LA
EVASIÓN DEL MUNDO FÍSICO DESDE LA MÁQUINA
Antonio Campillo Ruiz
La
cibercultura no se entiende sin la realidad. La necesidad de expresar en un
continuum imperfecto pero similar al mundo físico, conlleva permitir
sensaciones, sólo sensaciones, denominadas erróneamente tridimensionales, que
acercan a la ilusión de decidir que se ha comprendido la tecnología. Los
diseños infográficos, inicialmente tan pesados y complejos que un minuto
precisaba meses de duro trabajo, se han simplificado hasta llegar a un simple
aparato que posee unas dimensiones minúsculas. La famosa multimedia envolviendo
diversas artes tecnológicas aparece como forma expresiva que, aparentemente,
posee una llamarada de tecnología que es lo único que se absorbe y agrada. Los
medios son idénticos a los decorados de cartón piedra, llamados viejos y
emplazados a desaparecer. Pero, también son los inspiradores de todo tipo de
diseños que, con lentitud pero sin descanso, sustituyen lo manual, pesado, caro
o con características de trucajes mal realizados. Los objetos de la historia
son los protagonistas de la propia historia, siendo, que no existe tal
historia, sólo lo aportado tecnológicamente.
El
famoso 3D, inexistente por su proyección reiterada en dos dimensiones, aporta
al espectador la anulación de la magia fílmica de la tridimensionalidad en pro
de una virtualidad real, dos conceptos contradictorios entre sí. La
participación en la propia tecnología hace que, sin descanso, el ser humano sea
protagonista de los aspectos virtuales que satisfacen sin intervenir, excepto
si se cumplen reglas que, prescritas por los programadores, conducen por la
tecnología sin percatarnos del seguimiento impersonal o confundiéndolo con la
interactividad. Los videojuegos son el exponente de esta forma
expresiva/evasiva de una realidad inexistente tanto en su percepción como en su
interactividad. No se interactúa, se siguen normas que conducen y dirigen por o
hacia aspectos diferentes de una virtualidad que es tan innecesaria como
confusa. El pensamiento libre se somete a la máquina que aparentemente, deja
que la concepción de lo simulado y falso sea concebido como una realidad. No,
no es así.
Llegados
a los algoritmos secretos que se incluyen en el interior de las nuevas
tecnologías, nunca percibidos pero existentes, con capacidad de inteligencia
superior en velocidad y triquiñuelas que no percibe conscientemente el cerebro,
se provocan el vencimiento de la inteligencia artificial sobre la inteligencia
cerebral. En ese momento, estaremos en un camino sumamente peligroso porque los
datos pueden ser unívocos, pueden ir de un lado a otro sin ningún control. Por
sí solos, podrán realizar todo tipo de operaciones que son determinadas o
predichas por la máquina.
La
idea de que las máquinas nos quitarán el trabajo es cada día más real y lo
único que podemos predecir pero no asegurar, es que unos humanos serán los que
diseñen y procuren órdenes a las máquinas y otros, que no sabrán sino acatar lo
que ellas determinan. Siempre se hablaba de cosas diseñadas por ordenador. Hoy,
decir tal cosa provoca carcajadas. Sólo en menos de un cuarto de siglo a pesar
de estar solo en la etapa de niñez de la era digital, ¿ser tan provocador o
potente como una máquina nos globalizará en una tecnología que podremos
controlar? ¿Los miles de millones de sensores esparcidos por el mundo nos fusionarán
y se estudiarán los datos que obtengan? Lo más importante, el análisis de datos
y poder extraer patrones del comportamiento. Extraer patrones para asegurar lo
privado y lo público. Pero, ¿quién controla estos datos y análisis? ¿Hasta
cuándo se poseen? ¿Para qué se utilizan? Internet oscura permite navegar por la
red sin poder ser rastreados, desentrañar hasta el DNA de quienes se quiera, en
el momento que quiera. Puede ser tan determinante que alcanza prerrogativas que
cambiar la naturaleza en sí misma de quien es analizado.
