CAMBIO CLIMÁTICO
Antonio
Campillo Ruiz
Observamos
con preocupación un continuo aumento de las temperaturas ambientales, una
disminución de las precipitaciones y de la disponibilidad de agua, la reducción
de la productividad de las aguas pesqueras, desajustes entre animales
predadores y sus presas, pérdida de biodiversidad, aumento de catástrofes
naturales e importantes afecciones sobre la salud humana. Estas son algunas de
las características más importantes de un cúmulo de cambios que percibimos en
un entorno que, sin ninguna duda, estamos maltratando sin consideración.
Si
nos referimos a un solo país como representante de todos, el nuestro, España, las
conclusiones de un estudio sobre los impactos del cambio climático, elaborado por la Oficina
Española de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente y el Departamento
de Ciencias Ambientales de la Universidad de Castilla-La Macha y en el que han
colaborado 400 investigadores, plantea dos escenarios posibles: uno basado en
que las emisiones a la atmósfera de los gases de efecto invernadero sean en
2100 un 120% superiores a las actuales; y otro basado en que esas emisiones
aumenten a un ritmo menor y al final del siglo sean sólo el doble que en la
actualidad. Unas cifras, en todo caso, muy alejadas del Protocolo de Kioto establecido
para España. Según los datos calculados, en el interior peninsular las
temperaturas aumentarían entre cinco y siete grados en verano y entre tres y
cuatro en invierno, en el primer caso, y un grado menos cumpliendo las normas
del segundo. En la periferia de la península y en Baleares, el calentamiento
sería de dos grados menos que en el interior, y en Canarias tres grados menos
en verano y dos grados menos en invierno.
Más
heterogéneos serían los cambios que afectarían a las precipitaciones, puesto
que en invierno sería previsible que aumentasen en el noroeste y disminuyesen
en el sureste, aumentarían además muy significativamente las temperaturas
máximas extremas, y disminuirían los días que registrasen mínimas extremas, las
zonas más vulnerables serían los deltas y podrían causar la pérdida de un
importante número de playas sobre todo en el Cantábrico, así como la inundación
de buena parte de las zonas bajas costeras como el delta del Ebro, Llobregat,
Manga del Mar Menor o la costa de Doñana. Un verdadero caos al que tendrán que
adaptarse los habitantes de estos años, en muy corto plazo, teniendo en cuenta
que la unidad de medida universal en los fenómenos cosmológicos es el millón de
años.
Todos
los estudios apuntan en esta dirección, sin embargo, ¿quién puede asegurar que
este hecho no se ha producido periódicamente a lo largo de la edad de nuestro
planeta? Nuestra Tierra posee un movimiento, además de la traslación alrededor
del Sol y la rotación sobre su eje, el movimiento de precesión, al que tenemos
poca consideración. Mucha menos le damos a la nutación en la precesión. El eje de la
Tierra se encuentra inclinado, con respecto a la vertical trazada de Polo a
Polo, 23º 27’ y gira hasta su sentido contrario en un período de 25.765 años. En
este giro se produce la nutación ondulada, en el que cada pequeña elipse o
bucle posee un período de 18,6 años, produciéndose en un movimiento de
precesión completo unos 1.300 bucles. Se comprende sin fórmulas ni matemáticas
solo con visionar atentamente las figuras que se adjuntan. Las estaciones
dependen de estos movimientos y de la inclinación de la Tierra pero, ¿es un
fenómeno que se está produciendo en el momento actual?
Si así fuese, la
contaminación y maltrato a la Naturaleza tendría un sentido racional pero
incompleto: el movimiento de precesión estaría cambiando hacia el lado
contrario y por tanto los cambios climáticos del entorno serían brutales. ¿Qué es
lo que ocurre? No, no se puede precisar. ¿Qué el efecto invernadero podría
precipitar tal cambio? Inequívocamente. ¿Qué los políticos son quienes pueden
cambiar esta situación? De risa. No saben ni cómo gira un trompo. ¿Qué los
científicos estudiarán este gran problema? Sin duda, cuando ya no exista
solución porque no les dejarán investigar en profundidad antes. Es
imprescindible una investigación muy seria, sin intereses personales, para
frenar o paliar este fenómeno en función de su verdadera naturaleza y
restablecer el equilibrio entre todos los seres de la Tierra.
