CERRADO
POR VACACIONES
Antonio Campillo Ruiz
Las
grandes bobinas han dejado de girar. El monótono ronroneo del proyector ha
acabado: se ha limpiado cuidadosamente, se han engrasado sus rodillos dentados
y el cuadro de mandos de la corriente eléctrica se ha desconectado. La cabina
de proyección ya se encuentra nuevamente vacía, sola, sin actividad. Casi todo se
encuentra ya en su lugar hasta el próximo verano, solo falta el retoque maestro
que cuidará, con mucha precisión y profesionalidad, que la intemperie de una
larga temporada de frío y posible lluvia, no dañe los delicados mecanismos de
la célula fotoeléctrica, ni la cortinilla, que volverán el verano próximo a
ocuparse de producir la fantasía del movimiento y un sonido a veces atronador.
Las
pantallas fijas, que han sido pintadas y repintadas varias veces durante el
verano para protegerlas del sol y la humedad, ya han empezado a
descascarillarse un poco: estas últimas semanas, los dueños del cine de verano,
sabedores de su inminente cierre no las han retocado. Las que son de duras
lonas que se han levantado altivas durante todas las noches cual inmensas velas
de grandes barcos, han sido descolgadas, enrolladas, cuidadosamente guardadas y
protegidas hasta su nueva utilización. Las sillas de madera, al igual que los
materiales frágiles se han almacenado y las de duro e incómodo hierro se han
apilado una encima de otra formando altas torres que se resguardarán de las
inclemencias ambientales por medio de materiales plásticos.
El
cine de verano ha acabado. Ha sido un buen negocio para las empresas que los
poseen porque la asistencia ha sido ampliamente superada a la del año anterior.
Pero, estas últimas proyecciones presagiaban un descenso de veraneantes que,
presurosos, han adelantado su vuelta a
la rutina de los próximos meses por temor a los seculares embotellamientos de
esta vuelta a casa en fin de semana. Estarán añorando mucho tiempo los días de
bocadillo con una fresca bebida y pipas que, crujiendo más potentes que el
diálogo de los actores en la pantalla, obligaban a elevar el sonido, simple,
sin efectos envolventes, con molesto tostoneo debido a la suciedad acumulada
en el acetato, justo encima de la banda
sonora semejante a un electrocardiograma que embelesaba a los espectadores con
un sonido casi indefinible.
Se
han proyectado varias películas en idioma original subtituladas en español. Los
turistas estaban encantados cuando escuchaban su lengua materna y los
españoles, siempre amables con todos, se han adaptado sin grandes problemas a
este elemento distractor que, a veces, ocasionaba separar la vista de los
actores para leer la traducción escrita y poder comprender la narración: desde el chino hasta el alemán,
desde el japonés hasta el sueco. Se ha comprometido una sala de “Cine de
Verano” para la próxima temporada al mismo precio que este año. La crisis ha
jugado a favor de este favorable trato con productoras y distribuidoras. Esperemos
que se pueda obtener el mismo, ni más ni menos, el mismo, éxito que en este
verano caluroso y de escasas lluvias molestas para los espectadores.
Sentiré gran nostalgia por el entrañable "Cine de verano". Su recuerdo y sus películas quedarán por siempre.
ResponderEliminarGracias por esta bonita entrada y por todo lo bueno que siempre aportas.
Un abrazo grande, querido amigo.
Siento una gran añoranza por los cines de verano. Los recuerdo rodeados de rosales de un olor dulce y penetrante que hacían que nos parecieran más bellos los personajes que paseaban por las pantallas.
ResponderEliminarHace mucho tiempo que no he tenido la suerte de ver una película en un cine de verano. Y mira que me gustaría.
Ha sido un hermoso detalle el que has tenido con esta entrada, Antonio.
Gran abrazo, Antonio...y el cine de verano sigue vivo aquí, en tu blog! Encima yo lo disfruto en pleno invierno!!! Imagina...mi temporada es más larga de esta manera!
ResponderEliminarAmigo Antonio, no sé que decir, solo que has hecho que me emocione. Un abrazo.
ResponderEliminarPreciosa entrada Antonio, toda esa ilusión que llena el cine de verano se queda apilada ahí, junto a los enseres apilados y recogidos y, cómo no, en nuestros corazones y a tu lado.
ResponderEliminarNostálgico y entrañable momento, tan necesario como el de que vuelva a comenzar.
Un abrazo inmenso y gracias por todo cuanto nos regalas.