DEMASIADO BUENO PARA
VENGARSE
Antonio
Campillo Ruiz
Una sentencia, que puede ser cierta, abre en
off una película en la que se tratan de representar sentimientos y pasiones que
evolucionan sobre la justificada posibilidad de venganza del personaje al que se quiere
destruir. Amor y desamor, unión recta y depravación moralista, son las bases de
la sentencia que justifica el nombre de la película, “Impact”, “Impacto” de Arthur Lubin, 1949, año en el que se
rodaron varias adaptaciones de escritores clásicos famosos, utilizando en todo
momento los mismos aspectos moralizadores nacidos de la maldad, pretendidamente
unida a la naturaleza del ser humano.
En
muchas ocasiones, demasiadas, los prospectos de publicidad de muchas de las
películas de la Historia del Cine han sido confeccionados por artistas que
sintetizan muy acertadamente algunos aspectos de la película publicitada. Otras
veces, aparecen instantáneas, momentos, que no existen ni en el guión ni en los
fotogramas que visionamos los espectadores. ¿La causa? Pues, sencillamente que el artista
no ha visto ni una sola imagen de la historia que se narra. Hagamos un breve
estudio comparativo entre uno de los prospectos y las fotografías de la
película. Lo comprenderemos con rapidez.
La incomprendida atracción hacia lo prohibido
sorprende poco al espectador, ante la mente enérgica y lúcida de un trabajador
que ha llegado a la cima del poder. ¿Por qué no realizar los sueños que siempre
fueron el único eje de atención de quienes siempre se encuentran sometidos a
esa cuidada y atenta altanería? Esta es la tentación que provoca planes propios
y deseos de una libertad que, pudiéndola obtener por otros medios, no
produciría los beneficios que se pretenden alcanzar con una malvada trampa. La
bondad, la confianza y la atención continua, no importan demasiado sino para
obtener más caprichos que, sin estar demasiados definidos, el espectador capta
con una simple mirada que siempre es superficial, de desprecio.
Podríamos
separar en dos partes bien diferenciadas la historia que se narra. La ira, otra
de las malditas condiciones moralistas, no alcanza al protagonista, demasiado
bueno para llegar a ser un vengador despiadado. Aplicando la habilidad que le ha
elevado a la cima, sin olvidar los hechos que acontecen lejos de él y por él,
introduciéndose en un ambiente que le relaja y le hace vivir unos meses de paz
que son precisamente los que ha buscado durante toda su vida, sigue poseyendo
la virtud de la bondad y trata de redimir aquello que, posiblemente, ha sido
provocado, en parte, por él. En su exceso de confianza, no percibe la misma
tela de araña que se tejió en un principio para que se enredase en ella, vuelve
a cumplir su cometido con una eficacia perturbadora.
La
acción transcurre con tiempos cinematográficos irregulares. El espectador
aprecia un tiempo fílmico que le lanza a una acción de rapidez casi violenta,
unas veces y otras, es tan reposado y transcurre con tal lentitud que pareciese
que el director quisiera resaltarlo por la importancia que tendrá en la
historia narrada. Sin embrago, no es así. El tiempo fílmico se desliza con
irregularidades que, sin ser exageradas, son muy diferentes. Lo mismo sucede
con las representaciones de los actores y actrices, se ponen en movimiento
frenético en determinados momentos, que sí, es cierto que son importantes, pero
no por ello deben pausar la representación de su personaje hasta una normalidad
que se aprecia ficticia. La fotografía es de un negro bueno sin alcanzar la
excelencia de la marcada separación negro/blanco lacerante y dura de películas
que, como esta, son de cine denominado policiaco. Esta, no entra en los
parámetros de guiones duros, es simplemente una historia de amor y bondad
convertidos en otra historia que sí deja el director que el espectador piense
que será ciertamente de un amor y una bondad muy diferentes a los vividos. Así, se cumple la sentencia en off que se dicta en un principio.
Arthur Lubin
Es importante visionar la película a plena pantalla.
Estas películas policiacas, en blanco y negro, resultan impactantes
ResponderEliminarMe encantará verla.
ResponderEliminarMuchas gracias por darme la oportunidad.
Un abrazo bien grande.
Una vez mas otra maravilla que nos regalas, con una impresionante entrada.
ResponderEliminarBesos muchosss
Nací, justo, en ese año, maestro Campillo. La voy a saborear con especial cariño.
ResponderEliminarFeliz noche.
Haces un estudio impactante de la peli, :)
ResponderEliminarMe pareció una peliciula que engancha. Deseas llegar al final para que la "mala" sea descubierta y pague por su maldad.
Muy buena, querido Antonio.
Besos.