FATALIDAD
Antonio Campillo Ruiz
¿Incomunicación? No. Creo que no. Simplemente seguridad dilatada del inseguro futuro. Con excesiva frecuencia dejamos pasar momentos irrepetibles, instantes que, como un juego, vamos saltando de casilla en casilla, de sueño en sueño, para acatar, asumir, unos cánones impuestos, unas costumbres que coartan y dirigen.
Con excesiva frecuencia observamos el innecesario cumplimiento dirigido que nos lleva por caminos jamás pensados. Lo eterno no existe en unas pequeñas vidas que florecen al calor de la inmediatez, de la brevedad.
Es un corto increible, aún no he cerrado la boca.
ResponderEliminarTu reflexión, profunda. Como demanda la imagen.
Hace mucho, dejé en mi blog, algo que escribí, distinto a este corto, pero yo lo titulé "La lectura de un caracol", no sé si lo pudiste escuchar.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo, Antonio.
Quizás la felicidad está en esa inmediatez, en lo breve, eso creo.
A mi casi se me escapa el tren, Antonio. Un moderado Carpe Diem me embarga y me sumerge en esa teoria que trasladas. Un abrazo.
ResponderEliminarA mi casi se me escapa el tren, Antonio. Un moderado Carpe Diem me embarga y me sumerge en esa teoria que trasladas. Un abrazo.
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Me sucede como a ti, Thorhton, me sedujo su sencillez, su pulcra cámara, su negro puro y su desenlace.
ResponderEliminarAlguna vez el tiempo es inflexible...
Unas unos días, unas horas, unos minutos...
Me alegro de que te haya agradado.
Un abrazo, Manri.
Sí, Alicia, lo leí, lo escuché y me gustó.
ResponderEliminarEs cierto. Posiblemente, la felicidad soñada pueda surgir cuando no dejemos transcurrir momentos, instantes... a causa de convencionalismos inútiles.
Lo mínimo es inmenso.
Un fuerte abrazo, querida Alicia.
Has dado en el clavo que no quise escribir: Carpe Diem, Enrique, siempre Carpe Diem.
ResponderEliminarEvadirse de esta máxima en esta vida encorsetada es desperdiciar momentos que pueden ser memorables, vivencias irrepetibles, no poder hacer realidad los sueños pasados, presentes y futuros.
Los impulsos que procuran el bienestar de todos jamás se deben reprimir a causa de necios dogmas de comportamiento o de cualesquiera otra naturaleza.
Un abrazo, amigo Enrique.
Se me habia pasado (eres de un prolifico dificil de seguir), pero lo he recuperado gracias a nuestro inefable PDG (Presidente-director general). Precioso, sencillo, definitivo. Un abrazo
ResponderEliminarMariano, no podemos estar en misa y repicando.
ResponderEliminarMe alegro de que te guste una historia que, como dices muy bien, es sencilla y definitiva.
Un abrazo, Mariano.
¡Inmenso y definitivo!
ResponderEliminarAun me palpita el corazón
¡Me ha encantado, genial!
Un abrazo Antonio.
A mi casi se me escapa el tren, Antonio. Un moderado Carpe Diem me embarga y me sumerge en esa teoria que trasladas. Un abrazo.
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