EL
HOMBRE QUE CONTABA HISTORIAS
Antonio Campillo Ruiz
Elena Nelson Reed
Había
una vez un hombre muy querido de su pueblo porque contaba historias. Todas las
mañanas salía del pueblo y, cuando volvía por las noches, todos los
trabajadores del pueblo, tras haber bregado todo el día, se reunían a su
alrededor y le decían:
–Vamos,
cuenta, ¿qué has visto hoy?
Él
explicaba:
–He
visto en el bosque a un fauno que tenía una flauta y que obligaba a danzar a un
corro de silvanos.
–Sigue
contando, ¿qué más has visto? –decían los hombres.
–Al
llegar a la orilla del mar he visto, al filo de las olas, a tres sirenas que
peinaban sus verdes cabellos con un peine de oro.
Y
los hombres lo apreciaban porque les contaba historias.
Una
mañana dejó su pueblo, como todas las mañanas… Mas al llegar a la orilla del
mar, he aquí que vio a tres sirenas, tres sirenas que, al filo de las olas,
peinaban sus cabellos verdes con un peine de oro. Y, como continuara su paseo,
en llegando cerca del bosque, vio a un fauno que tañía su flauta y a un corro
de silvanos… Aquella noche, cuando regresó a su pueblo y, como los otros días,
le preguntaron:
–Vamos,
cuenta: ¿qué has visto?
Él
respondió:
–No
he visto nada.
Óscar Wilde
Johann Heinrich Wilhelm Tischbein
La realidad desbordó su fantasía.
ResponderEliminarQué gran cuento, me ha encantado.
ResponderEliminarUn saludo.
Tenía razón Wilde, maestro Campillo, la realidad es muy aburrida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno Antonio !! Si hubiera contado lo que realmente vio, no se lo creía nadie... ¡¡ buenísimo! Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarPara él ver de verdad al objeto de sus fantasías no era más que comprobar la rutina de un día cualquiera. Bonita historia.
ResponderEliminarUn saludo
Un gran relato.
ResponderEliminarSiempre me ha encantado Oscar Wilde.
Un abrazo fuerte.
A la realidad, el contador la viste con su imaginación, transformando la cotidianidad en algo mucho más atractivo. Si se limitara a contarla exactamente no sería un narrador, sino un loro repitiendo lo que ve.
ResponderEliminarWilde sabía de eso, querido Antonio. De ahí que al contemplar algo extraordinario, para él ya no hubo historia.
Fantástica historia. Es emocionante descubrir en tus palabras cómo la fantasía puede adueñarse de las vidas de personas que pertenecen a un mundo muy real y que la necesitan como alimento de sus almas.
ResponderEliminarCómo evitar sentir miedo por lo desconocido, aunque en sueños ya lo hubiéramos inventado un millón de veces.
Un abrazo muy grande mi queridísimo Antonio.
Qué maravillosa historia lo que hoy nos has traído. Para disfrutar y aprender de los grandes maestros.
ResponderEliminarCariñoso abrazo Antonio
Como apuntan los compañeros, se puede opinar sobre el tema expuesto, unos distinto a otros.
ResponderEliminarTambién se podría pensar,que el hombre se llego a asustar al llegar a creerse sus propias
historias o fantasías,¿O no?
Tengo sus obras completas y si en verdad estaba loco, para mi, jajaja, era uno de los hombres
mas cuerdos que conozco.
Un abrazo querido amigo
La realidad bloqueó su imaginación. Me encanta Wilde.
ResponderEliminaruna placer pasear por las letras que nos traes.
una lluvia de besos
Será q acá me pueden ayudar con unas preguntas sobre el cuengo
ResponderEliminar