LA
LARGA BÚSQUEDA I
Antonio Campillo Ruiz
Estoy tan solo como
este gato, y mucho más
solo porque lo sé y él no
Julio Cortázar
René Magritte
La
propia naturaleza del individuo implica una dualidad que es compleja y difícil
de unir indisolublemente. El hecho de poseer una estructura fisiológica sometida
a miles de millones de reacciones químicas, activadas desde un centro potencialmente
responsable de todas ellas, supone una atención cuasi prioritaria al correcto y
exacto funcionamiento de todas ellas. Por otra parte, diversos sectores, muy
diferenciados de este órgano rector, se emplean en un aspecto que no es visible
ni requiere de otros órganos para poder establecer una dicotomía, una inmensa
separación, un estado de inquietud permanente entre lo fisiológico y su propia
función en el cuerpo humano. Es el pensamiento, capaz de aparentar que se
encuentra desligado del conjunto físico que es factible de poder ser apreciado
por quienes observan unos sentidos perceptibles y reales.
René Magritte
Mente
y cuerpo físico sostienen unas pequeñas escaramuzas que, muchas veces, dependen
de una y otro, quizás muchas más de la mente. No lo sabremos particularizar
jamás. No podremos apreciar si el aspecto físico es o no más o menos importante
que el mental. Puede ser que exista una diferencia por habitante,
individualizada, única. En un futuro próximo será tan complejo poder determinar
la existencia de más de un individuo con características idénticas, mentales o
físicas, o ambas a la vez, que la duda de la existencia de una imagen especular
de dos seres humanos persistirá por siempre.
René Magritte
En
general, ambos aspectos de una misma persona están disconformes uno con el
otro. Es un éxito contemplarse y sentirse invadido de bienestar mental o
sentirse invadido de belleza física cuando mentalmente proyectamos un hecho
exclusivo de quien lo piensa, por ejemplo. Este simple hecho, derivado de uno
mismo, puede llegar a producir un malestar que provoca, cuanto menos, extraños
resultados en la persona que es objeto de dualidad. Si se siente de acuerdo con
su aspecto físico y no con sus pensamientos, su personalidad, todo aquello que
aprecian los demás, puede ser muy diferente en el caso contrario puesto que el
aspecto menos apreciable prevalece sobre el que se aprecia sin dificultad. Ante
este hecho, el individuo procura, en la mayoría de las ocasiones, poseer una
mente ágil y unos conocimientos que favorezcan la parte menos conocida de él. A
su cuerpo lo pueden conocer pero su mente es imposible que sea exhibida ante
quienes le contemplan. Además, siempre podemos cambiar aspectos que pueden ser
modificados con cierta facilidad para que cumplan determinados parámetros que
son escrupulosamente analizados por quienes le escuchan, miran o comprenden.
René Magritte
Así,
con una sutileza tan cambiante como real, tan verdadera como falsa, nos
vamos haciendo un pequeño hueco y respondiendo a este órgano, aparentemente tan
potente, que rige todos los pormenores de una existencia que ve como se
desgranan los días, las noches, las verdades y las mentiras, en la eterna
soledad del ser, en la eterna melancolía de no poder expresar lo almacenado, conservado y sabido. Nos
encontramos tan solos que nunca podrán desvelar aquello que llevamos en nuestro
interior, guardado en un cuerpo y en un órgano muy especial. No somos capaces
de utilizarlo en toda su inmensa capacidad pero lo domesticamos un poco, lo
engañamos a él también, sin tener en cuenta que cuando lo hacemos nos engañamos
a nosotros mismos, con desafortunadas consecuencias en la totalidad de los
remiendos a nuestra propia personalidad.
Antonio Campillo Ruiz
René Magritte
Siempre un placer leer tu erudición, querido Antonio.
ResponderEliminarEn esa batalla entre mente y cuerpo, creo que siempre la ganadora es la mente. Es más astuta y conoce artificios para engañar al cuerpo. Este, siempre se guía por los instintos más primitivos de nuestra naturaleza humana. Sin mente no hay cuerpo.
Preciosa esa galería de cuadro de René Magritte que nos dejas, Antonio.
Un fuerte abrazo.
Aunque nos pese, todos tendemos a apreciar más la belleza. Se nos mete por los ojos y, de forma instintiva, nos pone a su favor. No es lo correcto, pero es lo que ocurre.
ResponderEliminarCon la fealdad, hemos de hacer un proceso de reflexión para admitirla. El cerebro actúa entonces y justificamos una bondad no bella. Lo hacemos a diario y seguro que nos salva la estima y nos ayuda a vivir mejor y más sosegados.
Un abrazo, Antonio.
Interesantísima reflexión. Cuando la mente es débil gana lo físico si es bello, pero sabemos que la belleza, según los parámetros de la cultura occidental, es perecedera y después se quiere suplir con los parches de los cirujanos. Si la mente es fuerte convence a lo físico, aunque sea feo, de que es único y original, crea personalidades fuertes, atractivas y a veces perversas.
