PARÁBOLA
Antonio
Campillo Ruiz
Ciertos pescadores sacaron del fondo una botella.
Había
en la botella un papel, y en el papel estas palabras: “¡Socorro!, estoy aquí.
El océano me arrojó a una isla desierta. Estoy en la orilla y espero ayuda.
¡Dense prisa. Estoy aquí!”
- No
tiene fecha. Seguramente es ya demasiado tarde. La botella pudo haber flotado
mucho tiempo, dijo el pescador primero.
- Y
el lugar no está indicado. Ni siquiera se sabe en qué océano, dijo el pescador
segundo.
- Ni
demasiado tarde ni demasiado lejos. (La isla) “Aquí” está en todos lados, dijo
el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo, cayó el
silencio.
Las verdades generales tienen ese problema.
Wislawa Szymborska
Con poco, cuanta verdad, amigo Campillo. Feliz día.
ResponderEliminarQue gran parábola, así se producen la mayoría de los casos generalizados, como bien has dicho.
ResponderEliminarLa ley del mínimo esfuerzo adornado por ese incómodo silencio de la desidia que lo dice todo.
Gracias por compartir una vez más. Un gran abrazo amigo Antonio.
Una magnífica parábola.
ResponderEliminarUna realidad en poquitas palabras.
Un abrazo grande.
Yo creo que cuando alguien envía un SOS seguramente en muchos de los casos tiene pocas posibilidades de sobrevivir, el que encuentra la botella, tiene la obligación moral de actuar y mirar de que ese pequeño porcentaje de encontrarle, que existe, se cumpla o suene la flauta; pero si ningún pescador hace nada, son muy negativos y ese día al menos no se merecen buena pesca.
ResponderEliminarUn abrazo ANtonio
Poco esrito. Pero exelente. Admiro los escritosque dicen mucho con pocas palabras.
ResponderEliminarBesitos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarme encantan los escritos cortos
ResponderEliminardicen mas que lo largos
el poder resumir me encanta
Realmente, Antonio, todo es aquí y ahora y el pasado no es más que un ahora que guardamos para siempre en nuestra memoria.
ResponderEliminarEs una entrada muy bonita y aleccionadora.
Socorramos a Socorro, aquí, ahora, siempre,.. poco es suficiente, nada es la poca humanidad que nos queda.
ResponderEliminarMagnífica, Antonio.
Desde luego eran pocos datos, los precisos para justificar nuestra inoperancia habitual.
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