MAX FUND Y SU CUARTO
VII
El labriego y el ladrón de pájaros, Pieter Brueghel, 1568
Antonio Campillo Ruiz
La revelación, Max
Fund
En esta imagen de
la serie “El cuarto”, Max Fund se vale de dos obras de
Brueghel, el Viejo, “El labriego y el ladrón de
pájaros” y “Parábola de los ciegos”, y de una obra de El Bosco, “El prestidigitador”, para presentar, tal como deduzco del título, a una esplendorosa
mujer que se encuentra ante los doctos médicos y consultores de la época en una revisión
(observemos su pudor tapándose los pechos) o ante la cohorte de jueces y testigos en una exploración ritual, previa a su conducción al acostumbrado martirio que precedía a la acusación, por cualesquiera de los delitos que eran frecuentes en el período histórico representado: envidia, brujería, celos, adulterio, etc.
Parábola de los ciegos,
Pieter Brueghel, 1568
El prestidigitador, El Bosco, 1575-80
Poco podría yo añadir a la maestría de las imágenes y de los pintores; quizá por eso de que una imagen vale más que mil palabras.
ResponderEliminarPero me hace pensar que a lo largo de la Historia haya habido más mujeres condenadas por brujería y por todos los delitos inimaginables ante tribunales religiosos, que hombres. Quizá porque los jueces, precisamente,eran hombres.
Un gran abrazo Antonio y muchas gracias
que realismo en las pinturas alguna me dan hasta cosita.
ResponderEliminarBesitos amigo como siempre excelente.
Un nuevo comienzo artístico de la semana. Aprecié en su verdadero valor. La primera imagen
ResponderEliminar-impresionante e intriga.
Sinceramente, todos buenos pensamientos! Con respeto.
Otra vez Max Fund haciendo de las suyas.
ResponderEliminarSobre todo, me ha encantado la figura del prestidigitador del Bosco tal y como la utiliza: parece un encumbrado eclesiástico analizado la honra de la mujer. En aquellos tiempos...
Un abrazo, querido Antonio, y gracias por enseñarme tanto.
Pues yo interpreto el cuadro de otra forma; a mí me parece una explosiva mujer, que más que pudor expresa provocación: Las manos no ocultan sino que hacen alarde, muestran, ostentan el poderío de esos pechos exuberantes, los labios se abren incitadoramente, y están pintados de rojo pasión, y por último...esos zapatos de tacón..., esos pies calzados a pesar de la desnudez...nada, nada, que yo la encuentro con ánimo de epatar a los mirones que tiene delante de ella.
ResponderEliminarUn abrazo
Desde mi interpretación (osada de mi), estoy más en la línea de lo que dice Rosa, es decir, expresa porvocación que quizás hubiera quedado más dudoso si no fuera por el detalle de los zapatos.
ResponderEliminarComo siempre, un placer llegar a tu espacio.
Un abrazo
Has conseguido, amigo Antonio, que me enamore, poco a poco de Max Fund. Un descanso placentero pasearme por ntu Blog. Enhorabuena, una vez mas.
ResponderEliminarSí, Mabel, una de las posibles interpretaciones de este montaje de Max Fund puede referirse a la misoginia que ha existido en determinadas épocas de la historia.
ResponderEliminarPosiblemente, porque el entorno nos induce a cuestionar si el autor ha querido expresar esta idea.
En cualquier caso, repudiar a la mujer simplemente por su condición femenina, es un lamentable hecho que se produce hasta en este momento del siglo XXI.
Un fuerte abrazo, querida Mabel.
Así es Inma, Breugel y El Bosco pintaban momentos tan reales y duros de la vida cotidiana o imaginados que, en muchas de sus excelentes obras la vida y la muerte van de la mano.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Inma.
Eso creo, amigo Cristian. Lo defines muy bien: es una obra intrigante, de interpretación compleja y con un entorno muy peculiar.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Cristian.
Es posible, Isabel, es posible que los espectadores de "El prestidigitador" se encuentren tan absortos como cuando observan uno de sus trucos.
ResponderEliminarSi es o no la honra de la mujer es una de las muchas interpretaciones posibles que Max Fund jamás explica.
Lo importante es localizar y relacionar los personajes del entorno con los propios del autor.
Un fuerte abrazo, querida Isabel.
Esa era la tercera, entre otras, posible interpretación que no he querido escribir, Rosa. El fetichismo de los zapatos y el aparente descaro de la mujer así me lo solicitaban.
ResponderEliminarMax Fund es un provocador. Siempre realiza su particular obra desafiando a quienes le rodean pero haciendo alusión a sus modos de vida. En este caso había escrito y rechazado: "... la jamona descocada...etc." porque, por una vez, voy a ser yo también rebelde a su provocación.
El entorno posee una fuerza que choca con la posible desvergüenza exhibicionista de la mujer desnuda. En la época referida he preferido eludir casi lo obvio y trasladar la atención hacia los espectadores y su tiempo, que no querían el exhibicionismo ni lo practicaban, lo reprimían.
En cualquier caso, es otra interpretación. Max nos tendría que explicar si ha querido "asustar" a los mojigatos de una etapa oscura y dominada por poderes misóginos.
Un fuerte abrazo, querida Rosa.
Efectivamente Pilar, es obvio que el fetichismo de los zapatos, de tacón bien alto y sus rotundos muslos que, posiblemente, esconden tras ellos un jardín nunca observado con tanto detenimiento ni asombro, nos empujan al choque de pensamientos entre la época del entorno y la actual.
ResponderEliminarLa provocación de Max Fund y de su mujer desnuda son similares. Pretenden poder expresar a quienes vivieron aquella etapa oscura que perdieron una realidad despreciada y reprimida: la carnal.
Me alegro que tanto Rosa como tú hayáis coincidido en vuestra apreciación y se haya establecido un diálogo tan valioso.
No eres osada, Pilar, interpretas de forma excelente una obra de difícil decisión.
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
Enrique, a mi también me intriga su imaginación y su provocación. A la vez, escoger las obras de arte que selecciona debe ser un trabajo importante porque siempre posee un significado con respecto a su propia obra.
ResponderEliminarEn este caso es verdaderamente discutible cualquier opinión que se realice a pesar de parecer más oportunas unas que otras.
Un fuerte abrazo, amigo Enrique.