SOLANINA
Antonio Campillo Ruiz
Cryng Man
Cuántas veces se
ha repetido que César Vallejo vaticinó su muerte...
Me moriré
en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
Poemas Humanos
Y cuántos
diagnósticos se desecharon (tuberculosis, malaria, paludismo, sífilis, etc.)
por la clínica Arago de París, donde falleció el 15 de abril de 1938, cuyo
equipo médico no supo la causa de su muerte. El
poeta Hans Magnus Erzensberger hace bastante tiempo dijo que “Las enfermedades que sufrió Vallejo eran
desconocidas por la
Medicina. Una se llamó España y la otra, una enfermedad muy
vieja y muy venerable: el Hambre”. Por ello, escribió el poeta Arturo Serrano Plaja cuando la delegación española asistió en 1935
al I Congreso Internacional de Escritores Antifascistas en París: “Para prolongar la estancia… cuanto fuese
posible, con el poco dinero que teníamos (la mayor parte lo ponía Neruda),
decidimos hacer un plan de austeridad… Y, como en París encontramos a Vallejo
(alimentado casi exclusivamente de patatas cocidas mañana y noche como cuando
le conocí en España…)”. El doctor Enrique Robertson, que se sepa, ha sido
el primero en sostener que Vallejo falleció a causa de una intoxicación crónica
por solanina.
La solanina es un
glocoalcaloide tóxico de sabor amargo que está formada por el alcaloide
soladinina y una cadena lateral de carbohidrato. Fue aislada por primera vez en
1820 a
partir de las bayas de hierba mora (solanum nigrum) y es una sustancia muy
tóxica incluso en pequeñas cantidades. Además de en la hierba mora, se
encuentra en la patata (solanum tuberosum), el tomate inmaduro (solanum
lycopersicum), la belladona (atropa belladonna), la berenjena
(solanum melongena), entre otras plantas de la familia de las solanáceas. La
toxina está presente en varias partes de las plantas pudiendo intoxicarse los
humanos por la ingestión del fruto y semillas de las mismas. La intoxicación posee más o menos
importancia dependiendo de la madurez en que se halle el producto ingerido y
de los tratamientos que se le hayan aplicado. En cuanto a la patata, siguiendo
el caso que nos ocupa, su toxicidad variará según las condiciones de ingestión.
Así, la acción tóxica de solanina es más
peligrosa en su fase inmadura (puede reducirse si se somete a una fritura de no
menos de 170º C) que en su fase de madurez aunque la solanina no desaparece del
tubérculo en ningún caso.
La mayor parte de
las plantas que contienen solanina también presentan otros alcaloides tóxicos
que incrementan el riesgo de intoxicación por ingestión. En realidad, las
plantas generan estos agentes tóxicos por sus propiedades como fungicidas y
pesticidas naturales para protegerse de enfermedades, insectos y otros
depredadores. Son un mecanismo de defensa natural que se ha utilizado, a partir de su descubrimiento y purificación,
en agricultura como forma alternativa y natural de
combatir las enfermedades de los cultivos (excepto en Homeopatía, su compleja acción
bioquímica y los resultados poco efectivos obtenidos provocaron su
abandono en Medicina).
Van Gogh
El contenido de los glicoalcaloides de la patata varía significativamente según las condiciones ambientales imperantes durante su cultivo, la longitud del período de almacenamiento y la variedad considerada. Se los encuentra sobre todo en las plantas inmaduras y en los nódulos verdosos de germinación, situados principalmente en la piel y en la semilla. La posibilidad de intoxicación también depende de si la persona que consume las patatas presenta alguna enfermedad concomitante, sobre todo infecciosa, dado que ese tipo de enfermedad aumenta la sensibilidad a la intoxicación. En la patata, la cantidad media de glicoalcaloides es de 0,075 mg por gramo pero algunas enfermedades de la planta, al igual que en los tubérculos dañados por golpes, pueden incrementar los niveles alcaloideos. Las patatas que han sido expuestas a la luz y han empezado a reverdecer pueden mostrar concentraciones de 1 mg/g o más altas, cantidad más que suficiente para provocar una grave intoxicación que no se evita ni por la cocción con agua o con microondas.
Chagall
La publicación
científica en la que se basó el Dr. Enrique Robertson (hoy todavía consultada)
y su claro diagnóstico fueron el fundamento para explicar la muerte de unos
hambrientos soldados franceses que habían ingerido patatas enverdecidas,
expuestas a la luz y conservadas en un ambiente húmedo. Quien había dicho a un
amigo “En París tendremos que vivir de
piedrecitas”, César Vallejo, probablemente consumió hasta su muerte las
patatas más baratas de los mercados parisinos.
¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!
