EXPERIENCIA AUTOCRÁTICA
Antonio
Campillo Ruiz
Si asistiésemos a
una clase de Aristóteles le podríamos escuchar cuando decía: “Cuenta mejor un
cuento imposible que improbable”. En general, la improbabilidad es inverosimilitud.
La sociedad, en general, está convencida de que una autocracia ahora sería
imposible. ¿Pero, realmente es así? Esta es la pregunta planteada en “Die Welle”, “La Ola” de Dennis
Gansel, 2008, basada en la novela de Todd Strasser y guión del propio
Dennis Gansel y Peter Thorwarth.
Una clase, alumnos
de pensamiento muy diferentes y un profesor, Rainer Wenger (Jürgen Vogel), que introduce en el aula unos
aspectos metodológicos de trabajo muy diferentes al clásico conferenciante/profesor
y aspectos pedagógicos que, a pesar de
cumplir con una dinámica de grupo correcta, no plantean soluciones sino
que las requiere. Puede que la experiencia sea excepcional o no se pueda
controlar, algo que no se plantea el profesor ni los alumnos. El intenso
trabajo por impartir una asignatura optativa durante un período de tiempo corto
pero intenso, una semana especial de Proyectos, es un reto para quien, por
apreciación personal, se encuentra más preparado para explicar otra materia.
Para el profesor se convierte en un reto establecer una dinámica tan diferente
a la clásica explicación que, al inicio de su exposición, sin valoración
previa, inicia un estudio personal y complejo de su propia valía. Este
autodesafío envuelve a su propio cambio metodológico y a unos alumnos que,
mayoritariamente, poseen unos valores muy diferenciados e influenciados por el
ambiente de sus hogares.
Cinematográficamente,
“La Ola” es una “extraña” película que desarrolla su argumento como lo hace en el
aspecto fílmico: un crescendo que va imprimiendo al desarrollo de la historia
un interés creciente para el espectador. Para alguno de ellos, es posible que
sea la primera vez que consigue tomar conciencia de un resumen sobre la génesis
del totalitarismo, en general, y del nacional socialismo, movimientos nazistas,
en particular. Es tan simple como didáctica. Basada en un hecho real ocurrido
en un instituto de Palo Alto en California, "Die Welle", es muy similar a la experiencia
que el profesor de Historia Ron Jones, realizó en otoño de 1967. La única
diferencia es la traslación espacio-temporal a la Alemania actual: tanto en el
caso real como el escrito y realizado en cine, se muestra, de manera
inteligente, el lado seductor de la dictadura y de la violencia, el camino
fácil que para muchos inadaptados y marginados supone que alguien les ofrezca
un sitio del que formar parte. La formación de un grupo en el que integrarse y,
en definitiva, algo que dé sentido a sus vidas aunque sólo sea una llamativa
ficción, un lema sin sustancia, una bandera vacía, palabras rimbombantes dichas
con la parafernalia adecuada en el momento oportuno. Es atractivo, para muchos,
dejar que los demás piensen por él y, sobre todo, que planteen todo en términos
de enfrentamiento, de “nosotros” y “ellos”, de un conflicto artificial que
refuerce los vínculos con el resto del grupo y no haga pensar demasiado en un
proyecto coherente, social y con unos objetivos que generen una mejora de la
sociedad en lugar de enfrentar y vaciar cabezas para llenarlas de consignas, en
momentos sociales oscuros. Los que nada tienen escucharán a cualquiera que les
ofrezca algo similar a la autoridad, un rumbo que les diferencie del resto de
una sociedad en la que no pueden integrarse. ¿Todos los alumnos? No.
Afortunadamente, no todos.
El filme obvia toda
alusión a sentimientos que están presentes entre los jóvenes (sólo un plano se
decide tímidamente a manifestarlos), como el amor, la sexualidad, las
tendencias sexuales personales, la relación chicas/chicos en la clase, aunque
las anécdotas son preferentemente de chicos y el lugar de la mujer queda, como
siempre, parcialmente relegado. En cualquier caso tampoco se trata de una tesis
sobre la autocrácia sino un estudio muy bien realizado por Gansel en el que
narra una alegoría pedagógica, clarividente y visceral, en pleno centro de
nuestro modo de vida actual.
Es importante visionar la película a plena pantalla
Un tema, realmente, interesante, Antonio. Le preguntaba esta mañana a un chaval de unos veintipocos si sabía quien era Franco y ............. no, no era un futbolista, se lo he tenido que aclarar.
ResponderEliminarYa la he descargado. Gracias.
La recuerdo muy bien. Es impactante. Volveremos a verla a tu salud.
ResponderEliminarLa vi hace poquito y explica muy bien como un profesor que conecta con sus alumnos puede convertirse en una especie de caudillo. Son estudios peligrosos en lo que es fácil que se pierda el control.
ResponderEliminarBuena propuesta,querido amigo.
Bicos.
La enseñanza es un trabajo de los más apasionantes que pueden existir, Antonio. Esto es lo que me estás diciendo. Y dices verdad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Antonio!
ResponderEliminarIndependientemente de la fascinación que ejercen sobre mí estos post tuyos, quería que supieras que te he otorgado un premio de blog, y que puedes pasar a retirarlo en este link:
http://senderositalianos.blogspot.com.ar/p/premios-de-blog.html
Gran abrazo!
Una vez vuelta a ver, sobrecogen las razones que alegan como cultivo fácil para la dictadura: "Alto nivel de desempleo, injusticia social, decepción política". Donde habré leído yo algo de eso.
ResponderEliminarPues tiene una pinta buenísima. Procuraré verla en cuanto tenga un hueco (ahora quizá me apetezca menos encerrarme en casa frente al televisor).
ResponderEliminarUn saludo
Me parece muy interesante como plantea el profesor las clases. He sido docente por varios años y las clases interactivas para mi forma de ver educan más que las magistrales.
ResponderEliminarUn abrazo Antonio, como siempre impecable tus post.