DISPUTA POR SEÑAS
Antonio Campillo Ruiz
Tomasz Setowski
Sucedió una vez que los romanos, que
carecían de leyes para su gobierno, fueron a pedirlas a los griegos, que sí las
tenían. Estos les respondieron que no merecían poseerlas, ni las podrían
entender, puesto que su saber era tan escaso. Pero que si insistían en conocer
y usar estas leyes, antes les convendría disputar con sus sabios, para ver si
las entendían y merecían llevarlas. Dieron como excusa esta gentil
respuesta.
Respondieron los romanos que aceptaban de buen grado y
firmaron un convenio para la controversia. Como no entendían sus respectivos
lenguajes, se acordó que disputasen por señas y fijaron públicamente un día para
su realización.
Los romanos quedaron muy preocupados, sin saber qué hacer,
porque no eran letrados y temían el vasto saber de los doctores griegos. Así
cavilaban cuando un ciudadano dijo que eligieran un rústico y que hiciera con
la mano las señas que Dios le diese a entender: fue un sano consejo.
Buscaron un rústico muy astuto y le dijeron: "Tenemos
un convenio con los griegos para disputar por señas: pide lo que quieras y te
lo daremos, socórrenos en esta lid".
Lo vistieron con muy ricos paños de gran valor, como si
fuera doctor en filosofía. Subió a una alta cátedra y dijo con fanfarronería:
"De hoy en más vengan los griegos con toda su porfía". Llegó allí un
griego, doctor sobresaliente, alabado y escogido entre todos los griegos. Subió
a otra cátedra, ante todo el pueblo reunido. Comenzaron sus señas como se había
acordado.
Levantóse el griego, sosegado, con calma, y mostró sólo un
dedo, el que está cerca del pulgar; luego se sentó en su mismo sitio. Levantóse
el rústico, bravucón y con malas pulgas, mostró tres dedos tendidos hacia el
griego, el pulgar y otros dos retenidos en forma de arpón y los otros
encogidos. Se sentó el necio, mirando sus vestiduras.
Levantóse el griego, tendió la palma llana y se sentó luego
plácidamente. Levantóse el rústico con su vana fantasía y con porfía mostró el
puño cerrado.
A todos los de Grecia dijo el sabio: los romanos merecen las
leyes, no se las niego. Levantáronse todos en sosiego y paz. Gran honra
proporcionó a Roma el rústico villano.
Preguntaron al griego qué fue lo que dijera por señas al
romano y qué le respondió éste. Dijo: "Yo dije que hay un Dios, el romano
dijo que era uno en tres personas e hizo tal seña. Yo dije que todo estaba bajo
su voluntad. Respondió que en su poder estábamos, y dijo verdad. Cuando vi que
entendían y creían en la Trinidad, comprendí que merecían leyes certeras".
Preguntaron al rústico cuáles habían sido sus ocurrencias:
"Me dijo que con un dedo me quebraría el ojo: tuve gran pesar e ira. Le
respondí con saña, con cólera y con indignación que yo le quebraría, ante toda
la gente, los ojos con dos dedos y los dientes con el pulgar. Me dijo después
que de esto que le prestara atención, que me daría tal palmada que los oídos me
vibrarían. Yo le respondí que le daría tal puñetazo que en toda su vida no
llegaría a vengarse. Cuando vio la pelea tan despareja dejó de amenazar a quien
no le temía".
Por eso dice la fábula de la sabia vieja: "No hay mala
palabra si no es tomada a mal. Verá que es bien dicha si fue bien
entendida".
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
NOTA IMPORTANTE.-
Desde el pasado día 28
de febrero, un error informático me impide poder realizar comentarios, entre
otras anomalías, en las publicaciones de los blogs amigos. Siento mucho el
contratiempo y espero solucionar el problema lo antes posible.
PUBLICACIÓM PROGRAMADA.
PUBLICACIÓM PROGRAMADA.
GENIAALL, ANTONIO, te mereces la PALMA, la del griego: todo bajo la voluntad. O lo que es lo mismo, a buen entendedor....
ResponderEliminarClásico el relato! La necedad de unos puede resultar sabiduría para otros, o viceversa.
ResponderEliminarA buen entendedor sobran palabras.
Saludos amigo Antonio.
¡¡Genial relato!!.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo muy fuerte, querido amigo.
Las respuestas romanas eran totalmente agresivas, pero con la democrata Grecia fueron tomadas como inteligencia.
ResponderEliminarMAGNÍFICO, AMIGO ANTONIO. SABÍA DE ROMANOS Y DE GRIEGOS PERO HOY HE SUPERADO LA BARRERA DEL CONOCIMIENTO, LA DE LA FUERZA Y LA DE LA RAZÓN. APRENDO MUCHO CONTIGO, AMIGO.
ResponderEliminarUN ABRAZO.
Sí confias en la nobleza de quien te "insulta" es raro que lo tomes a mal. Por lo que parece es muy importante la disposición de confianza que tendamos al otro.
ResponderEliminarEste es un texto del que se pueden extraer muchas y diferentes conclusiones. Y el caso es que ámbos sin entenderse llegaron a buen puerto, jejeje. Magnífica fábula!
Bicos,querido amigo.
Espetacular, mestre! Um luxo de escrito! Bravo, bravo!!!
ResponderEliminarBeijo.
Que buena fábula, amigo, también me encantó la imagen y sobre todo la escogencia de los textos para ponernos a pensar...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Antonio
Hola ANtonio, esta mañana me he desayunado bien y rematado mejor leyendo este gracioso post, buenísimo,
ResponderEliminarEn este mundo hostil hace mucha falta la filosofía, nos dejarnos llevar por los malos pensamientos, ya lo dice el refrán..
piensa mal y acertará. Espero que esta crisis nos traiga a todos mejores pensamientos
Un abrazo tocayo
Cada cual vio en las señas lo que quiso aun no siendo capaz de entender al otro. Genial forma de demostrar que los seres humanos somos capaces de entendernos mediante la diplomacia y el diálogo, sin llegar nunca a las manos.
ResponderEliminarUn saludo
Un gran genio el arcipreste de Hita narrando historias.
ResponderEliminarLo cierto es que todo depende de la manera en que lo interpretemos y que cada uno de nosotros tiene una verdad a su gusto.
Ha sido una gozada leerte.
Por favor, a ver si les envías una copia de la entrada a esos dos que no logran pactos de Estado. Que escojan cada uno al más necio de su banco y entre eso y por señas, quizá tenemos más éxito
ResponderEliminarTodo es cuestión de interpretación. Da igual que el mensaje sea escrito, hablado o por señas, como es el caso.
ResponderEliminarUn abrazo