LA VELA CARMESÍ
Antonio Campillo Ruiz
Magdalena penitente, Georges De la Tour
Un hombre que yacía en su lecho de muerte llamó a su lado a su esposa, y le
dijo:
̶ Estoy por dejarte
para siempre; dame, entonces, una última prueba de tu afecto y fidelidad.
Encontrarás en mi escritorio una vela carmesí, que fue bendecida por el Gran
Sacerdote y tiene un peculiar significado místico. Júrame que mientras esa vela
exista, tú no te volverás a casar.
La Mujer juró y el Hombre murió. En el funeral, la Mujer se mantuvo de pie a la cabeza del féretro, sosteniendo una vela carmesí ardiente,
hasta que esta se consumió por completo.
Ambrose Bierce, “Fábulas
fantásticas”.
Pues si que duro poco... un fuerte abrazo querido Antonio
ResponderEliminarY ademas soplaba para que ardiese mas aprisa. El famoso: cumplo y miento.
ResponderEliminarAntonio, Marcos me lo ha quitado de la boca y como no lo quiero repetir, añadir una pequeña reflexión sobre la vela y nuestra vida; pienso que en nuestra fugaz estancia en la tierra, nos debemos comportar como una vela, que está concebida para dar luz o vida, nosotros, lo mismo, hasta que nos morimos debemos alumbrar a los demás, no entiendo una vida sin alumbrar o transmitir ese mensaje de vida. que sentido tiene una vela, si no se enciende? hace bien la mujer de encenderla, aunque parece una contradicción, tal vez la mujer tenia mas claro que el difunto el sentido místico de la vela.
ResponderEliminarUn abrazo tocayo
Un juramento de corta vida. Ella prometió hasta que la vela existiese...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querido amigo.
Un abrazo amigo Antonio. No te canses de escribir nunca. Feliz noche
ResponderEliminarComo dice el refrán " el muerto al hoyo y el vivo al bollo", sí que se ha puesto las pilas, sí!
ResponderEliminarUn abrazo Antonio!
Creo que esa vela era una vacuna contra el egoísmo...
ResponderEliminarUna sonrisa y un fuerte abrazo, Antonio
Me parece que la vela... no era la condición válida para que ella no volviera a casarse. O por lo menos yo huiera ideado otra estratagema para que mi esposa hubiera permanecido fiel a mi hasta que le llegara su propia muerte. Las velas se consumen a la igual que la vida.
ResponderEliminarUn saludo
Creo que la mujer fue más inteligente que el marido. ¡Pobre incauto! Quizás pensó que la viuda no encendería la vela.
ResponderEliminarDivertida la fábula de Ambrose Bierce.
Un abrazo
Bueno...ahí yacía el último romántico!!! Un abrazo Antonio.
ResponderEliminarTodos tenemos una pequeña agenda en nuestra vida
donde nosotros somos nuestros propios escritores,
pero también hay gran cantidad de personas a nuestro alrededor
que nos ayudan a escribir y ampliar muchas de nuestras historias,
haciendo que la vida se convierta en un oasis de colores y fantasía…
Gracias a ti… Por ser parte de los párrafos de esta historia.
Un cordial abrazo
Atte.
María Del Carmen