Bertrand
Russell y la libertad
Antonio
Campillo Ruiz
Bertrand Russell
La forma de tratar una gran cantidad de
problemas hizo que el Profesor Bertrand Russell, Premio Nobel de
Literatura en el año 1950, fuese un continuador de la perdurable tradición
británica que defiende una de las más sinceras visiones fundamentales de la
realidad: el empirismo. Pero, Bertrand Russell fue un empirista con algunas
variantes. Su formación matemática le impidió ser un radical, su amor por la
experiencia chocó con los platónicos y, en consecuencia, adoptó un empirismo
limitado, un empirismo que llamaríamos metódico, y que más que una
teoría filosófica es una hipótesis. Su vasta obra (alrededor de cuarenta
títulos) se puede dividir en tres grandes partes que corresponden a intereses fundamentales:
uno lógico-matemático (que es el de mayor importancia), otro
filosófico-epistemológico y un tercero político-social. Toda su obra es
encomiable por el modo como está pensada, razonada y escrita. Corresponde al
camino trazado durante una vida dedicada a lo búsqueda de la verdad. Siempre
fue tan generoso como sincero con los demás. Con la pasión que le
caracterizaba,
pronunció unas palabras sobre uno de sus temas más estudiado y controvertido: la libertad. Sí, esa palabra que va teniendo menos significado cada día, que
está siendo acosada, sobre la que se polemiza con ahínco según intereses, dirigismo, competitividad, política social… Sus
palabras son aplicables a la sociedad actual como lo fueron cuando las
pronunció:
“Los hombres temen al
pensamiento más de lo que temen a cualquier otra cosa del mundo; más que la
ruina, incluso más que la muerte. El pensamiento es subversivo y
revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios,
las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es
anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la
sabiduría del pasado. Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no
el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el
miedo el que detiene al hombre, miedo de que sus creencias entrañables no vayan
a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan
a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos
de respeto de lo que habían supuesto. ¿Va a pensar libremente el trabajador
sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos? ¿Van a pensar
libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué
será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra?
Entonces, ¿qué será de la disciplina militar? ¡Fuera el pensamiento! ¡Volvamos
a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la
guerra en peligro! Es mejor que los hombres sean estúpidos, amorfos y
tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus
pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este
desastre debe evitarse a toda costa. Así arguyen los enemigos del pensamiento
en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias,
escuelas y universidades.”
Bertrand Russell
Porque lleva corbata el profesor? acaso está domesticado? acaso el hombre no debe ser disciplinado en pro de la humanidad?
ResponderEliminarporque interiormente somos una cosa y exteriorizamos otra?
y porque no debe ser así?
Nuestros miedos, acaso no son nuestros?
Un abrazo Marcos
Antonio. creo importante la difusión de esta posición de Russsell, que lleva implícita los temas en debate de la sociedad actual...
ResponderEliminarEl 'empirismo metodológico' en los campos de la ciencias.? y sus correlatos.
Profundos y esenciales temas inherentes a la condición humana : la libertad, el pensamiento y el poder.
Felicitaciones !!
Abrazo.
Interesantísimo, Antonio. Gracias.
ResponderEliminarSe teme a la libertad, por eso se atan los pensamientos en un sitio oscuro, para no quedar comprometidos.
ResponderEliminarQué excelente entrada, de un hombre extraordinario, cuyo legado nos trascenderá..
Fuerte abrazo, Antonio!
Recuerdo perfectamente que lo primero que nos enseñaban en la Mili era a cantar. Así, cuando veníamos reventados de maniobras o del campo de tiro, y te venia a la mente aquello de ¿que estoy haciendo aquí?, irremediablemente, cantar, cantar ...
ResponderEliminarGeniales, estas vitaminas para el alma con que nos obsequias, Mil besos, Antonio!
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