SENSUALES VACACIONES

VACACIONES CON SABOR ESPAÑOL

Antonio Campillo Ruiz

 

   El hipnótico romanticismo que emana de los lugares y personajes en “Vicky Cristina Barcelona” de Woody Allen, 2008, son una tentación para el espectador que se embarca sin problemas en este viaje iniciático repleto de emociones.

   Es posible que muchos admiradores del cine de Woody Allen quedasen sorprendidos por la ubicación de una historia atrevida, alocada y sensual. Creo que ha sido así porque la realización de esta película debe envolver al espectador en un ambiente que solo se puede respirar en lugares como la costa mediterránea y cantábrica de España. Se acabó el romanticismo artificial de países que, por excelencia, son escenarios naturales de rodaje. España crea una magia adicional a una narración muy personal que los actores saben expresar en sus excelentes interpretaciones.

 

   Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson) quedan absortas e impresionadas de la natural belleza de Barcelona, Oviedo y Avilés, los tres lugares en donde se rodaron los exteriores. Cada una de estas ciudades despierta en ellas sentimientos contrapuestos envueltos en un halo sensual y sensible.

   De ello también se encarga Juan Antonio (Javier Bardem) un atractivo e impetuoso pintor que les mostrará unas ciudades plenas de embrujo y seducción. A la vez, el fascinante encanto de María Elena (Penélope Cruz), conflictiva y temperamental ex mujer de Juan Antonio, conduce a las turistas por un camino de erotismo desconocido hasta entonces.

   El director enseña a través de sus ojos la ciudad, Barcelona, a dos turistas que acaban de llegar y desconocen absolutamente todo de ella. Y lo hacen de la mano de un personaje que, si bien en un principio parece un ser carismático, enamoradizo y hasta misterioso, se demuestra como un sujeto normal e incluso sumiso a la potente personalidad de María Elena. 

   La película, con una carga de inteligencia, que nunca le ha faltado a Woody Allen, e ironía acerca de las peculiares cuestiones del corazón, logra un especial equilibrio entre el comportamiento humano, el amor y el sexo. Es difícil encontrar el fulcro que sea capaz de estabilizar estas cargas emocionales. No hubiese sido posible sin un comedimiento en lo expresado y la mediación de la complicidad del espectador desde su tolerancia, su consentimiento y su aprobación.

   Pero estas frases se escriben muy rápidamente, el problema es llevar a la pantalla lo expresado y que sea un duro juez, el espectador, quien rechace o acepte como propia la historia tal y como se narra. La soltura de los actores y la siempre convincente dirección de Woody Allen llevaron a “Vicky Cristina Barcelona” a ser nominada a un gran número de premios de todo tipo y a ganar el Globo de Oro a la mejor película y Bafta, Goya y Oscar a la mejor actriz de reparto, Penélope Cruz. 

   La existencia de un relator y la ausencia de empalagosos amores veraniegos de finales felices, lejos de influir negativamente en la narración, poseen una normalidad que no disminuye el interés y describen con soltura los convencionalismos sociales y el encorsetamiento de personas con rígidos y, a veces, inservibles  e incomprensibles esquemas de vida.