miércoles, 27 de mayo de 2015

CUANDO EL FIN ES EL PRINCIPIO

CONVERSACIONES CON MI HIJA LAURA  XVI  

Antonio Campillo Ruiz


 - Estoy seguro, Laura, de que disfrutar de un final, de un desenlace que ha provocado un sinnúmero de emociones mediante imperceptibbles causas -no es preciso especificarlas-, debe ser considerado como la parte más importante de una historia que mece con mimo la sensibilidad.

 - Sí, es posible, papi, pero quizás muchas personas prefieran encontrar un suceso que les haga sentir con intensidad algo insólito, la sorpresa escondida, el abrazo inesperado, y crean que, conociéndolo de antemano, se destruirán las expectativas que se han planteado. Recuerda el ejemplo de “Testigo de cargo” de Billy Wilder, 1957, por cierto, una de tus películas favoritas, donde se indicaba a los espectadores que no contasen el final a sus amigos.

 - Tu argumento es bueno pero creo que no está completo. Veamos por qué. Para sentir con pasión lo que cada espectador capta fílmicamente, el final de una historia narrada cinematográficamente debe ser el lógico punto y aparte, ¡ojo! punto y aparte, para los espectadores que hayan seguido con la atención que merece la obra -si la merece- la continuidad de “su” película, “su” relato, “su” persistencia espacio temporal. Por ello, no debe importar, al contrario puede ser un aliciente, saber cómo se alcanza un momento tan crucial y a veces tan sencillo. Podemos comentar algunos ejemplos. 
En “Un homme et une femme”, “Un hombre y una mujer” de Claude Lelouch, 1966, Jean-Louis Trintignant enseñó a conducir, con su Ford Mustang, a toda una generación entusiasmando con el que fue famoso Rayle de Montecarlo en pleno invierno y Anouk Aimée, una mujer muy expresiva envuelta por circunstancias contra las que se rebelaba, fue el icono de la mujer que empezaba a poder expresar libremente sus sentimientos. Este principio en el que, tras miles de kilómetros en tensión competitiva, un hombre alcanza a la mujer que ama, arrasó los cimientos de una sociedad pacata y anatemizada por visualizar la transgresión. Este fin no es tal, es el principio de la satisfactoria sensación fílmica que el espectador venía percibiendo a lo largo de toda la exposición cinematográfica de la historia relatada. 

Es muy importante visualizar la secuencia a plena pantalla y con buen sonido.


 - Bueno, papi, creo que has cogido muy pocos pelos de la melena del león porque te puede morder: no siempre sucede lo que dices. No todas las películas poseen ni una potente imagen ni una música que la refuerce tanto como esta. Sus premios la delatan porque fue premio a casi todo en su año de realización e incluso por la OCIC, una oficina católica, a pesar de ser condenada, secuestrada, censurada y recortada, en esta España de peineta de aquel tiempo.
 - Laura, aun teniendo razones que son debidas, en muchas ocasiones, al desconocimiento del lenguaje cinematográfico, y en otras simplemente a la pasividad ante tal lenguaje como exponente de una sociedad real, en películas actuales, de realización compleja y cuasi perfecta, también se produce este fenómeno. Veamos “Babel” de Alejandro González Iñárritu, 2006. 
Este “principio” es idéntico al que describo en el caso anterior. Probablemente, la música de Gustavo Santaolalla es tan importante como la de Francis Lai  pero en esta producción la diferencia es su armonía dura, potente, entremezclada con los planos y significado de los mismos, narrando, a la vez que silenciando, los diálogos, introduciéndose en el espectador con la energía de su aparente y singular sencillez. Es innecesaria la reiteración de lo expuesto anteriormente pero quizás sí, un poco de refuerzo para quienes no la han visionado con la atención que merece.  Y te recuerdo, Laura,  que esta película también ganó una gran cantidad de premios importantes en el año de su realización. No son significativos en ninguno de los dos ejemplos que tratamos. Recuerda una frase de la crítica sobre ella de A. O. Scott en The New York Times: "Al final “Babel”, como la torre en el libro del Génesis, es una magnífica ruina, un monumento incompleto a su propia ambición ilimitada. Pero allí, sobre el paisaje, resulta una realidad alarmante e imponente. Es una locura, y también, perversamente, una maravilla."

Siempre debemos tener en cuenta que un buen final debe ser tan consecuente con el desarrollo de la obra como imprescindible para la comprensión indiscutible de su coherencia.

Antonio Campillo Ruiz

Es muy importante visualizar la secuencia a plena pantalla y con buen sonido.


7 comentarios:

  1. Ay!, yo tambien aprendí a conducir con aquel Ford Mustang. Buena lección de cinematografía, Antonio. No estoy seguro de que los finales deban ser lógicos. Sabes que sobre el famoso 'desarrollo, nudo y desenlace' se han escrito muchas opiniones y no todas coincidentes. Un abrazo.

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  2. Fabulosas peliculas. Babel me sorprendió un monton.

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  3. "Testigo de cargo" es una de mis películas favoritas. La he visto varias veces.
    Siempre nos gustaría encontrar finales felices pero lo importante es que el desenlace sea bueno.
    Un fuerte abrazo

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  4. "Testigo de cargo" es una de mis películas favoritas. La he visto varias veces.
    Siempre nos gustaría encontrar finales felices pero lo importante es que el desenlace sea bueno.
    Un fuerte abrazo

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  5. Tu Blog , Antonio, es una Catedra "plural" para los que aún estamos aprendiendo.Una magnifca suerte.
    Un abrazol.

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  6. Claro nos gusta quedar con buen sabor de boca e imaginar que las historias siguen un curso.
    Quién no recuerda esos finales q acaban en boda? Este es el cine convencional. El más real acaba en un abrazo de los protagonistas y al espectador nos toca imaginar lo que sigue.
    La que más recuerdo de las que mencionas es Babel.
    Todas las que mencionas son muy buenas.
    Muy original la conversación. Así nos enseñas un poco los entresijos del cine, :)
    Un enorme abrazo querido amigo.

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  7. Gracias, maestro Antonio ... me has dejado KO ... pensando ... y eso a mi edad ya no sé si es bueno. Una buena lección de cine ... gracias.

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