SEMÁNTICA EN LA MÚSICA
Antonio
Campillo Ruiz
Akzhana Abdalieva
A Pepe Abellán
Al igual que en
todas las obras de arte que poseen multiplicidad de significados para el
receptor, la música ofrece una apertura hacia sentimientos e interpretaciones
tan encontradas que es complejo, muy complejo, determinar los posibles significados
semánticos para cada uno de los aplicados oyentes que escuchan. Cada uno, en
sus mundos separados, establece las posibles interpretaciones e incluso
realidades, de los diferentes sonidos que conforman una orquesta. Es bastante
común que algunos instrumentos se identifiquen con acontecimientos específicos
que, desde las más antiguas composiciones, siempre han sido objeto de una sola apreciación.
Difícil cometido si tenemos en cuenta que en un contexto diferente puede
cambiar este predeterminado significado porque, en realidad, estos instrumentos
unívocamente asimilados a un proceso de simple comprensión, pueden cambiar su
aparente y sencilla lectura solo con una novedosa interpretación de idénticos
sones que han sido establecidos de antemano. Por otro lado, la armonía y
belleza musicales puede quedar exclusivamente en la admiración de estas virtudes
que elevan sentidos y mente. Pero también es muy frecuente que tratemos de
buscar algún elemento tangible que traduzca a objetos, animados o inanimados,
que sean más sencillos de leer, de descifrar, más fáciles de asimilar que la
armonía y el conjunto de sones que conforman un todo tan diferente e
irreverente que, cuando tratamos de buscar su lectura semántica en nuestra vida
cotidiana, no tenemos más remedio que maravillarnos de la grandeza musical o
despreciarla por no encontrarse a la altura de nuestra escasa, limitada y, a
veces, insuficiente existencia.
Es importante
visionar y escuchar la Obertura a plena pantalla y buen sonido.
La gazza ladra (La urraca ladrona) es una ópera divertida (nunca me
gusta denominarla semiseria como es frecuente. Es bien seria), en dos actos,
compuesta por Gioachino Rossini en 1817. Se cuenta, se dice, que se compuso
el día anterior a su estreno y que Rossini lanzó a sus colaboradores, para
los últimos arreglos orquestales, por una ventana la partitura de la Obertura. Bien, ateniéndonos al argumento de
la ópera, de la que es más conocida su Obertura, famosa por sus tambores
militares o redoblantes, tendríamos
que convenir que semánticamente es un melodrama que llega a encontrarse cerca
de la tragedia puesto que Ninetta, la protagonista, se encuentra al borde de la
muerte, acusada de robo de joyas, habiendo sido una urraca la que había sustraído
el preciado botín. La pregunta es: ¿qué tiene que ver este semicómico hecho con
la violencia, con secuestros, con mafiosos, con dibujos animados, etc., etc.? ¿Cual
de entre todos estos aspectos semánticos es el que puede llevarnos a apreciar
un libreto escrito por Giovanni Gherardini y La pie voleuse de d’Aubigny y Caignies
en el que se basó Rossini para su composición? Así es, han descubierto el
enigma: ninguno. ¿Qué sucede? La superación del factor perceptivo visual sobre
el resto de sentidos. Asimilamos semánticamente las primeras imágenes asociadas
a la música cuando vemos y oímos ambas a la vez. Es tan fuerte el choque de
nutrir y relacionar en el cerebro unas y otra que es muy probable que ya nunca
digamos el nombre de la música sino el de las imágenes. La semántica musical
queda supeditada a imágenes que, como en este caso, son tan insólitas como
extravagantes y descontextualizadas. Este es el método para un aumento de interés
en la imagen y un casi perenne recuerdo de una música semánticamente anulada.
URRACAS LADRONAS. LES ESTOY TOMANDO CARIÑO, A PESAR DE TODAS LAS APARIENCIAS
ResponderEliminarIgnorante que soy, querido amigo. Y partiendo de eso te diré que para mí la música es una sensación subjetiva. Porque depende de tu estado de ánimo, sensibilidad y conocimientos para sentirla. Si tuviésemos que ponerle letra tendríamos que valernos de esa imágenes que se forman inconscientemente en nuestro interior. Y estoy segura que cada uno de nosotros le pondríamos una que no coincidiría con la de otro. Puede que algún rasgo pero nada más.
ResponderEliminarSonido e imagen van unidas, eso sí. En el segundo vídeo se puede comprobar que es así. La imagen es tan violenta que influye en la percepción de la música de fondo.
Un abrazo enorme, estimado Antonio.
Desproporcionado y desafortunado dirigismo de la música hacia imágenes que, aún siendo adecuadas, no dejarán jamás de hacer pensar en ellas cuando escuchemos Obertura. La subjetividad de Stanley Kubrick nos la transmitió para siempre.
ResponderEliminarPienso que la música influye en las personas de manera positiva o negativa. Incluso, a veces, consigue cambios en el cerebro.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, querido amigo.
Tu apreciación es muy aguda, querido Antonio, y creo que acertada, al menos para los no músicos profesionales. La fuerza visual de la imagen es fortísima y, aunque la música penetra directamente en los sentidos, la memoria la va a asociar a esa imagen o imágenes con que la ha visto por vez primera. La percepción sensorial es difícil de fijar, nos penetra por cauces ajenos a la razón y me da que la vista y el olfato son de los sentidos que más se imponen.
ResponderEliminarUn abrazo bien grandote.
Muy interesante tu planteamiento; gracias, Antonio, por la dedicatoria, y tomo nota de lo que me propones en correo aparte: trataré de hacer en ABONICO una reflexión sobre la semanticidad de la Música.
ResponderEliminarCada vez es más fácil enamorarse de tus entradas, amigo Antonio
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