AFRODITA Y LA GATA
Antonio Campillo Ruiz
Olympia, Manet
AFRODITA Y LA GATA
Se había enamorado una gata de un hermoso joven y rogó a Afrodita que la hiciera mujer. La diosa, compadecida de su deseo, la transformó en una bella doncella, y entonces el joven, prendado de ella, la invitó a su casa.
Estando ambos descansando en el lecho nupcial, quiso saber Afrodita si, al cambiar de ser a la gata, había mudado también su carácter, por lo que soltó un ratón en medio de la alcoba. Olvidándose la gata de su condición presente, se levantó del lecho y persiguió al ratón para comérselo. Entonces la diosa, indignada, la volvió a su estado original.
Moraleja: El cambio de estado de una persona no le hace cambiar sus instintos.
Esopo
Olympia (detalle), Manet
Aunque la gata se vista de seda, gata se queda. Feliz dia de lluvias
ResponderEliminar¡Qué instructivo siempre Esopo!
ResponderEliminar(Me sonrío con el comentario de Mariano).
Besos.
y negra
ResponderEliminarsaludos
yo
gracias por tus palabras y tu visita.
ResponderEliminarun abrazo
marian
¿cómo has sabido mi nombre?
ResponderEliminarun saludo
Sí, Mariano, eres de los míos. Cuando oigas a alguien decir "¡Así lloviese lo que yo dijera!", te encuentras ante un campesino profesional y un ecologista en espíritu. Desear felicidades a alguien cuando llueve supone ser consciente de una futura riqueza para esta Región reseca y maltratada por seres humanos y divinos.
ResponderEliminarEl problema de las gatas es que son ladinas, suaves, ronroneantes, muy semejantes a una mujer. Te ganan en cualquier campo con sus melosas caricias que no puedes desdeñar ni dejar de sentir con sumo placer.
¿Eres una mujer y antes eras una gata? ¡Pues mejor! Así sentiré la suavidad inalcanzable, la caricia perenne, la dulce somnolencia del amor.
¿Que me puedes arañar? ¿Y qué? Puede ser curioso experimentar de vez en cuando.
Un abrazo, Mariano.
Desde luego, Isabel, Esopo tenía una cabeza perfecta. Sus deducciones siempre poseen la impronta del sabio que sabe vivir porque ya ha experimentado demasiado la vida observando su transcurrir.
ResponderEliminarMariano es único, Isabel.
un fuerte abrazo y un enorme beso.
Marian, los gatos "romanos", así se le llama en mi tierra a los gatos cuyo pelaje es gris atigrado, son también muy bonitos.
ResponderEliminarLos negros son el resultado de haber absorbido todas las luces y no dejar que se refleje ni una sola desde él.
Estoy seguro de que todo se soluciona con dignidad y empuje.
Un abrazo.
Marian, soy un mago alquimista que lo sabe todo porque me lo dice mi gata negra suave y acariciante al oído.
ResponderEliminarUn abrazo.
No, Marian, no es necesario que se agradezca lo justo, lo necesario y lo equitativo.
ResponderEliminarMi comentario es sincero y real.
Un abrazo.
Que cierto es que los primitivos instintos, carácter y costumbres no se pueden olvidar completamente, ahí están siempre dispuestas a manifestarse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso creo yo, Iglesiasoviedo (posiblemente Juan, José, Julián...), siempre queda un pequeño rescoldo del fuego que existió. No estoy muy seguro de que sea bueno o malo que exista un poso permanente del carácter y personalidad que ya ha sido formada.
ResponderEliminarPosiblemente debe quedar ese poso, de lo contrario se perdería parte de la esencia del ser en el que se genera ese cambio circunstancial.
Un saludo.
Bueno, bueno, rebueno, Antonio.
ResponderEliminarExcelente historia. Voy a contarle a mis sobrinos.
ResponderEliminarEsta gatita transformada es, posiblemente, un inquietante ejemplo de realidades vividas o soñadas.
ResponderEliminarTengo la sensación, Enrique, de que nos gusta a los dos por el mismo motivo.
Un abrazo.
No es mala idea contar historias. No es fácil pero con un poco de inspirado arte en la dicción, los niños pueden captar hasta el más leve resquicio de un cuento.
ResponderEliminarLa escenificación y transmisión oral es tan importante para adultos y niños que se llegan a confundir unos con otros.
Un gran saludo, David.
Nadie habla del pobre chico que se casò con una hermosa mujer y se la convierten en gata, no debe de ser igual casarte con una gata y que te la conviertan en una magnìfica chica.
ResponderEliminarun fuerte saludo
fus
No, Fus, no debe ser igual. Para ser un poco perverso, no estoy seguro de qué cambio interesaría.
ResponderEliminarLa mujer que proviene de gata podría ser suave, cariñosa y experta amante..., pero, ¿tendría uñas peligrosamente largas?
La gata que proviene de mujer, podrías ser melosa, ronroneante,,,. pero, ¿chillaría y regañaría...?
Un abrazo, Fus.
Me ha gustado mucho este relato, y tiene mucha razón, porque cada persona es un mundo con su personalidad, y aunque por mucho que se intente cambiar de aspecto exterior, su mundo interior es como es.
ResponderEliminarUn beso.
Venía a leer tu respuesta, pero veo que no hay nada.
ResponderEliminarUn beso.