LA HUMILLACIÓN
Antonio Campillo Ruiz.
Quien vive
entre los deleites y
los vicios ha
de expiarlos luego
con la
humillación y la miseria.
Johann Christoph Friedrich von Schiller
De entre los animales que pueblan nuestro
planeta, un bípedo, mamífero, de la especia denominada humana es, posiblemente,
el que ha poseído mejores medios para evolucionar pero el peor evolucionado de
todos. Su capacidad para poder pensar más allá de lo que él mismo denomina
actos reflejos, no inteligentes o fruto de aprendizajes demasiado lentos y de
naturaleza repetitiva, ha generado en su cerebro ciertas pautas que atentan coontra
su propia subsistencia. Esta involución o evolución negativa, es provocada, en
la mayoría de los aspectos de su comportamiento, por la casi nula voluntad de
perfeccionamiento del grupo al que pertenece como animal social. Es muy frecuente
que escuchemos, veamos o leamos, que tales o cuales animales son sociables y
conforman grupos con una estructura interna particular que conlleva una
comunicación, una coordinación general de todos sus componentes y una jerarquización
en poderes. Bien, en el caso del animal humano ocurre lo mismo sólo en
olvidadas tribus que poseen un aislamiento que ha provocado una evolución más lenta
desde su aparición en la Tierra.
El fabuloso animal más poderoso del planeta inventó el bien y el mal, generando el terror de ser separado del grupo mediante atroces tormentos o suntuosos regalos, pero siempre en su propia soledad, atrapado en sí mismo por siempre. Estableció rutinas para prevenir lo que no estaba ni siquiera inventado. Dictó leyes que protegían o facilitaban una escasa y preconcebida línea imaginaria que, llevando desde el bien al mal, y viceversa, siempre debería romperse para no quedar unidas jamás. Y, en fin, situó una estructura vertical y difícilmente alcanzable por cualquier miembro de la comunidad, porque únicamente podían llegar a tan alto mérito quienes ordenaban los aspectos más rígidos de lo que se establecía.
Con poco dolor y muchos agravios se parió un
entorno pleno de nada, de gran valor científico puesto que permitía limitar las
necesidades generales del grupo en beneficio de la muy oportuna dilapidación de
recursos, cambiando estos, por absurdas necesidades creadas artificialmente
para solaz y entretenimiento de quienes, a pesar de sentirse vejados, se
entretenían con ellas. Creada por los orgullosos inventores de la nada, la
palabra civilización toma cuerpo y distingue, con suficiente ignorancia, grupos
sociales que poseen diferentes medios para desarrollar la inmensa capacidad de
su poder mental, apareciendo así los enfrentamientos entre quiénes deben ser
las civilizaciones más civilizadas y las más desastrosamente desechadas. Y poco
a poco, este animal bípedo, humano, confunde el tiempo y el espacio en provecho
propio fijándose solamente en el artilugio creado para la medida de tales
parámetros y así poder analizar con orgullo sus avances, solo avances, jamás
ningún retroceso, jamás ningún sonoro fracaso porque, de producirse, la inmensa
grandeza de la conformación de los miembros del grupo no sería valorada como
invento de quien es más poderoso, más intrépido, más merecedor de loas y
espavientos.
Wil Wilson
La concentración de tantos bípedos humanos
ocasiona un desolado desierto allí donde más existen. Se refugian de una
realidad que les agobia al comprobar que se han convertido en los inexistentes
habitantes de una inmensa población grupal con diferentes civilizaciones que
les mantienen separados. Mientras, los especiales inventores de este
contrasentido no ven los árboles del bosque en el que se introducen sin retorno
posible. Sus ingeniosas investigaciones les llevan a indagar en algo que
denominan “naturaleza humana”. Y, sin esclarecer demasiado su significado
descubren lo fácil que resulta que los males provengan todos de quienes poseen
un vacío singular: soportar el peso de las diferentes civilizaciones con su
esfuerzo y tesón. La solución está alcanzada. Con el menosprecio y la
humillación de estos bípedos humanos se puede alcanzar el sometimiento a todo tipo
de consignas, atropellos, vejaciones, violencia y abusos. Pero antes de este
sometimiento se debe producir ineludiblemente la humillación. Una humillación
que produce unas profundas huellas al caer de hinojos ante los creadores de una
palabra que nace con desprecio: la injusticia. ¿Quién vive entre deleites y vicios?
¿Quién debe ser humillado? ¿El miserable creador y defensor de una estructura
social podrida o quienes la conforman? Día a día, el animal bípedo, de la
especia humana, es humillado por la inmoralidad y anormalidad de quien,
burlándose de él, le abandona, le posterga y le somete.
Antonio
Campillo Ruiz
Wil Wilson
Vaya....
ResponderEliminarcon què precisiòn has descrito la incongruencia de este bipedo. Fuerte, real y un poco desilucionante....
Abrazos càlidos caro Antonio.
Tengo un buen amigo con el que compartimos algunas desilusiones y manifestaciones tangibles sobre la existencia de la estupidez humana. Pensamos, como primea razón para ello que la humana es la única raza que tiende a la autodestrucción.
ResponderEliminarMagnífico texto, maestro Campillo.
¡¡Qué maravillosamente lo has descrito!!.
ResponderEliminarUn texto excelente.
Un abrazo grande.
Una entrada magistral, Antonio. Bien estructurada y bien expuesta en la que nos refieres la fuerza y los grandes errores del ser humano junto con sus miserias.
ResponderEliminarNo sería yo capaz de exponerlo mucho mejor.
Para eso te tengo a ti.
Un descubrimiento decisivo de quienes dirigen el mundo desde su laboratorio, fue comprobar que cuando a base de normas al hombre se le impide desde la niñez desarrollar su capacidad de respuesta, llegará a ser un adulto sin los mecanismos de rebelión ante la injusticia. En su fuero interno ese individuo sabrá que lo que le sucede no debe ser así, que él desea vivir de otra manera, pero carecerá de los elementos orales precisos para verbalizar su descontento. De ahí la importancia de la familia y ciertos educadores para configurar el organigrama del hombre libre, para que sepa cuidarse y a la vez conozca cómo expresar su desacuerdo. Y de ahí la maravilla, de que a veces en sociedades donde el pensamiento único lleva generaciones conformando una sociedad monolítica sin contestación posible, de repente surja un hombre que portando en su interior la dignidad perdida por años de maquinaria adoctrinadora, logre hacer oír su discurso, querido amigo.
ResponderEliminarExcelente entrada Antonio, nos recuerda que a veces por mucho que nos esforcemos como grupo social o individuos libres, no dejamos de ser en el fondo eso, animales humanos, con todas las limitaciones y miserias....
ResponderEliminarSiempre aprendo contigo, maestro, muy buenas las imágenes también
Besos desde Caracas
Apreciado ANtonio, me gustaría que tu estupendo post acabara con una moraleja para comprobar que lo que pienso en mi corto juicio no está lejos de tu pensamiento; entiendo de que somos una especie que aun hoy estamos involucionando, que seria del hombre, hoy, si en toda su existencia hubiera evolucionado?
ResponderEliminarUn abrazo amigo
Llego a saludarte Antonio y a dejarte la enhorabuena por este magico blog y su contenid, te felicito
ResponderEliminarUn abrazo
Stella