DICHOS DE LUZ Y AMOR
María Luisa Arnaiz Sánchez
La escuela del amor, Correggio
Francisca de la Madre de Dios contó que, al poco de llegar Juan de Yepes al convento de carmelitas descalzas de Beas de Segura (Jaén), Lucía de San José y ella se pusieron a cantar esta canción: “Quien no sabe de penas / en este valle de dolores, / no sabe de cosas buenas / ni ha gustado de amores / pues penas es el traje de amadores” y que al fraile descalzo, muy desmejorado tras la prisión en que lo habían puesto los calzados por llevar adelante la reforma de santa Teresa, “le empezaron a caer de los ojos dos hileras de lágrimas”. Juan transmitió a las monjas lo que él proponía: aprender a sentirse “nada” y ser capaces de hacerlo todo.
Adonis' Dream, Richard Franklin
“Dichos de luz y amor” es un opúsculo escrito por san Juan de la Cruz para servir de guía a todas las personas consagradas a la vida religiosa. Además de un prólogo, donde el fraile afirma: “También, ¡oh Dios y deleite mío!, en estos dichos de luz y amor de ti se quiso mi alma emplear (para que) otras personas, provocadas por ellos, por ventura aprovechen en tu servicio”, el texto está vertebrado por 78 normas para “rumiar lo que les he enseñado el tiempo que aquí he estado”. El texto hológrafo, el códice de Andújar, fue donado por la condesa de Agramante, Elvira Pérez de Vargas, a la iglesia de Santa María la Mayor de Andújar (Jaén) a principios del siglo XX.
Prescindiendo de la naturaleza doctrinal de la obra, lo que más ha llamado mi atención ha sido no solo el carácter paremiológico de algunas de las sentencias, “El que cargado cae, dificultosamente se levantará cargado”, “El que la ocasión pierde es como el que soltó el ave de la mano, que no la volverá a cobrar”, sino esa especie de teúrgia que Juan emplea para dirigirse a un “tú” divino: “Quédese, pues, lejos la retórica del mundo … y hablemos palabras de corazón bañadas en dulzor y amor, de que tú (Dios) bien gustas”. Como todas las directrices van dirigidas a un fin preciso que no comparto, seleccionaré algunas que me parecen contradictorias o paradójicas:
15. Niega tus deseos y hallarás lo que desea tu corazón; ¿qué sabes tú si tu apetito es según Dios?
34: Un solo pensamiento del hombre vale más que todo el mundo; por tanto, solo Dios es digno de él.
62. No sabe el hombre gozarse bien ni dolerse bien porque no entiende la distancia del bien y del mal.
67. Toma a Dios por esposo y amigo con quien te andes de continuo, y no pecarás, y sabrás amar, y haranse las cosas necesarias prósperamente para ti.
69. Date al descanso echando de ti cuidados y no se te dando nada de cuanto acaece, y servirás a Dios a su gusto y holgarás en él.
Educación del Amor por Mercurio y Venus, Louis-Michel van Loo
Esto de la creencia es un poco complicado. Y no fuera peligroso ni no fuera excluyente. Me recuerda a Fatma, clave cambiada. Un abrazo
ResponderEliminarLa verdad es que me ha interesado lo que tratas en esta entrada. El códice, perfectamente legible.
ResponderEliminarUn saludo
Este medio fraile es genial siempre: aprender a ser "nada" para ser capaces de hacerlo todo. Cuánta razón lleva, que la negación nos quita el orgullo y el ridículo y, desde la nada asumida, todo cabe sin prejuicios.
ResponderEliminarNo tengo más remedio que quererlo. se lo gana a pulso, aun cuando hable de beaterías.
Un abrazo muy agradecido, querida Marisa.
A delicadeza das imagens engrandeceram o teor do texto.
ResponderEliminarUm grande bj querida amiga
Allá cada cual con sus creencias, yo no creo en lo trascendente. Besos, Mariano.
ResponderEliminarMe siento alejada de esos dichos, Rosa, pero amo la poesía de san Juan. Besos.
ResponderEliminarLa teoría del aniquilamiento no es lo mío, Isabel, sin embargo ¡qué deleitosos los versos de san Juan! Besos.
ResponderEliminarCon las imágenes he querido dar otro punto de vista. Besos, Gisa.
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