos traes historias alucinantes y preciosas.
Un abrazo!
Pues, mira Beth, no somos todos así porque os asustáis de nuestras "muy buenas acciones" como ladrones de corazones. Por supuesto, todos los ladrones de los sábados y todas las mujeres asaltadas se gustarían inmediatamente, se querrían con ilusión pero sin prisas, tendrían en común tantas ilusiones como esperanzas y siempre se sentirían sorprendidos uno por el otro. Creo que es una nueva definición de nuevas relaciones humanas. Cuando alcance la palabra que las define te la regalaré. Muchas gracias por tu comentario, es muy alentador.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Beth.
Celebro que publiques este cuente corto de GABO, el maestro!!
ResponderEliminarLas imágenes son excelentes.
Un abrazo para ti ,Antonio
Me alegro que te haya gustado, Elsa, cuando has releído este cuento del maestro de las palabras. Y me alegro doblemente que te hayan gustado las imágenes de este artista que poseen la fuerza de un atractivo subyugante.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Elsa.
Antonio, bonito y enternecedor relato del este ladrón de corazones. supongo que cuando sales en ese plan de ladrón, no sabes lo que te vas a encontrar y eso debe ser fascinante, de hecho el conocer a las personas lo es, pero en persona, no on-line como sucede hoy
ResponderEliminarUn abrazo tocayo
Mi querido amigo y tocayo, cierto, muy cierto. Es el gran defecto de las famosas palabras asumidas por nuestro siempre receptivo idioma: on line. Nos mantiene a raya por diversos motivos, entre uno de los más importantes la distancia. Como siempre, nuestro exasperante conformismo con este sistema binario nos impide poder tener una charla en directo, hablando y mirándonos a los ojos, opinando y dejando opinar, sabiéndonos en gestos y argumentos... Cierto, Toni, este mundo moderno nos pone en contacto pero no deja que disfrutemos unos de los otros. Como siempre debemos llegar a la frase que siempre repiten los jóvenes actuales y que me irrita, "es lo que hay..." No, no debe ser usted conformista, debe luchar por lo que en realidad hace la vida más real...
EliminarUn fuerte abrazo, Toni..., tocayo.
Fascinante versión la que ha hecho García Márquez del síndrome de Estocolmo, esa malainterpretación de la ausencia de violencia por parte de la víctima, pero es imposible negar, a pesar de todo, que el relato resulta encantador.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Antonio.
Cierto, Marisa. Es una visión absolutamente cierta de este síndrome. A pesar de ello, ser ladrón de corazones es tan delicado como tierno. Se puede llegar a obtener aquello que siempre esperó la víctima pero que nuca ha pensado siquiera alcanzar. Con una delicadeza que es digna de un ladrón bueno, el que estaba a la derecha, claro. Pero lo más importante es aprender a ser bueno siendo malo. Es una visión muy diferente de la concepción de la eterna lucha entre el bien y el mal. Como siempre, touché...
EliminarUn fuerte abrazo, querida Marisa.
Siempre es bueno recordar los buenos, sábados mediante, Gabo entre ellos.
ResponderEliminarAbrazos, Antonio.
¡Mi querida Alicia! Siempre me encanta que te des un paseo por esta maraña de escritos, propios y ajenos, que es esta casa. Sí, siempre es importante recordar los sábados en los que nos robaron, queriendo, claro, el corazón o, al menos un trozo del mismo. García Márquez es un mago de estos buenos ladrones. Tienes un e-mail.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Alicia.
Nadie como García Márquez podía hacer del tan controvertido síndrome de Estocolmo un relato en el que los lectores acabemos sintiendo la misma reacción sicológica que la víctima.
ResponderEliminarUna joya de cuento, sin duda.
Gracias por haberme hecho disfrutar de él, querido Antonio.
Un abrazo.
No, querida María José, no me lo agradezcas a mí. Hazlo a la maestría de García Márquez, a la potencia y pureza de su prosa y a quienes siendo buenos deben robar corazones para poder tener unos días de descanso en esta agitada vida. En efecto, creo que es tan potente el relato que los lectores lo vivimos como propio y nos apoderamos de los personajes y los sustituimos por nosotros. ¡Querríamos tanto que fuese cierto el relato en nuestra vida...!
EliminarUn fuerte abrazo, querida María José.
Es que Gabo es mucho Gabo, como tu que eres mucho Antonio.
ResponderEliminarBesoss
Gracias, Inma, pero el escritor es García Márquez... Como me estimas..., pues eso..., te agrada mi selección. Sí, Inma, los cuentos y relatos cortos de García Márquez son extraordinarios y únicos.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Inma.
Fascinante historia hija del azar al confundir las copas, las cosas pasan a pesar de nosostros mismos, quien puede predecir el destino. Podríamos hacer cierto aquello de "todo es para bien".
ResponderEliminarAsí es, Marcos. Una confusión conlleva un cambio en el futuro de estos dos seres que nacen a la imaginación de cada lector. Su inquietante historia provoca una alta dosis de sana envidia por conocer qué sucederá durante los próximos sábados.
EliminarUn abrazo, Marcos.
¡Qué bonita y feliz historia!
ResponderEliminarUn abrazo Antonio