BIBLIOTECA DE BARCARROTA
María Luisa Arnaiz Sánchez
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades.
M. D. Liiii
La Biblioteca de Barcarrota la conforman diez libros impresos y un manuscrito, todos del siglo XVI, desemparedados en agosto de 1992 en Barcarrota, Badajoz (Extremadura), durante las obras de reforma de una vivienda. Del rastreo efectuado sobre la propiedad se infiere que dicho domicilio fue ocupado a mediados del XVI por Francisco de Peñaranda, médico nacido en Llerena y de religión judía.
Del catálogo sobresale una edición desconocida del “Lazarillo de Tormes” de 1554, que ha pasado a denominarse a partir de entonces Lazarillo de Barcarrota. Junto a esta obra se registran un manuscrito italiano de contenido sexual, un pequeño tratadito de exorcismos, un ejemplar único de la “Oración de la Emparedada” en portugués, cuyo texto, pese a las referencias en la literatura española, se ignoraba, una edición latina de la “Lengua” de Erasmo, etc. Dentro de uno de los libros apareció una nómina (“reliquia en que están escritos nombres de santos”, o sea, un amuleto) y se da como seguro el que los ejemplares se ocultaran por estar la mayoría de los títulos en el ÍNDICE.
Nómina-amuleto de Fernão Brandão
A propósito del “Lazarillo”, Rosa Navarro, catedrática de Literatura Española, sostuvo en “Alfonso de Valdés, autor del Lazarillo de Tormes”, Gredos, 2003, que, para que el prólogo de la obra resultara coherente, antes de iniciarse el relato, debería haber figurado un resumen del argumento, al igual que ocurría en otros libros, en el que se señalaría la hipocresía de la iglesia cristiana como razón de la crítica soterrada que se iba a verter por Alfonso de Valdés. Apoyada por Juan Goytisolo y criticada por innúmeros académicos, cifró el sentido esencial de la obra “en la reprobación de la confesión” pues, según ella, el “Vuestra Merced” sería una mujer y el “caso” la violación del secreto de confesión, toda vez que Lázaro lo difunde con “su” escrito. Su teoría no deja de ser mera especulación.
Alfonso de Valdés
Alfonso de Valdés, gemelo del autor de “Diálogo de la lengua”, fue valedor de Erasmo en España y secretario de cartas latinas de Carlos I. Había nacido alrededor de 1490 en Cuenca de madre judía (también lo era su abuela paterna) y se sabe que un tío materno, capellán de la iglesia de San Salvador de Cuenca, fue procesado por la Inquisición y quemado sin pruebas. Se ha tardado mucho tiempo en reconocerlo como el autor de “Diálogo de las cosas acaecidas en Roma” y “Diálogo de Mercurio y Carón”, donde defiende al emperador y fustiga a la iglesia de Roma por su falta de reforma. No se necesitaba mucho más para ser precavido y evitar dar su nombre a la imprenta.
Así andaba el mundo de las letras, cuando la prestigiosa paleógrafa Mercedes Agulló publicó en el mes de marzo “A vueltas con el autor del Lazarillo”, Calambur, 2010, un ensayo en el que dio a conocer el documento que halló entre los papeles de Juan López de Velasco, albacea de DIEGO HURTADO DE MENDOZA, cuyo texto dice “Vn legajo de correçiones hechas para la ynpressión de Lazarillo y Propaladia”, sin duda el imprescindible testimonio latente sobre la autoría del “Lazarillo”. Parece lógico deducir que, si este documento figuraba en su inventario de bienes, siendo además custodio del legado del noble, la frase debiera probar por fuerza que Hurtado de Mendoza escribió el “Lazarillo”. Sin embargo, era archisabido que López de Velasco publicó la obra mutilada, siguiendo las instrucciones del tribunal inquisitorial, pero “¿corrigió…el “Lazarillo” utilizando el manuscrito o papeles de don Diego, a quien tal vez le fueron confiscados en 1573 al ser denunciado a la Inquisición…?”, ¿por qué atribuirle el “Lazarillo” y no la “Propaladia”? Seguirá la polémica.
Mercedes Agulló insiste en que “desde luego, nada puede darse como absolutamente definitivo, pero el hecho de que el legajo con correcciones hechas para la impresión de Lazarillo se hallara entre los papeles de don Diego Hurtado de Mendoza, me ha permitido desarrollar en mi libro una hipótesis seria sobre la autoría del Lazarillo…”
Diego Hurtado de Mendoza
Diego Hurtado de Mendoza (alrededor de 1500 – 1575), nieto del Marqués de Santillana, hermano de María Pacheco, mujer de Juan de Padilla, el comunero ajusticiado, y amigo de Santa Teresa, fue educado con esmero. Embajador en diversas cortes, gozó del favor de Carlos I, no así del de Felipe II, que le tenía gran inquina. La paleógrafa cree que el rey ambicionaba la magnífica biblioteca del ilustre escritor para El Escorial, y que, al no cedérsela, incurrió en mayor desafecto. Diego Hurtado, para obtener el perdón real, regaló al rey en 1574 “seis o siete baúles con manuscritos árabes” si bien, a la muerte del humanista, sus fondos bibliográficos fueron a parar a la biblioteca escurialense. Es conocido sobre todo por “Historia de la guerra de Granada” y fuera de los ámbitos literarios por escribir un memorando a Felipe II, cuestionando la limpieza de sangre de la nobleza española, puesto que rara era la familia noble en la que no había un antecesor judío. Este texto, propagado a hurtadillas bajo el nombre de “Tizón de la Nobleza de España”, pueden leerlo los interesados en la siguiente dirección:
El garrotillo. GOYA
No había comentado nada... pero hoy lo haré...
ResponderEliminarSon impresionantes los trabajos que nos traes... Este en particular abre los ojos del que quiera ver más sobre la historia que nos contaron...
Fíjate... nos quedaremos con la duda sobre el autor del Lazarillo... pero no será así sobre las intervenciones de la Iglesia católica y las distintas monarquías... verdad???...
por lo que leì de su blog, viejos papeles y pelìculas raras, pienso que me va a interesar mucho. El Bal lo conocìa por el teatre, aquì en Francia hubo varias puestas en escena de esta obra.En cuanto a la Historia de España tengo mucho que descubrir.Hasta luego, volveré.
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