Antonio Campillo Ruiz
[…] circulan en
Madrid rumores de haber pedido yo…permiso para regresar a España. Tales rumores
son completamente falsos. Nada he pedido ni pediré a ninguna representación
franquista. Si les pidiera algo, habría perdido la vergüenza que conservo
íntegra. Mi decoro personal y mi dignidad ciudadana me prohíben formular
solicitudes a Franco o a sus delegados […]
Me quedo en el
exilio. Quienes, conociéndome, lo duden, me parecerán tan despreciables como
quienes aseveren lo contrario, porque contribuirán a difamarme. Seguiré
expatriado en tanto el caudillo detente el poder, sean cuales sean las máscaras
que se ponga. Lo odiaba por traidor y sanguinario, lo odio más por
alquilapatrias, último de sus abominables cometidos.
El tinglado donde
asienta su tiranía, formado de mitras y báculos, de quepis y bayonetas, y
erigido sobre un gran osario, va a reforzarlo metálicamente el señor Truman. Al
recio demócrata que hay dentro de mí, aunque asqueado, advirtiendo que el Fürer
y el Duce son sustituidos por el Míster encargado de sostener lo que aquellos
izaron, no le induce a claudicar lastimosos espectáculos de flaquezas y contradicciones.
Todo lo contrario; este demócrata, que nunca tapó sus pantalones con ningún
mandil, las apostasías ajenas le sirven para vigorizar las convicciones
propias.
Indalecio Prieto
Publicado en “Excelsior” de México D. F.
14 de septiembre de 1951
Hay personas con unas ideologias puras que nada ni nadie ha podido nunca subyugar, estos, son los verdaderos hèroes de la historia. Todo un homenage para aquellos demòcratas.
ResponderEliminarun abrazo
fus
¡Ay, Antonio! Teniendo en cuenta los tiempos actuales y los que temo que vendrán, cada vez valoro con más ímpetu y emoción a aquellos que defienden sus postulados, su ideología y la libertad, por encima de mercadeos beneficiosos para su persona, pisando el miedo y enarbolando la bandera de la tolerancia y los derechos humanos.
ResponderEliminarAbrazos, querido Antonio.
Fus, te sabía un ser humano racional porque sé que te has dado cuenta de que también existen los irracionales en esta especie, ahora te sé también defensor de los principios democráticos y de libertad.
ResponderEliminarSí, creo como tu, que debemos seguir aprendiendo de quienes han sido tan rectos con ellos como exigía su trabajo para con los demás.
Un abrazo, Fus.
Si, claro que si, ¡Qué Viva!, amigo Antonio. Las Monarquías es propio de democracias inmaduras y/o panolis, los dos extremos mantienen una absurda e innecesaria, hoy por hoy, institución.
ResponderEliminarY yo Marisa, y yo. ¡Qué difícil será encontrar, en los temerosos tiempos a que te refieres, ideólogos que valoren verdaderamente el sentido de la libertad individual y colectiva! La falta de ideología, libertad y tolerancia que tenemos ya la sabemos, por ello, estoy seguro de viajar hacia el pasado en un futuro que se aproxima a pasos agigantados. Cuando a traidores y asesinos se les justifica, la caída por la vertiente del deshonor es segura. Cuando preceptivamente se debe aguantar lo establecido por la gracia obligatoria de quienes dictan normas sobre lo que desconocen, vamos mal, muy mal. La libertad y los derechos del ser humano son algo más que la cárcel dorada en la que es imperativo cumplir las normas establecidas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Marisa. en
Cierto, Enrique. Los regímenes estatales con dobles mandatarios son innecesarios.
ResponderEliminarLos siglos de reinados en España no han sido suficientes, probablemente, para darnos cuenta de la inutilidad de monarcas que han cometido hasta la felonía de entregar a España a países extranjeros, como si fuese suya.
La tolerancia y la libertad se sienten cuando la decisión de regir una nación no nace de poderes humanos considerados divinos.
Eso de la monarquía parlamentaria es un perfecto contrasentido inventado para maquillar un reinado que, como en otras muchas ocasiones, cada vez se va deteriorando a galope tendido, ¡y con razón!
Estamos de acuerdo en que no se necesita nada más que un dirigente que sea cabeza de un grupo de personas preparadas y con ganas de servir a la sociedad.
Hasta que llegue, la República es el régimen legal de España y no una regencia de revista y placer que juró leyes establecidas por un dictador traidor.
Un fuerte abrazo, Enrique.