UN MUNDO SIN AMOR,
SIN BELLEZA, SIN DOLOR
Antonio
Campillo Ruiz
La
capacidad para sentir amor, odio, felicidad e incluso, a pesar nuestro, el
sufrimiento más profundo es inherente a la naturaleza humana. Esto es lo que
distingue a alguien vivo de un simple autómata creado por medio de una
tecnología tan sofisticada como incomprensible. Un mundo homogéneo cuyo origen no se presenta
como una fuerza exterior contra la que se ha de luchar, sino como un enemigo
que se infiltra en la sociedad, la domina y la maneja con sigilo e impunidad. Desde
el estreno se han atribuido al film significados, que unos han entendido como
anticomunistas y otros como antimacarthystas. En su momento, tanto Jack Finney
por su novela, como el director del
filme manifestaron que habían trabajado con el único propósito de ofrecer la
historia de una invasión alienígena. Y de esto trata “Invasion of the Body Snatchers”, “La invasión de los ladrones de
cuerpos”
de Don
Siegel, 1956.
La adaptación
de la novela "The Body
Snatchers", de Jack Finney, tuvo a dos guionistas de
excepción: Daniel Mainwaring y entre otros, Sam Peckinpah, que fue asistente
de dirección e intérprete de un papel muy breve. Con un presupuesto de serie B que
aúna varios géneros a la vez: fantástico, terror y ciencia-ficción, también es
una interesante denuncia política de la paranoia anticomunista de los años
cincuenta. Fue el undécimo largometraje de Siegel y una de las obras clave de
su filmografía. Imprime a la acción un ritmo intenso, que sostiene el
desarrollo de un crescendo de terror y horror de magnífica factura. Siegel
hace una demostración brillante de eficacia narrativa
La película
incorpora un relato inquietante, que pone de manifiesto una vulnerabilidad del
género humano que sorprende y preocupa al espectador. Propone una incómoda
tarea de identidad personal, ya que ésta no se puede definir en función de lo que
uno piensa, recuerda, sabe o aparenta. Establece la posibilidad de que un poder
arbitrario acabe sutilmente con la libertad de pensar, valorar y decidir de las
personas, apoyándose en la insensibilidad y el conformismo. Para los problemas
que sugiere no ofrece soluciones ni da esperanzas pero su similitud con los
acontecimientos sociales desde que se escribió la obra, es tan patente que la
podemos encontrar en cualquier país en la actualidad.
No
era fácil que una película de bajo presupuesto consiguiera una iluminación y
fotografía tan excelentes que crean una atmósfera oscura y agobiante, sensación
que se refuerza gracias a la amenazadora y contundente banda sonora de Carmen Dragon.
Interpretación de actores correcta y efectos especiales casi inexistentes. A
pesar de ello no olvidemos la memorable escena en la que Miles pide ayuda en la autopista.
El verdadero valor de la historia
narrada reside en la amenaza psicológica, en la sensación de temor ante algo
que desconocemos, pero que sabemos que está ahí porque el mal proviene de lo
más familiar, del entorno más cercano a las víctimas y, casi podríamos razonar diciéndonos
que el enemigo es uno mismo. Parece
haber aquí una influencia psicoanalítica, muy de moda en la época, porque el
problema sobreviene en el momento en el
que el cerebro se encuentra en reposo, no posee actividad consciente. El yo y
el ello quedan anulados y sólo el individuo, en manos de un superyo que no se
puede permitir ningún desliz y que, por tanto, elimina deseos y rastros para
tener al individuo bajo control, determina qué y cómo debe ser la
transformación.
Se
han realizado tres "remakes" del film: Philip Kaufman,1978; Abel
Ferrara,1993 y Oliver Hirschbiegel,2007. Ninguno posee el clima tan absorbente
y profundamente terrorífico como esta primera versión. A pesar de ello, la
realización, iniciada con una serenidad y seguridad incomparables posee un
último tercio que aparentemente es precipitado y el espectador lo aprecia.
Creo
que, a pesar de apreciar la mano de Peckinpah
en el guión, descubierto el mal, sin intermedio entre la serenidad de la duda
inicial y la seguridad de un hecho, se origina una precipitación por alcanzar
la normalidad que aparentemente es un poco precipitada pero ¿no haríamos lo
mismo nosotros, los espectadores? En cualquier caso, e independientemente de lo
que interprete fílmicamente cada uno, todos podemos asumir que dentro de este
magnífico ejercicio artístico se simultanean varios niveles de lectura y
temática que no tienen por qué excluirse entre sí y que sólo enriquecen aún más
el conjunto, evidenciando que estamos, sin duda alguna, ante un clásico entre
clásicos y un verdadero film tan distinto a los sucedáneos de hoy en día como
maravilloso y profundamente conmovedor.
Es importante visionar la película a plena pantalla
que peliculon
ResponderEliminarlo vi tres veces
es ese tipo de cine que no se ve mas ahora
genial turtaconto sos un genio de las letras
mil besos
Estupenda película.
ResponderEliminarEl buen cine de antes.
Esta noche la volveré a ver. ¡¡Gracias!!
Un abrazo muy grande
Otra de las grandes, maestro Campillo. Gracias y ah, GGM decía ... "Nunca releo mis libros, porque me da miedo", no me pasa lo mismo con tus películas.
ResponderEliminaruuuuyyyyy ¡¡¡¡ qué miedo !!! jajaja... abrazo!
ResponderEliminarSon joyas del cine. La he visto varias veces.
ResponderEliminarCordiales saludos.
La primera vez que la vi. No me dio mucho miedo pero sí la encuentro inquietante, :)
ResponderEliminarUn fuerte abrazo querido Antonio.
Es una pelicula que me encanta, he perdido la cuenta de las veces que la he visto, hay una versión con Donald Sutherland, pero
ResponderEliminaryo me quedo con esta, una elección perfecta, un saludo amigo Antonio.
!Hola,Antonio!
ResponderEliminarHace poco vi Invasión, remake de esta película que nos traes hoy.Y para ser sincera,me gusta mas esta versión antigua que la que yo vi hace poco.Sin tantos efectos logra mantenerte en tensión.Gracias por compartirla.
P.D: Que aburrido seria el mundo sin todo lo que nos hace humanos,bueno o malo todo tiene un propósito.
Muchos besitos. y Excelente elección.