Poemas Humanos
Delaunay
Me has dejado intranquilo con lo de la toxina de la patata.
ResponderEliminarNo, Marcos, ni mucho menos. A la solanina le sucede igual que a otros productos que aparentemente no son tóxicos: depende de la cantidad. Además, en este caso las condiciones de conservación y manipulación son decisivas.
EliminarUn abrazo, Marcos.
No he podido dejar de recordar al leer tu entrada, la Gran Hambruna Irlandesa de 1845 debido a la escasez de la patata, tubérculo que ha acabado muchas veces con el hambre y, en otras ocasiones, como cuentas, ha provocado hasta la muerte debido a esa toxina.
ResponderEliminarMuy interesante, Antonio. Literatura, Arte y Ciencias vuelven a confluir maravillosamente en lo que nos ofreces.
Un fuerte abrazo.
Te agradezco tus sabias aportaciones, Marisa. Cierto. La patata ha sido, en determinadas épocas históricas decisivas para la subsistencia. Sin embargo, en los paises sudamericanos, con unas condiciones de climatología extremas en todos los pueblos andinos, se han descrito muchos accidentes tóxicos aunque, a veces, no tan extremos como el de César Vallejo. Su muerte se debió a la “venerable” enfermedad que se describe en el texto.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Marisa.
Vaya! Qué lección tremenda!!! No tenía ni idea de esta intoxicación con patatas, y recibo la noticia justamente en estos días en que, con algunos problemillas estomacales, me estoy dedicando a una dieta poco habitual en mí, de patatas, zapallo y pollo! Me he intraquilizado como nuestro amigo Marcos aquí arriba. Si al menos eso me hiciera escribir como Vallejos, uno de mis preferidos! Gran artículo, gran abrazo!
ResponderEliminarPatzy, ¿cómo te puede suceder a ti algo semejante? No, mi querida amiga, la solanina se encuentra inmediatamente debajo de la piel reverdecida en patatas que ha sido expuestas a la luz y humedad. Ten en cuenta que al ser un tubérculo posee su propio proceso de desarrollo y reproducción. Las manzanas son astringentes y desinfectantes del tracto digestivo. Las patatas, con tanto almidón como poseen, engordan un poco, como todos los hidratos de carbono, sea cual sea la longitud de su cadena. Te recuperarás pronto con tu tratamiento casero.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Patzy.
Extraordinario, amigo Antonio. me he vuelto, leyéndote hoy, mas vulnerable y mucho más rico en conocimientos. Un abrazo-e.
ResponderEliminarEnrique, nosotros somos ya Supermanes de todo lo que huela a huerta. Si estuviesen juntas todas las patatas que hemos comido, y todas hubiesen llevado 1 mg/g de solanina, estaríamos atizando las calderas, al menos yo por malo malísimo, de Pedrito el del rabo. ¿Qué son variaciones químicas de aspectos muy curiosos? Si. ¿Qué es muy interesante que, al igual que nosotros segregamos melanina contra las quemaduras del sol, las plantas segregan insecticidas y fungicidas? Sí. Es la Naturaleza… ¡maravillosa!
EliminarUn fuerte abrazo, querido Enrique.
La vida es realmente fugaz y pende de un hilo. Una toxina refugiada en una humilde patata puede dar al traste con nuestros sueños. Y más en aquel Paría bohemio, donde los artistas y escritores malviváin en desvanes, buhardillas y sótanos a la caza de lo absoluto. La niebla del Sena ha visto morir a grandes hombres en su leve abrazo.
ResponderEliminarUn saludo
¡Cuanta razón tienes, Carmen! La “venerable” enfermedad se ha llevado bajo su brazo a grandes pensadores y artistas en esa inmensa ciudad que poseía un especial atractivo para ellos. Con ellos en el mundo siempre habría sido más interesante leerlos, admirar sus obras y poder, incluso, charlar de temas tan importantes como la existencia humana, por ejemplo.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Carmen.
Es una entrada muy intensa, que por ello la hace breve con todo y su gran extensión!! Cuando nos enteramos de las circunstancias de los autores extraordinarios de las artes, se nos comprime el corazón, pero a la vez empezamos a entender lo que nos trasmitieron. Para allá vamos los blogueros, tú espera.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Te espero con inquietud, Sara. Sé que nos sorprenderás con tus publicaciones. Que no tarden mucho…
EliminarUn fuerte abrazo, querida Sara.
Perdón por mi regreso, me provoca mucha inquietud que desaparezcamos con todo y palabras, "todo pal carajo". Yo tengo la esperanza de que trasciendan las palabras, para que quede la evidencia de que tan bárbaros no éramos todos, sino que una gran civilización humana, la desbarataron unos cuantos bestias.Ay! Ojalá que no desaparezcan.Empecemos a hacer refugios para las buenas letras. Coméntaselo a tu adorable compañera, que pensará también por el estilo de pensamiento.
