Corrían tiempos DE SILENCIO Y MIEDO
María Luisa Arnaiz Sánchez
El vagón de tercera clase, Honoré Daumier
Corrían tiempos de silencio y miedo,
de trenes con viejos vagones de madera
y fríos asientos de tercera clase;
años de recuerdo de una infancia gris.
El revisor pedía los billetes,
las mujeres guardaban sus pequeñas botellas de aceite bajo los asientos,
mísero estraperlo de tercera clase, asientos con cinco personas apiñadas.
Pasaban los guardias civiles impertérritos,
tal vez cansados también de la tercera clase.
Mi padre sacaba los papeles apresuradamente,
mísero estraperlo de tercera clase, asientos con cinco personas apiñadas.
Pasaban los guardias civiles impertérritos,
tal vez cansados también de la tercera clase.
Mi padre sacaba los papeles apresuradamente,
no había D.N.I., solamente un papel , una cédula arrugada y sucia.
El tren seguía su traqueteo perezoso, asmático, en la noche,
con paradas interminables en sucias estaciones:
“Policía, documentación”, se encendían de nuevo las luces
de aquellos vagones de madera con gentes sencillas, cansadas y hacinadas
Al hacerse por fin el silencio, yo miraba por la ventanilla los campos oscuros,
las mortecinas luces de los pueblos,
las chispas de la locomotora, los postes eléctricos:
uno, dos, tres, miles pasaban como fantasmas en invierno.
En la noche, la luna llena velaba las estepas,
la peinaban los árboles o la herían los cables.
Yo soñaba con verla brillando muy quieta sobre otros paisajes,
mientras, en los duros asientos, ya todos dormían.
Sólo un niño soñaba despierto.
Miguel Ángel Yusta
PUBLICACIÓN PROGRAMADA.
Precioso, robarte contenidos sigue siendo una de mis devociones y la de todos mis amigos, claro.
ResponderEliminarHola, queridos amigos!
ResponderEliminarSólo un mensaje rápido! Estoy un poco en línea.
Tuve una cirugía a la neurocirugía.
Mis mejores deseos!