CADENA
DE SERES HUMANOS
Antonio Campillo Ruiz
La
gradación infinita de seres, que desde el minúsculo átomo se eleva hasta el Ser
Supremo, excita nuestra admiración, pero al examinarla detenidamente ese
fantasma se desvanece, como los antiguos duendes al rayar el alba y sonar el
canto del gallo.
La
imaginación se complace en observar el cambio imperceptible de la materia bruta
a la materia organizada de las plantas a los zoófitos, de los zoófitos a los
animales, de éstos al hombre, del hombre a los genios, de los genios a las
sustancias inmateriales y, siguiendo esos millares de órdenes diferentes, de
sustancias que en belleza y perfección se elevan hasta Dios. Esta jerarquía
complace a las buenas gentes, que se figuran ver en ella al papa y a sus cardenales,
seguidos de los arzobispos y obispos, tras los cuales van los vicarios,
sacerdotes, diáconos y subdiáconos, y cerrando la marcha, los frailes.
Pero
hay más distancia entre Dios y las más perfectas criaturas, que entre el Santo
Padre y el decano del Sacro Colegio: el decano puede ascender a papa, pero ¿el
más perfecto de los genios puede llegar a ser Dios? ¿No media el infinito entre
Dios y él?
Esta
supuesta gradación o cadena no existe en los vegetales ni en los animales,
prueba de ello es que hay especies de plantas y animales que han desaparecido.
Por ejemplo, la muria, que ya no existe.
Los
hebreos tenían prohibido comer carne de grifo y de ixión, dos especies de aves
que es probable hayan desaparecido del mundo. Aunque no hubiéramos perdido
algunas especies de animales, es indudable que pueden extinguirse. Los leones y
los rinocerontes empiezan a ser escasos. Si el resto del mundo hubiera imitado
a los ingleses, quizá ya no habría zorros en el planeta.
Es
probable que hayan existido razas de hombres que ya no se encuentran. Pero
suponiendo que hayan subsistido, como los blancos, negros, cafres o samoyedos,
¿no es cosa visible que ha mediado siempre un espacio vacío entre el mono y el
hombre?, ¿no cabe imaginar un animal de dos pies, implume, que fuera
inteligente, sin estar dotado del uso de la palabra ni del rostro humano, del
que pudiéramos apoderarnos y respondiera a nuestros signos y nos sirviera? Y
entre esta nueva especie y la del hombre, ¿no podríamos imaginar otras especies?
El
divino Platón, por encima del hombre, sitúa en el cielo una retahíla de seres
celestes porque la fe nos lo enseña. Pero, ¿qué razón tenía para creer en
ellos? Aparentemente, no se había comunicado con el alma de Sócrates, y el buen
hombre Heres, que resucitó expresamente para enseñarle los arcanos de la otra
vida, nada le dijo de tales sustancias.
Esa
supuesta cadena no está menos interrumpida en el universo sensible. ¿Qué
gradación hay entre los planetas? La luna es cuarenta veces más pequeña que
nuestro Globo; si viajáis desde la Luna por el vacío os encontraréis con Venus,
que es casi tan grande como la Tierra. Desde allí vais a buscar a Mercurio, que
describe una elipse muy diferente del círculo que recorre Venus, que es veinte
veces más pequeño que la Tierra, y el Sol, un millón de veces más grande;
Marte, cinco veces más pequeño y da la vuelta en dos años; Júpiter, su vecino,
la da en doce, y Saturno en treinta, y éste, que es planeta más alejado de
nosotros, no es tan grande como Júpiter. ¿Dónde existe, pues, la gradación?
¿Cómo es posible suponer que en los grandes espacios vacíos existe una cadena
que lo ligue todo? De existir alguna, es indudable que ha de ser la que Newton
descubrió, la que hace gravitar todos los Globos del mundo planetario unos
hacia otros en el inmenso vacío.
¡Ah,
divino Platón! Temo que sólo nos hayas contado leyendas y escrito sofismas. Has
causado más daño que jamás pudiste imaginar. ¿Cómo lo causó?, se me preguntará.
