OIGAMOS Y VEAMOS IX
Antonio
Campillo Ruiz.
El Concierto para Piano Nº 3 en C
Mayor, Op. 15 fue
escrito por Ludwig van Beethoven
entre 1809 y 1810. Conocido como "El Emperador", el nombre asignado a él de una forma totalmente espuria y
no relacionado con Napoleón Bonaparte, que se refiere más bien a la Tercera
Sinfonía de 1804, conocida como “La Heroica". El concierto fue dedicado a
Rudolph Archiduque de Habsburgo-Lorena. La primera composición se estrenó en
Viena, sienso en Leipzig, al año siguiente cuando se recompuso parcialmente y
se estrenó el 28 de noviembre de 1811, con el pianista Johan Shneider y bajo la dirección de Cristian Johann Philip Schulz.
En Viena se estrenó el año
siguiente ante un público que mostró una cierta frialdad hacia la obra maestra
de Beethoven, posiblemente por la longitud temporal de su ejecución, unos
cuarenta y cinco minutos. La versión seleccionada está interpretada por la Wiener Philharmoniker Orchesta, dirigida
por Leonard Bernstein y como solista
al piano, Krystian Zimerman.El concierto, en mi bemol mayor, se divide en tres
movimientos: 1. Allegro con brio 2. Largo 3. Rondó, Allegro scherzando. El alegro se abre con una cadencia de carácter
virtuoso a la que sigue la exposición de los temas para formar parte de una
orquesta de todos. La trayectoria armónica en esta primera parte es bastante
compleja.
Beethoven es probable que haga hincapié en la búsqueda cada vez más
frecuente de su juventud, como se ha demostrado en algunas sonatas y diversas
composiciones que forman parte de su tercera etapa como compositor. Grandes
coreógrafas han acompañado las espectaculares notas de Beethoven en este
movimiento para interpretar, mediante ballet, una historia en la que juventud y
amor se entremezclan en unas imágenes inimitables. El adagio posee un
tema de lirismo extremo combinado con la dulzura sublime típica de su segundo
movimiento. Lleno de trinos, que se utilizan para provocar el efecto de sonido para
pianos pobres, el solo de piano es simple pero fundido en una orquesta que acompaña al primer tema realizado
por el piano, para después, exponer el registro alto del instrumento (este
movimiento será utilizado por Peter Weir para acompañar la atmósfera misteriosa
de su “Picnic en Hanging Rock”). Con
una modulación repentina de un descenso cromático se conecta con el Rondó que provoca
ánimo y alegría.. La propuesta central se convierte en una constante del tema
por el piano, con detalles delicados, que siempre sigue la orquesta.. Después
de una especie de diálogo entre piano y orquesta, esta se va estrechando hasta
la llegada de la cadencia final bastante delgada para cerrar el concierto.
Hola Antonio, parece que compartimos intereses cinematográficos, literarios y hasta científicos motivo para quedarme por aquí. Te animo a visitar mi blog.
ResponderEliminarSaludos
Es cierto, Jaal, nos leeremos porque yo también creo que es así. Ya nos encontramos en contacto inmediato. Tienes un e-mail.
EliminarUn saludo, amigo Jaal.
Bueno..se me fue un largo comentario respecto a La Heroica, al Concierto para piano y mis gustos por las sinfonías impares de Beethoven que se inclinan hacia las impares. Antonio, entrar en tu blog, hoy, ha desencadenado tal efecto que quizás sea uno de los mejores regalos que me esperan en un día de celebraciones.
ResponderEliminarUn abrazo grande y feliz semana!
No puedes imaginar, Pilar, cómo me alegro. Te diré un secreto. Poseo la que quizá sea la única película en la que existe una coreografía con la música del Concierto nº 3, en formato digital. Hace mucho tiempo que tengo una publicación preparada pero no puedo arriesgarme a que inmediatamente me la quiten los guardianes de la censura a pesar de ser totalmente legal. Digamos que el argumento no les sería grato a estos vigilantes de la playa del recato porque no entienden lo que significa esta palabra. Prometido que la verás y desde ese día siempre pensarás en dos versiones. Te agradezco tu sinceridad y me alegro, me alegro mucho de haberte recordado lo bello que es.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Pilar.
Escucho, querido amigo, y de nuevo me inundo de la belleza de esta versión.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu entrega.
Así lo creo yo, Isabel. Es uno de los más impresionantes conciertos de los grandes compositores. Me alegro que te haya gustado recordarlo.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.
Uno de mis favoritos. Gracias por este comentario tan acertado
ResponderEliminarAsí me sucede a mí, Amando. He estado tanto tiempo esperando y dudando si ponerlo o no, que me he decidido a hacerlo para poder visionar posteriormente una coreografía que me abrió un mundo de estética jamás imaginado. La veremos.
EliminarUn gran abrazo, querido amigo Amando.
Muy bonita descripción de este concierto para piano, probablemente el más conocido de todos. El adagio tiene para mí un encanto especial y siempre lo he emparejado con el tiempo lento del concierto para violín.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, amigo Castellano, son similares los tempos lentos de ambos, uno con violín y este don piano. Para mí es uno de los grandes conciertos maestros de la historia de la música a pesar del “estiramiento” de los vieneses.
EliminarUn gran saludo, amigo.
La conmoción que produce la BELLEZA, me inhibe el comentario.
ResponderEliminarTe agradezco,Antonio !!
Un abrazo:Elsa.
Me encanta tu comentario, Elsa. ¿Qué decir? ¿Hablar de la belleza, como dices?
EliminarAl igual que a ti, a mí me produce una sensación tan especial que es preferible escuchar la armonía de estas melódicas notas que nos envuelven vivificando nuestro espíritu. Me alegro que te guste y sientas la belleza.
Un fuerte abrazo, querida Elsa.
Siempre esponjando nuestro espíritu. De agradecer en fechas de esta semana. Una delicia
ResponderEliminarEs necesario, Marcos. En un momento en el que el dolor se expresa en múltiples actos, la belleza de este concierto nos traslada a sentimientos tan personales como elevados.
EliminarUn abrazo, amigo Marcos.
Después de las explicaciones tan buenas que das resulta más fácil entender la obra.
ResponderEliminarUn placer recorrer tu blog querido Antonio.
Un fuerte abrazo.
Ohma, Ohma, no me sonrojes. Sé perfectamente que a ti te hace sentir tantas sensaciones como a quien posee la percepción tan aguda como la tuya. Me limito a recordar aspectos de la belleza y a recordarla. Me agrada mucho que te guste esta espléndida lección de armonía.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Ohma.
La música es uno de los alimentos del alma. ¡Qué belleza! Gracias por regalarnos esta grabación y tan ilustrativa explicación.
ResponderEliminarGracias Antonio.
Abrazos sinceros.
Genessis, que hayamos podido escuchar este impresionante concierto, alimentado nuestro espíritu y disfrutado de una perfección difícil de superar, es una satisfacción para quienes buscamos la belleza en todas sus manifestaciones.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Genessis.