LOS
BAKAS DE CAMERÚN
Antonio Campillo Ruiz
“Sabemos cuándo y dónde
hay furtivos en la selva.
Pero nadie nos escucha.”
TANGO, HOMBRE BAKA
A lo
largo de generaciones los bakas han desarrollado sus propios y sofisticados
códigos para conservar la naturaleza. Impiden la sobrecaza, ya que consideran
que una caza y recolección exitosas dependen de compartir adecuadamente, tanto
entre ellos, como con su entorno. Tienen un profundo conocimiento de las
plantas de la selva (emplean cerca de 500 para uso propio y reconocen muchas
más) y del comportamiento animal. Por ejemplo, los bakas cuentan con más de una
docena de palabras para nombrar al elefante de la selva, según su edad, sexo y
personalidad.
Hay
estudios que demuestran que los bakas trabajan para mejorar el entorno de la
selva para sus vecinos los animales. Por ejemplo, cuando recolectan boniatos
silvestres (ñame) dejan a menudo parte de la raíz intacta en el suelo. De este
modo los boniatos se extienden por toda la jungla, para deleite de elefantes y
jabalíes que los tienen por alimentos favoritos. Conocen sus tierras y lo que
ocurre en ellas mejor que nadie. Pero los bakas se quejan de no poder
transmitir estas valiosas habilidades y valores a las generaciones más jóvenes,
pues los violentos abusos que afrontan les hacen temer adentrarse en la selva
con sus familias.
Mujer baka, Camerún
© Survival
International
Los Bakas
han pedido a WWF que deje de financiar las patrullas antifurtivos En este
vídeo, grabado en noviembre de 2014, bakas de Ndongo, una comunidad en la que
WWF tiene una base regional, instan a WWF a detener la financiación de las
patrullas antifurtivos que los han perseguido durante años. Muchos bakas se
refieren tanto a WWF como a las patrullas antifurtivos que financia como
“dobi-dobi” o “dobi-dobiyu” (WWF).
Es importante que se visione el vídeo a plena pantalla.
Forzados
a salir de la selva, muchas comunidades denuncian un considerable empeoramiento
de su salud. Cerca de las carreteras, donde se ven obligados a vivir, están más
expuestos a la malaria y otras enfermedades. Los bakas ya no pueden recolectar
las plantas medicinales que necesitan para mantenerse sanos y se ven obligados
a depender de alimentos con un bajo contenido nutricional. El alcoholismo se
dispara.
“Ahora enfermamos por el cambio en nuestra dieta. A
nuestra piel no le gusta el sol y la vida aquí. En el bosque estamos sanos y
engordamos. Ahora ninguno tenemos músculos, todos parecemos enfermos. Nos vemos
obligados a beber para olvidar nuestros problemas.” MBAYA GASTON (PSEUDÓNIMO),
HOMBRE BAKA
En
algunas áreas la situación es aún peor. Los guardabosques y los soldados que
los acompañan continuamente arrestan, extorsionan, acosan e incluso torturan a
los hombres y mujeres bakas. Muchas comunidades han denunciado muertes
provocadas por el trato recibido por los guardas. Un funcionario del Gobierno
ha admitido abiertamente que la tortura, no solo es aceptable, sino necesaria
en la lucha contra la caza furtiva.
Hombre baka, Camerún.
© Survival International
“Los guardabosques empezaron a golpearnos con sus
machetes, desde el amanecer hasta el atardecer de aquel día. Por todo mi
cuerpo. Trajeron a otros al poblado y los obligaron a sentarse afuera y mirar
al sol, amenazándolos si bajaban sus cabezas. Nos hicieron llevar sus
pertenencias a la base de WWF. Y allí es donde casi perdemos la vida por sus
palizas. Después de aquello no podíamos caminar. Toda nuestra fuerza iba
destinada a no morir allí, en la carretera.” MARTIAL (PSEUDÓNIMO), HOMBRE BAKA
“Nos cruzamos con la patrulla antifurtivos en una
carretera principal. Querían conseguir información torturándonos. Golpearon a
una mujer embarazada con un machete. Me tiraron y caí al suelo. Nos hicieron
arrastrarnos de rodillas durante un largo trayecto. Nos hicieron correr
mientras nos perseguían en sus motos durante más de un kilómetro.” MODALA (PSEUDÓNIMO), HOMBRE BAKA
Es importante que se visione el vídeo a plena pantalla.
Me entra vergüenza ajena solo de leerlo. Hayá donde llega la civilización llega el escándalo. Que pena.
ResponderEliminarPues compartimos esta opinión, amigo Marcos. La llegada de la denominada civilización a lugares ignotos conlleva la destrucción, el horror y la muerte. Allá donde pisa el caballo de Atila no vuelve acrecer la yerba. Tenemos que parar esta masacre de la Naturaleza y todos los seres vivos que contiene.
EliminarUn abrazo, querido amigo Marcos.
Antonio, qué vida. Y lo impotente que te sientes al pensar que ahora mismo, los ejecutivos de grandes multinacionales están reunidos alrededor de un mapa, haciendo círculos rojos sobre la masa verde reinando en territorios con todo lo que guardan en su interior de fauna y flora, de minas y hombres. Más vale no pensar.
ResponderEliminarExacto, Ana María. Sus planes, sus fronteras, sus repartos de beneficios, sus rapiñas, son conocidas por todos y se mira para otro lado. No, no creo que debamos dejar de pensar. Eso es lo que quieren que hagamos, ser indiferentes ante la injusticia y la esclavitud a la que nos someten. Debemos detener el genocidio al que se somete a la Naturaleza en su conjunto. Los bárbaros no son sino los poderosos.
EliminarUn abrazo, querida amiga Ana María.
Realmente lamentable!!.
ResponderEliminarInjusticias de este mundo...
Un fuerte abrazo
Así es, Amalia. Sin embargo, creo que debemos deslindar unas injusticias de otras. Nada hay más injusta que la situación de los Bakas, digo yo, y tú me puedes decir “… no, Antonio, es más injusto el trato que se les da a miles y miles de refugiados políticos con el beneplacito de las naciones autodenominadas ricas, entre las que se encuentra la nuestra”. A lo que te respondería, es cierto Amalia, es cierto. La injusticia no es consustancial del ser humano, es privativa de los deshonestos y malvados de este mundo.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Amalia.
No sé el motivo por el que no sale mi foto de perfil. Los fallos de Google...
ResponderEliminarPero soy Amalia.
Perdona
No te preocupes, ya funciona otra vez. Google estaba durmiendo cuando escribiste. Un beso.
EliminarNo sé el motivo por el que no sale mi foto de perfil. Los fallos de Google...
ResponderEliminarPero soy Amalia.
Perdona