No seré yo quien lo diga.
François Marie Arouet, Voltaire
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Human Destruction from
Artisan
Obscure on Vimeo.
Y que es la muria, Antonio?
ResponderEliminarMariano, pocas veces se utilizan los elementos culturales en las traducciones. Hay que estar muy bien informado y saber los giros o nombres de la época de un escrito pretérito para poder traducirlo con fidelidad. De ello me encargo siempre cuando son traducciones. En este caso, la traducción sí que conserva los cultismos que son muy poco utilizados hoy día. Sin embargo, Voltaire, hombre que conocedor de un vocabulario extensísimo, los utilizaba con frecuencia. Muria es uno de estos cultismos: es un león. Así es, un león como los que existen todavía, afortunadamente. En la época, Voltaire y todos los europeos poseían pocos medios para poder viajar a las selvas que son el habitat de este animal y se creía que había desaparecido. Así que ni animal mitológico, como los otros, ni desaparecido. Un león normal y corriente, sospecho que joven y similar a otros felinos.
EliminarUn abrazo, Mariano.
Cuando no hay palabras se impone la imaginación, eso creo Antonio, estas bellas imágenes nos hacen pensar en lo poco o mucho que somos.
ResponderEliminarHos precisamente en nuestro paseo por la montaña, ha salido un tema parecido, lo relativo que es todo en esta vida, nos hemos acercadoa un viejo tronco de encina y hemos visto que aunque aparentemente estaba muerto, en realidad estaba lleno de vida, hormigas, arañas etc. un mundo infinito?
siempre lo he pensado, no hace falta ir a descubrir a otras Galaxias, lo tenemos mas cerca, a tocas, en nuestro propio cuerpo, que somos? a donde vamos? que hay después? no será mejor no hacerse ninguna pregunta y vivir intensamente de una manera sencilla y natural, a donde nos lleva n uestra supuesta inteligencia?
Un abrazo tocayo
Genial, maestro Campillo. Me quedo con esta frase para mi cuadro de honor. ¡Ah, divino Platón! Temo que sólo nos hayas contado leyendas y escrito sofismas. Has causado más daño que jamás pudiste imaginar. ¿Cómo lo causó?, se me preguntará. No seré yo quien lo diga. - François Marie Arouet, Voltaire
ResponderEliminarPreciosas imágenes Antonio y como siempre bien documentado tu escrito. Esos mundos infinitos siempre me hacen pensar en lo pequeños que somos.
ResponderEliminarCariñoso abrazo Antonio
No hay mundos infinitos, externos.
ResponderEliminarEl verdadero infinito está en nosotros.
Abrazos, Antonio.
vas adonde no vamos
ResponderEliminarexploras lo que no exploramos
tu blog calma mi mente
me hace bien leerte
Estupendo vídeo.
ResponderEliminarY un gran escrito.
Un abrazo fuerte.
A pesar de su enorme cerebro, se nota el tiempo transcurrido desde Voltaire.
ResponderEliminarLo que más me gusta es el último párrafo: un pescozón para Platón (con rima).
Un abrazo, Antonio.
No se puede negar que Voltaire era un auténtico representante de la Ilustración. Le "daba" a todo. Por cierto, muy interesante tu aclaración sobre la palabra "muria" Yo pensaba que era algún tipo de pescado o batracio. También hay relación con la salmuera (sal-muria) y en la zona de Asturias y León creo que se refiere a muro o pared.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy cierto, elpresley, Voltaire daba a "troche y moche". Una acepción de muria es majano,: muro o pared de piedra. Proviene el latín murus (DRAE), muy similar a majano (muro). Lo extraño, o simplemente muy culto, es que se llamase así a un león.
EliminarUn abrazo, elpresley.,
Otra de tus buenas maestrías, y en esta me he quedado alucinada ademas...
ResponderEliminarGracias por enseñarme tanto.
Besos muchos