Es importante visionar el documental a plena pantalla.
Perfecta tu exposición, Antonio, sobre el cambio climático siempre ayudándote de dibujos y vídeos, clase magistral; yo, como me gusta ser práctico en la vida, diría que ante este panorama, debemos acostumbrarnos a sufrir de una manera natural los cambios y temperaturas mas extremas, por ejemplo, no acostumbrarnos al climatizador, eso nos hará mas débiles ya que nos lo hemos ganado a pulso el mal que hemos hecho, ahora tenemos que apechugar y poner todo a nuestro alcance para remediarlo a largo plazo, otro ejemplo, seria el acostumbrarnos al reciclaje, no a los plásticos, si´a comprar, como antes, al granel, y muchas mas cosas que se pueden y debemos hacer.
ResponderEliminarUn abrazo tocayo
Excelente texto,muy profesional y educativo!
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ResponderEliminarMiedo me da saberlo, maestro Campillo, no obstante, tengo la impresión de que todos hablan del desastre que se nos avecina pero muy pocos se lo toman en serio y, desde luego, nadie hace nada.
ResponderEliminar¿Cuál será el misterio?
Lastimoso lo que hacemos los racionales...
ResponderEliminarBesos muchos
Y luego dicen que el cambio climático es una invención. En mi tierra serrana la gente mayor recuerda las nevadas de un metro, el río helado y los sabañones que les salían en orejas, nariz y dedos durante el invierno. Ahora no se produce nada de eso. Una o dos nevaditas al año que no preocupan y un frío pasable. A veces pienso si la percepción del frío de antes era distinto del de ahora, con aquella posguerra de hambre y necesidad en la que poca gente podía disponer de una chimenea para calentarse.
ResponderEliminarUn saludo
Querido Antonio, no me puedo hacer con la dirección de tu correo.
ResponderEliminar(Mi P,.C. hace cosas raras, estoy esperando al técnico)
Te dejo la mía por si tienes a bien enviarme unas letras para poder
responderte a un tema pendiente, es; sena.mama.mmilagro@gmail.com
Un abrazo de todo corazón, querido y admirado amigo.
Llegado a un punto, tu exposición se abre al razonamiento que siempre me asalta cuando leo estudios del tipo que presentas: “¿quién puede asegurar que este hecho no se ha producido periódicamente a lo largo de la edad de nuestro planeta?” Es tranquilizador leer a alguien con profundos conocimientos de algo tan serio, cuando lo usual es ver pontificar sobre ello a criaturas sin la más mínima preparación. Los intereses frenan a políticos de bien, a los científicos se les corta la financiación y los auténticos saturadores de gases nocivos se niegan a firmar en Kioto. Cierto. Pero desde mi humilde mirada yo he sido testigo de cómo han ido cambiando los malos usos visibles, empezando por las cloacas que desembocaban en mi playa barcelonesa y de cómo, gracias al tesón de sus vecinos, empezó a gestarse la regeneración de Portmán. Creo que algo positivo debe haber en el fondo de la sociedad o en el mismo núcleo de la Naturaleza, que nos ha ido salvando a través de milenios. O quiero creerlo, querido amigo.
ResponderEliminarMUY CLARO.... Me da miedo que estemos destruyendo el planeta y nadie haga nada, hay tantooooo por hacer Ojala los seres humanos tomemos un poquito de conciencia.
ResponderEliminarSaludos desde argentina y GRACIAS por compartir esta entrada
tus textos me llevan ala escuela donde me quedaba fascinada escuchando al profe todo lo que el sabia
ResponderEliminarEs un placer enorme leer tus textos. La verdad es que esta entrada me parece digna de premio por una explicación tan excelente.
ResponderEliminarGracias, querido Antonio y un abrazo muy grande.