ResponderEliminarAnises para ustedes dos.
Bueno, bueno, bueno… ¡Haciendo de casamentera ¿eh?! Prometido que me comeré miles de anises para endulzarme un poco las necedades de quienes pretenden engañar siempre.
EliminarUn beso anisado, querida Sara.
Conocía que la patata expuesta a la luz, de color verde oscuro, era tóxica. Mis padres que plantaban muchas me lo enseñaron.
ResponderEliminarEn Galicia sustituyeron a las castañas como alimento base y hoy en día raro es el plato que no las lleva. Es el alimento de los pobres sin duda.
Extraordinario texto educativo, querido amigo.
Muchas gracias por enseñarnos tanto.
Bicos.
Pero, Ohma, ¡qué no vais a saber los gallegos! Las gentes que están en contacto con la agricultura y sus secretos sabe que la cosecha de patatas se coloca en una sola capa para no soportar peso y poder golpearse, tapada con sacos de aspillera para que tengan aireación pero no luz y siempre pelarlas si no son asadas entre las brasas. Las patatas gallegas son excelentes porque se cultivan en suelos ácidos y húmedos. Claro, que cuando se cosechan, ¡ojo!, hasta el niño más pequeño sabe el secreto de disfrutar su gran sabor. Has completado mi escueto escrito con una práctica que posee tradición y saber.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Ohma.
Interesantísima tu entrada, Antonio. Comenzó emocionándome, como siempre siempre que leo el poema donde César Vallejo augura su muerte. Después me ha hecho abrir mucho los ojos para no perder nada de la información sobre la dichosa toxina. Es tremendo que su acumulación en el organismo pudiera causar la muerte del poeta... La vulgar, deliciosa y socorrida patata puede ser letal a grandes dosis, bueno es saberlo.
ResponderEliminarGracias por una entrada tan interesante.
Un beso, querido Antonio.
Sí, Isabel, alguno de los “Poemas Humanos” son terribles por su melancolía y pesimismo. Sin embargo, cuando los lee uno todos, lentamente, con mucho tiempo por delante, siempre obtiene una visión muy particular de la poesía, probablemente amarga pero no pesimista sino realista y muy ingeniosa. Lo peor de freír las patatas a 170 ºC es que engordan mucho. La solanina se transforma en compuestos inocuos.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.
Antonio, que poemas tan hermosos los de Cesar Vallejo, quizás fue la melancolía y la soledad la que lo llevó a presentir su muerte, su final, como algo esperado y hasta deseado por las circunstancias en las que vivía.Que interesante lo de la patata, la inocente patata, que en un tiempo salvó a tantos pueblos de la hambruna, todo tiene su lado oscuro, que curioso.
ResponderEliminarUn gran abrazo, querido amigo
María, ¡MUCHAS FELICIDADES! Hoy es tu onomástica.
EliminarSí, María, las palabras justas son melancolía y soledad. Con ellas tejió el entramado de unos versos que son inocentes y serios, alegóricos y sencillos, de conciencia y horror… Me alegro mucho que te guste César Vallejo. No vivió lo suficiente para poder enseñarnos más aspectos de su pensamiento. La pobre patata se defiende como puede de su famoso escarabajo y del mildiú. Nosotrpos sólo tenemos que cuidar sus tubérculos con el cuidado que merecen los alimentos y pelarlas, pelarlas y desechar las reverdecidas…
Un fuerte abrazo y un beso de onomástica, querida María.
Ufff con lo que adoro las patatas y la berenjena.. ah y la vida...
ResponderEliminarGracias siempre y una vez mas por enseñarme tanto.
Un beso
Inma, unas berenjenitas cortadas en rodajas y fritas con mucho aceite …¡Cucha…! ¡Hummm…! ¡Qué ricas! Al igual que las patatas… Pero ya sabes: “chupan” mucho aceite que se desnaturaliza, a pesar de ser virgen extra… y ¡engordan! No ellas, ¡pobres!, el aceite.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Inma.
Un post escalofriante, antonio. No podía imaginar que César Vallejo hubiera muerto de hambre, porque ciertamente estar sometido a una dieta solo de papatas no puede llamarse de otra manera. Qué soledad. Qué desamparo. Me quedo acongojada. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarPero además, Isabel, “venerable enfermedad del HAMBRE”. Las pobres patatas aceleraron un poco su fin, pero sin poder volver a España, solo en París en unos años muy difíciles y con lo poco que podía recoger de los amigos y Neruda, murió con su soledad a cuestas. Una de las peores muertes, creo.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.