AÑO
NUEVO, VIDA NUEVA
Antonio Campillo Ruiz
¿Recordamos qué sucedió?
La
mosca Fernanda se posó sobre el calendario y con el gesto peculiar de los
miopes miró la fecha.
-¡Caramba! -aleteó moviendo las patitas-: ¡Si resulta que ya es día uno!
Investigó un poco en la cola del taco de hojas -todavía fresca- y, no
encontrándola de su gusto, abandonó el almanaque volando como prototipo de
reacción en día de festival aéreo.
Tomó
tierra en la calva de don Fulgencio -que por ser día uno de enero había hecho
gimnasia- y reflexionó: “Es una vergüenza que yo lleve esta vida. Siempre
volando como una idiota de un lado para otro y sin pensar en nada práctico.
Debo rectificar mi manera de ser. Desde hoy, nada de vuelos a lo tonto. Voy a
cambiar de estilo y de carácter, seré amable, diligente, ahorradora, buena y
económica. ¡Eso es!”.
Y,
satisfechísima de haberse mostrado tan sensata, dio un picotazo a la preciosa
calva y salió arreando deseosa de empezar a vivir con dignidad.
Salió al pasillo y lo cruzó como una flecha para colarse en la cocina
cuando la criada franqueó la entrada; una vez sobre la mantequilla, la mosca
Fernanda se vio asaltada por la perplejidad: ¿qué demonios de vida nueva podía
emprender ella?
Automáticamente comprendió que quien formulaba aquella objeción era su
propia indolencia. Heroica, la mosca batió sus alas, se frotó las patas y atacó
la mantequilla. ¡Había que trabajar! La zafia mano de la criada amagó un dedazo
y Fernanda salió de su botín como un helicóptero. ¡Lucharía contra todas las
dificultades! De un vuelo se colocó sobre el azucarero y, previos los tanteos
de rigor, halló el resquicio por el que penetrar en el interior. Durante media
hora estuvo trabajando como una negra en el azúcar. Luego, de nuevo la
perplejidad: ¿no era aquello lo que siempre había hecho?
Incapaz de seguir luchando, la mosca Fernanda se olvidó de proyectos...
¡Para qué complicarse la vida!
Y
por ahí anda y vuela como una idiota hasta que un jeringazo de DDT la haga
polvo.
Rafael Azcona
La Virgen de la mosca(detalle)
Atribuida al Maestro de la Santa Sangre
por Elisa Bermejo Martín, 2001.
Buenísima metáfora la de Rafael Azcona, somos como somos...y quien esté libre de pecado...
ResponderEliminarUn beso por la mañana, Antonio.
Ahora acaba de pararse en la puerta del frigorífico lamiendo una huella de grasa. Al disponerse a reanudar su vuelo, le ha llamado la atención un papel escrito sujetado con un imán en forma de rosa que acaba de colocar la adolescente de la casa: "Tengo que cambiar de personalidad", dice la nota. No solo las moscas están en desacuerdo con su vida.
ResponderEliminarNo me hables de moscas que hace dos días una me clavó el aguijón y tengo el brazo que casi no lo puedo mover.
ResponderEliminarQué mosca tan extraña, con cuerpo de mosca y alas de avispa. Horrible, Antonio. A estas alturas del año. Igual era la mosca Fernanda.
Así que no he conseguido establecer el paralelismo entre el señor Obama y la mosca. Solo me duele el brazo y el veneno de la mosca que harta de andar por las basuras se debió de vaciar entera dentro de mi sangre porque me pica todo.
Esta noche no he conseguido ponerme a tu altura poética de siempre.
Buenas noches, Antonio.
Le leí a Vila-Matas que no hay escritor serio que no haya escrito sobre las moscas. Es verdad, porque son muchos los que se han fijado en estos molestos insectos para darnos piezas magníficas (Machado, Monterroso y un largo etcétera). Este relato de Rafael Azcona no lo conocía y viene a confirmar la tesis de Vila-Matas.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un grandísimo abrazo, Antonio.
Un texto realmente bueno.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Las moscas son libres y vuelan al son del viento y de los aromas del dulce. Quién fuese una para ver con sus potentes ojos facetados el mundo en que nos movemos con otras perspectiva.
ResponderEliminarUn saludo
Nunca tiraría yo la primera piedra, maestro Campillo. Grande, eres grande.
ResponderEliminarJaja! Excelente! Siempre es un gusto visitar tu espacio, y disfrutar de los muchos relatos con los que nos sorprendes, Antonio. Gran abrazo mi amigo!
ResponderEliminarEran otros tiempos.. Hoy el "pastel "se lo llevan por la cara....de prisiones nada de mada.. su vicio, la varicia, no tiene limites.. Las moscas me lo han recordao Antonio.Un abrazo.
ResponderEliminarA un panal de rica miel
dos mil Moscas acudieron,
que por golosas murieron,
presas de patas en él.
Otra dentro de un pastel
enterró su golosina.
Así, si bien se examina,
los humanos corazones
perecen en las prisiones
del vicio que los domina.