OIGAMOS Y VEAMOS XIV
Antonio Campillo Ruiz
Franz P. Schubert
Franz Peter Schubert
acabó de componer en noviembre de 1827 una composición musical para tres
instrumentos que, con respecto a los trabajos que se componían en la época,
bastante más breves, era un poco larga, unos cincuenta minutos: El Trio No. 2 en mi bemol
mayor para piano, violín y violoncello, D. 929 (Mayor op Klaviertrio
mi bemol. 100, 2. Satz). Consta de cuatro movimientos:
1 – Allegro.
2 – Andante con moto.
3 – Scherzo. Allegro
moderato.
4 – Allegro moderato.
El segundo movimiento
hace sentir, a quien lo escucha, una melancolía, una tristeza y un sabor a dolor
que resuena de su lento movimiento, de su ritmo pesado. Está inspirado en una
melodía sueca Se Solen sjunker (Mira, el sol se pone), de Isaac Berg.
Las monótonas notas del piano pueden llegar a sugerir, antes de que el violoncello
emita las suyas y el violín las doble, un sonido fúnebre que va creando, progresivamente,
un ensombrecido clima cual canto romántico, que queda en una larga y
desasosegante tragedia.
Es importante escuchar nítidamente la composición
Estos sentimientos acentúan imágenes que se pueden presentar
a un espectador al que se le cuenta una historia tan bella como infortunada y
dramática. Es la sabia decisión que directores de cine realizan al utilizan El Trio No. 2 en mi bemol
mayor para piano, violín y violoncello, D. 929 (Mayor op Klaviertrio
mi bemol. 100, 2. Satz) en alguna de sus películas. Stanley Kubrick ha sido uno de los grandes
realizadores que, enamorado de la música clásica, la ha utilizado en sus
películas con una sensibilidad tan precisa como decisiva. En “Barry Lyndon”, 1975, con guión del
propio Kubrick, basado en la novela de William Thackeray, esta música es capaz
de elevar la sensación de la penosa vida del protagonista y su familia. Michael
Haneke dirigió en 2001 “La pianista”,
también con guión suyo basado en la novela de Elfriede Jalinek. Una historia
tan trágica como la música de Schubert, de la que era amante la profesora de
piano protagonista. “The Hunger”, “El ansia”, 1983, de Tony Scott es otra
de las películas que, inundada con la música de Schubert, representa a unos
personajes atormentados en momentos tan trágicos como la vida y la muerte. Estos
tres ejemplos son suficientes para poder apreciar la misma banda sonora creando
un clima de lento infortunio romántico y triste.
Es importante visionar a plena pantalla la
secuencia.
Es importante visionar a plena pantalla la
secuencia.
Es importante visionar a plena pantalla la
secuencia.
Maravillosa maestría, y que bella melodía. Aunque hable de melancolía.
ResponderEliminarBesos
Qué belleza!!!! Ay Antonio, cómo me gusta este rincón de tu blog "oigamos y veamos"! Además me traes a la mente viejas películas que he disfrutado tanto...como Barry Lyndon. Muchas gracias por este "repaso" de una música inmortal. Gran abrazo!
ResponderEliminarme lleno de arte cuando te visito
ResponderEliminarLa melancolia que a los artistas une..
creo que de ahi nace la mejor musica con letras
mil besos
¡Sensacional querido amigo! Sensacional la entrada. Bellísima música y composición. Aprendo mucho cada vez que entro a tu sitio. Te agradezco el trabajo minucioso que te tomas. Es impecable.
ResponderEliminarTe mando un abrazo enorme desde Argentina y buen fin de semana.
Bendita pieza de Schubert, me tiene hipnotizada!
ResponderEliminarPuedo escucharla mil veces seguidas sin cansarme.
Un fuerte abrazo, querido amigo.
Adoro esta música. Es una maravilla.
ResponderEliminarGracias por traerla a tu precioso espacio.
Un fuerte abrazo
Entrada bien preparada y magistral como solo tu sabes hacerlo. Sentir la música de Schubert es lo mismo que codearse con los dioses. Cuanta expresividad y sentimiento.
ResponderEliminarGRACIAS, Antonio.
Ha sido maravilloso, Antonio.
ResponderEliminarQué preciosidad Antonio!, y qué sería de la creatividad de los artistas sin la melancolía! supongo que el sufrimiento ayuda a que germine la magia que nos transmiten en sus obras.
ResponderEliminarUn abrazo y disculpa que no me pase más a menudo, estoy "atrapada"...
Extraordinaria recopilación, amigo Antonio. Gracias por difundir el arte de la música y por instruirme a mi en ella.
ResponderEliminarUm místico de tristeza e romantismo... melancolicamente bela a música de Schubert.
ResponderEliminarBeijo.
Como aprendiz de todo, mi enhorabuena por los registros de tu blog.
ResponderEliminarEs un placer visitarlo.
Cuántas veces he oído esa pieza de Schubert y cada vez me gusta más.
ResponderEliminarUn beso
Dicen que la música es el lenguaje del alma, no tiene idiomas, y es comprendida por todos. Me encanta Schubert y en especial esta melodía, entre la tristeza y la melancolía.
ResponderEliminarSon vitaminas para el alma el visitar tu blog, por tus entadas tan bien elaboradas y con los temas qué tratas.
Abrazos desde un lugar del corazón.
Muchas gracias por estos momentos musicales que nos ofreces, Francisco, un oasis en este mundo plagado por el estrés, las prisas y la dependencia de las nuevas tecnologías.
ResponderEliminarUn abrazo
Extraordinaria música, Antonio, y muy interesante el tema que podemos extraer de tu planteamiento: el de la semanticidad de la Música, lo que expresa, o lo que puede expresar, el arte de las musas: en este caso, segúntu texto, tristeza, melancolía...; hablas de un sonido fúnebre, de una música capaz de elevar la sensación de la penosa vida... En fin… ¿la música expresa eso o somos nosotros quienes la asociamos a eso? ¿Es la música un lenguaje? ¿Cómo el hablado? Aquí te dejo unas cuantas citas. A ver si te gustan.
ResponderEliminarLa música no posee significación, pero rebosa de sentido (Eugenio Trías)
La música es el idioma que no habla en ningún idioma, precisamente porque habla en todos los idiomas posibles. (Felipe Benítez Reyes).
Entiendo la música… como un lenguaje. Un lenguaje que no necesita palabras. (Josep Colom).
La música es un esperanto sonoro (Emanuel Levy).
La música es el idioma universal (Richard Wagner).
Generalmente se acepta que la música expresa algo (Arnold Schönberg).
La música comienza donde acaba el lenguaje (E.T.A. Hoffmann).