No
poner al día leyes, como requieren los tecnófobos, tiene como resultado la
posibilidad de burlar dichos mecanismos por la misma puerta por la que fueron
creados. Es absurdo pensar en la imposibilidad de ser inalterable, inalterado o
simplemente confundido o cambiado, Todo es posible con o sin legislación,
represiva o consensuada. La avaricia de datos y elementos técnicos posee un
volumen inacabable, absorbente y necesariamente compatible con el control y las
necesidades requeridas por quienes necesitan saber, conocer, monitorizar,
controlar, dar o recibir.
Ese mundo es maravilloso, amigo Antonio, pero como tú lo cuentas paece aún mejor. Sabes que me encanta cualquier mundo ciber-loquesea, pero el que nis muestras aquí es perfecto.
ResponderEliminarGracias amigo y un fuerte abrazo ... "Con Raza"
Enrique, todos sabemos que eres "El ey de la Bloguería", ¿cómo no te iba a agradar estos temas que, como el que he elegido, es una de las tantas facetas que nos conducen hacia no sé dónde a una velocidad que empieza a contradecir a la c de Einstein. Eres un adulador, pero te quiero. Un abrazo.
EliminarCon tu permiso me llevo parte de tu bloguería de hoy: http://etarrago.tumblr.com/post/166325010673/ciberespacio-y-la-realidad-virtual-los-contrarios
ResponderEliminarPermiso y agradecimiento concedidos.
EliminarEstimado Antonio, te renuevo la enhorabuena por tu precioso vídeo, me gustaría pasar unos días en la pequeña isla con el grande árbol que se ve casi al final, pero el resto de los paisajes también me atrae. Soy una apasionada de neurociencias y, aunque tus reflexiones sobre la inteligencia artificial pueden crear una sombra sobre nuestro futuro (en especial sobre la cuestión laboral) tengo la corazonada de que ninguna maquina podrá jamás reproducir el cerebro humano, menos aún igualar sus prestaciones. Me refiero a la inteligencia emocional, a la creatividad, a la conciencia de uno mismo, temas que hoy en día conocemos en minima parte y que son exclusiva del ser humano, por ahora. La falta de leyes que reglamenten de Red, eso sí, constituye una amenaza para todos los cibernautas, y para los ciudadanos de a pié. Hemos creado un instrumento demasiado potente, y se nos está escapando de las manos, aunque creo que la mayoría de los poderosos prefiere que la Red sea una especie da caos en el que moverse libremente para emplearlo según las necesidades del momento. Estoy a favor de una reglamentación específica (algo acaba de empezar en Tallin) pero se me pone la pregunta de siempre : ¿quién controlará a los controladores? Gracias por tu tiempo, un abrazo, Ross
ResponderEliminarRoss, sí, así creo que es: complejo, difícil de dominar y, como dices, cuasi imposible de controlar al controlador. Nunca ha sido posible esta férrea disciplina por la que debemos, en cualquier campo de la sociedad o trabajo empezando por el profesor en "su" aula, aceptar y respetar normas que ayuden, conciencien y potencien la mejora de una sociedad que empieza a oler muy mal "por" y "debido a" estas hipertecnologías. Un abrazo, Ross.
EliminarTu párrafo “unos humanos serán los que diseñen y procuren órdenes a las máquinas y otros, no sabrán sino acatar lo que ellas determinan”, ha sido la respuesta al interrogante que me ronda hace tiempo. Porque aunque es evidente que los grandes cerebros matemáticos tendrán trabajo, el resto de mortales estaremos abocados a ser peones que repongan materiales –que alimenten- a esos mecanismos.
ResponderEliminarO no. Siendo positivos, quizá se abra una era en que el Humanismo y las Artes precisarán gran cantidad de creadores para llenar el vacío intelectual de tanto quehacer mecánico. Por soñar, Antonio…
Mi querida amiga Anamaría, tu perspicacia es memorable. Ahí, ahí creo que está, como lo crees tú, el fulcro de una palanca que ya empieza a ser de tercer género: se necesita mucha más potencia que resistencia se debe vencer. Espero que tu solicitud/petición de un raciocinio cabal y diferente a todo lo que nos tememos, sea tan fructífero como queremos. Un abrazo.
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