ResponderEliminarCariñoso abrazo Antonio
Ay, la belleza, como nos somete...Me pregunto cómo sería el mundo si todo no entrara, en primera instancia, por los ojos! Quiénes pasarían a ser los modelos en ese paradigma diferente, cómo serían nuestros vínculos...y ojo, no me refiero a ser ciegos, sino a desordenar las prioridades sensibles...Pero, obviamente, es un placer que no estoy dispuesta a sacrificar, de lo contrario, no podría haber disfrutado de las ilustraciones de Magritte que has escogido, tan apropiadas y tan simbólicas para el tema que nos planteas. Si nos diéramos uno minutos más frente a cualquier nuevo vínculo...sólo unos minutos...
ResponderEliminarSaludos, Antonio!
Como parte de la naturaleza, la humana nos condiciona a buscar la belleza en el equilibrio, en la proporción, la simetría, aunque puede llegar a ser totalmente lo opuesto a los criterios subjetivos que cada cual creamos. La terrible furia de un mar desencajado o una tormenta que enciende el cielo, puede ser terriblemente bello.
ResponderEliminarDiriges el foco hacia esa partición entre la realidad del ser y el parecer que a veces resulta homérica para el portador, aunque no trascienda a los demás. Pero lo que sí suele desprender esa lucha es un atractivo especial ante quienes los tratan, una vulnerabilidad indefinible que sin saber calificar, detectan que está ahí.
ResponderEliminarNo sé si viste Las Tentaciones de Benedetto, de Nino Manfredi, cuando Lionel Standler le cuenta al protagonista el porqué, siendo él un republicano ateo y libertino estaba loco por una mujer de gran carácter y de una religiosidad arrebatada. También ella odiaba todo lo que él significaba y se culpaba por aquella relación. Querido amigo, muy bien explicada esa triplicidad fascinante del porqué ni la lucha interna de nuestros componentes químicos, ni las convicciones de nuestras mentes, se dejan domesticar por mucho que el individuo se empeñe en fingir.
Tremendas cuestiones, maestro Campillo. Ya sabes, Camus ya lo decía: Lo que sé, lo que es seguro, lo que no puedo negar, lo que no puedo rechazar, eso es lo que importa.
ResponderEliminarAmigo Antonio, un tema para comerse el tarro, cosa que no sé hasta que punto es bueno o saludable para nuestra salud. Mientras mas queremos profundizar, mas preguntas se nos vienen, es el infinito? dices..mente y cuerpo sostienen unas pequeñas escaramuzas, no lo acabo de entender Antonio y me gustaría me lo explicaras tranquilamente y de forma fácil
ResponderEliminarUn abrazo tocayo
Y aquí falta el alma. ¿Qué es? ¿Parte de la mente? Desde luego es un concepto que va más allá del cuerpo, aunque esté encerrado en él. Lo traigo a colación, no porque yo sea especialmente creyente, sino porque una persona que lo sea admitirá que muchas de sus reacciones y toma de decisiones las realiza utilizando el alma y nunca el cuerpo o la mente.
ResponderEliminarUn saludo
"Nos encontramos tan solos que nunca podrán desvelar aquello que llevamos en nuestro interior, guardado en un cuerpo y en un órgano muy especial.".... y es tan profundo, tan personal, tan delicado y hasta traumático sobre todo cuando se arriesgan situaciones y personas amadas...que solo por el impulso de la morbosidad y el de lo prohibido, siempre latentes en nuestra heredada bioquímica corporal... a veces lo reconocemos.... a escondidas de nosotros mismos.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Um tremendo tema que nunca sabemos quando termina... excelente entrada como é da sua essência brilhante.
ResponderEliminarObrigada por compartilhar.
Beijo.
Y después de toda esta tertulia entre mi cuerpo y yo, entre mis neuronas, mis yoes y todo este galimatías que me conforman como persona, al final, al final de todo, me pregunto; pero realmente: ¿Quién soy yo? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué he venido?
ResponderEliminarY la más profunda oscuridad se me apodera.
Aicht... te hice un comentario bien inspirado y no entró y ya se me olvidó. Pero aquí ando, instruyéndome con tus entradas, un beso grande y un abrazo, de paso con un anís.
ResponderEliminarAllende me puso la piel de gallina en uno de sus discursos cuando lo escuché en la Universidad.... yo tenía 17 años y estaba llena de sueños. Extraordinario hombre, quien sabe si hubiera seguido siéndolo, porque cambian, ya ves el comandante aún vivo. Otro abrazo.
p.d. 2 x 1 por eso que te cuento, que estoy batallando.
Un estupendo tema el que expones con una admirable maestría.
ResponderEliminar¡¡Cuánto se aprende leyéndote!!
Mil felicitaciones y un fuerte abrazo.