jueves, 4 de junio de 2015

ABECEDARIO: B

BEATRIZ

Antonio Campillo Ruiz

 Crhistian Schloe
A Beatriz

   Beatriz estaba convencida de la necesidad de plantearse metas, muchas veces inalcanzables, mientras echaba ojeadas fugaces al paso de un tiempo que huyó de ella como si tuviese miedo de que lo malgastara. Nada más lejos de su pensamiento.

El tiempo siempre se había equivocado con ella. La había visitado todos los días de su vida excepto en los tres últimos años, cuando ya se plantó ante él y le dijo que no soportaba que la siguiera como un espía todos los días para poder vislumbrar la arruga número diez o la cana dos mil quinientas. “¡Basta ya, pesado! Tu control sobre mi vida ha terminado. Ahora seré yo la que decida qué y cuándo hacer lo que siempre he soñado y nunca me has ayudado a conseguir.” Cuando niña, su vida había transcurrido en un tiempo y con tantas ganas que su franca risa y sus pequeñas correrías capitaneaban la pequeña banda de amigas y amigos en el minúsculo pueblo del abuelo. Era feliz porque se agotaba de felicidad. Su querida libertad fue ayudándola a adquirir una, potente por momentos, rebeldía, que fue su bandera por siempre. Es posible que, a su pesar, la niñez la traicionó sin percatarse de ello. Olvidó susurrarle al oído que el mundo de la adolescencia la iniciaría, implacablemente, en una marcha hacia la realidad que silenció el tiempo por muchos años, los más dulces y absorbentes de su corta vida.

Crhistian Schloe

   Beatriz arrugaba el entrecejo al recordar esta villanía que tuvo que adivinar, creer y corregir, a lo largo de una juventud que se mostró ante ella de sopetón, mientras se encontraba ante un espejo y le devolvió una imagen tan bella que ella misma se asustó. Sí, era bella y eso la desconcertó porque no sabía si era tan bueno como siempre comentaban los mayores o sería un problema para que su libertad, la más querida de todas sus sensaciones, pudiese verse mermada por aquel, a veces, insufrible y monótono comentario de las señoras que, reiteradamente, la miraban alabando su belleza y su feminidad, deseando, con malsano propósito, dirigir lo único que poseía, su posible futuro, hacia lugares desconocidos para ella y que jamás se planteó recorrer. Sin embargo, el tiempo, ese traidor del que se había desligado, le empezó a poner pequeñas trampas en las que fue cayendo a pesar de tratar de escapar de ellas. A la vez, no tuvo alternativa ni ayuda cuando no venció en la batalla de dejarse llevar por razonamientos poco interesantes, casi ininteligibles para ella, pero cotidianos en su entorno, muy cotidianos, casi rituales vulgares que se admitían como necesarios.

 Crhistian Schloe

   Beatriz fue consciente de los múltiples caminos por los que se había dejado llevar cuando contempló al tiempo de frente y le dijo: “Pero… ¿Quién te crees que eres?” 
Ese día, se desató una tormenta de verano en la soledad más íntima de un ser cansado de luchar y sentirse arrinconado. Conforme aumentaban las inmensas descargas de energía que restallaban a través de sus ojos tristes y apesadumbrados, dirigió una de ellas hacia todo lo que la rodeaba y expiró como ser meditabundo y ferozmente ultrajado en su íntimo pensamiento de libertad. El tiempo se sorprendió mucho de esta feroz reacción pero comprendió que debía ser más consecuente con sus hijos y ofertarles las oportunidades que le solicitaban con tanta pasión. Sintiendo al tiempo más calmado, volvió lentamente a la ansiada espontaneidad perdida y rescató de su injusto castigo a su mente y espíritu, renaciendo, con la gran satisfacción de haber mantenido su entereza intacta, a la alegría de poder resurgir cómo y dónde le agradaba, en la paz de una soledad querida y vivida en plena libertad.
       
Antonio Campillo Ruiz

Crhistian Schloe

3 comentarios:

  1. Beatiz expiró ... en paz, hacia un nuevo mundo. ¿Podrías hablar con ella, maestro campillo? Quisiera preguntarle como se está por allí.
    Bromas aparte ... magnífica reflexión poética y subliminalmente terrenal. Me ha gustado y, espcialmente, me ha despertado cierta curiosidad.
    Hace poco le contaba a mi médico de familia que tomaba medicamentos de tipo naturista pero que tampoco abandonaba los tradicionales que me recetaban los varios especialistas que controlan mi salud y cuando me preguntó ¿Why? al referirse a las de la medicina oficial, le dije ... ¿Y si sí? pues lo mismo que le digo al cura párroco cuando me pregunta que por qué voy por allí a verle. De ahí mi interés por saber si puedes hablar con Beatriz.
    Un abrazo de viernes, amigo.

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  2. Una historia interesante y un tanto familiar...

    Hola Antonio, ¿Estas bien amigo, mucho
    trabajo verdad?

    Un abrazo chillao.

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  3. Un gran relato.
    Un fuerte abrazo.
    Feliz fin de semana

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