PUTA DE MARCA MAYOR
Antonio Campillo Ruiz
Nana, Manet, 1877
“Nana”, novela de Zola, tiene como protagonista a Anne Copeau, una joven dedicada al mundo del espectáculo bajo el apelativo de Nana, que se entrega al postor más alto. Émile Zola atribuyó su vida disoluta a su herencia genética pero las putas de “marca mayor”, como se llamaba a las más caras en la Edad Media , se han comprado por más motivos que los del placer sexual: ¡exhibicionismo! Nada cuesta imaginar, viendo el cuadro de Manet, el fragmento en que el conde Muffat encuentra a Nana en brazos de otro amante:
“- ¡Miradle!- dijo al mostrarle con un gesto de actriz trágica.
Muffat, que lo había aceptado todo, se indignó ante esta afrenta.
- ¡So puta!- tartamudeó.
Pero Nana, ya en la alcoba, volvió sobre sus pasos, para decir la última palabra: Puta, ¿de qué? ¿Y tu mujer?
Y al irse…Los dos hombres…se miraron en silencio…se retiraron. No habían pronunciado una palabra. En la acera, conmovidos por cierta fraternidad, cambiaron un silencioso apretón de manos y, dándose la espalda, se alejaron cada uno por su lado.”
El espejo de vestir, Morisot, 1876
En cuanto al cuadro de Berthe Morisot, bien se podría decir que es la antítesis del anterior: habitación íntima frente a la ocasional, coqueto sofá frente al circunstancial, primaverales cortinas frente a la chinoiserie, espejo-luna frente al de tocador, etc. La muchacha está desvistiéndose y su vista baja insinúa que está ensimismada. ¿Evocará haber estado en los brazos de un enamorado? Su actitud contrasta con la de Nana, que, desvestida quizás tras su actuación e ignorando al admirador anhelante que aguarda poseerla, mira al espectador segura de su poder. Morisot pintó su cuadro antes que Manet y para mí lo que sugiere es más atractivo que lo real.
Siempre imaginé a Nana morena y de pelo corto...pa que veas. Un abrazo
ResponderEliminarMariano, creo que imaginar a personajes de una novela o cualquier otro género literario es tan personal, tan maravillosamente especial, que al comparar nuestro personaje con cualquier realidad o ficción observada por la vista, podemos sorprendernos favorable o desfavorablemente.
ResponderEliminarA pesar de Manet, Nana siempre será para ti morena y de pelo corto.
Sin esa imagen de ella lo que sentiste al leer sus vicisitudes tendría que cambiar y, eso, Mariano, no es posible.
Un fuerte abrazo, Mariano.
No soy ni entendido, ni un gran aficionad al arte pictórico, la gente de ciencias tenemos ese problema, Antonio, pero siguiéndoos voy a convertirme en un aspirante a crñitico de arte. Me ha encantado el contraste de artes y de historia.
ResponderEliminarEnrique, nos sucede lo mismo a los dos. Pero te garantizo que estudiar Arte es deliciosamente placentero.
ResponderEliminarLo que sí has hecho, como buen científico, es lo que siempre me gusta hacer a mí: relacionar. Relacionar aspectos de una misma realidad desde diferentes puntos de vista. Este es el nexo de unión de mente científica con mente artística.
Creo que los artistas poseen esta cualidad muy, pero que muy, desarrollada. Por ello, son capaces de expresar aspectos que nos resultan tan interesantes a los aspirantes a parte de su saber.
Un fuerte abrazo, Enrique.
Me gusta más el cuadro de Morisot, querido Antonio. Es dulce, velado y sensual.
ResponderEliminarAbrazos, que ando poniéndome al día (ay, esta falta de tiempo...).
A mi también, Isabel.
ResponderEliminar¡Qué diferencia entre el descoque de Manet y la elegante suavidad de Morisot!
Creo, Isabel, que la luz chillona de Manet, en este caso, influye negativamente en el personaje que, no cabe duda, expone muy crudamente su profesión.
Morisot, sabe lo que significa desvestirse antes y vestirse después. Es mujer. La chica de su cuadro posee la dulce sensibilidad de la decencia, sea cual sea su profesión.
Un fuerte abrazo, Isabel.
Antonio, eres un encanto como persona y como gantleman. Siempre tan amable y tan cortés. Gracias.
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