viernes, 14 de noviembre de 2014

¿MOTIVOS AFORTUNADOS?

LA LARGA BÚSQUEDA  III

Antonio Campillo Ruiz

Ara Berberyan

   Llueve. Las pequeñas salpicaduras de agua sobre los vidrios de la  ventana se van uniendo poco a poco. Resbalan, cayendo y engrosándose, hasta que su peso acelera el movimiento y se estrellan estallando sobre la madera humedecida de nogal, con  la que se construyeron los parteluces, las jambas e incluso el elfeizar. La mirada se pierde tras la multitud de recorridos erráticos que semejan lágrimas sobre las mejillas. Llueve desde hace dos días. Sin violencia, sin prisas, serenamente. Con la frente apoyada sobre uno de los vidrios, sintiendo el frío que retenía, pensaba en ese día transcurrido desde que se separaron con un adiós que olía a tierra quemada, para siempre. Ahora, sin el olor a tierra mojada que se apreciaba al inicio de la lluvia, la humedad había empezado a apagar la incandescencia de los momentos de extrema irritación y las sustitutas de las lágrimas, las pequeñas gotas de agua, eran el único motivo de atención y reiterado lavado de una mente que había quedado suspendida, inane, desde hacía dos días.

Ara Berberyan

No con los mismos factores externos pero sí con idénticos resultados, le había sucedido este hecho cuatro veces. Para algunos podrían parecer demasiados, para otros, solo suponía el resultado de una convivencia mal entendida, y para otros, no tenía importancia la ruptura de una unión ante la perspectiva de poder tener otra en un tiempo no lejano. Sin embargo, no decantándose por opiniones ajenas personales, pensaba que, a pesar de suponer la bondad o malicia de lo sucedido, los partidarios o detractores nunca padecían la incertidumbre, el dolor, ni el malestar que siempre sobrellevaban los protagonistas. Lo verdaderamente importante era el motivo por el cual sucedía esta correlativa secuencia de momentos felices y, con el paso del tiempo, se alcanzaba un desastroso final para, inmediatamente, con premura, volver al punto inicial. Este era el problema que, hasta ese momento, no había podido resolver. ¿Algo era olvidado y potenciaba este peculiar comportamiento? ¿Es innata la repulsión traumática tras la unión? ¿Siempre debe persistir la unión a pesar de la infelicidad?

Ara Berberyan

   Los vidrios seguían llorando con lentitud. Le frente en contacto con ellos se encontraba semicongelada. Apartando la cabeza se retiró a sentarse mirando con obsesión el repiqueteo de la lluvia. ¿Podría ser que los cambios estacionales favoreciesen esta extraña enfermedad cuya sintomatología era la felicidad? ¿Sería posible vacunarse contra la insensatez antes que tomar el antibiótico de la separación? ¿Crearían estados desafortunados tantos antibióticos? El problema era bastante difícil. Sus preguntas y respuestas, simulando  situaciones fisiológicas convencionales no le convencían puesto que ninguna de ellas era extrapolable a hechos en donde la mente es la directora de los mismos. No comprendía cómo admitirlo o rechazarlo pero ya tenía una experiencia en infelicidad que se acercaba a límites intolerables, ¿Sería posible que el problema tuviese que resolverlo con ayuda y nunca en soledad? Posiblemente. Empezaba a vislumbrar una tenue luz en el pozo de los infortunios en el que había caído ya cuatro veces. Trataría de aplicar esta posible solución de compartir la resolución de este problema ignorando consejos para operaciones supuestamente exactas pero con errores, dibujando en dos colores complementarios y pasarlos, posteriormente, a primarios, coordinando instantes relevantes por pequeños que pareciesen, dejando de suponer y estableciendo la realidad como meta y futuro, oyendo y hablando, sin pisar ni herir. No, no es fácil. Es un problema con infinitas soluciones y pocas divergencias, claro que cuando se produzcan será porque no existe otro remedio. ¿Sí? ¿Estamos seguros de ello?       

Ara Berberyan

6 comentarios:

  1. Qué bien narrado, Antonio. Las relaciones humanas, y más concretamente las de amor, tienen altos y bajos, cuando no fecha de caducidad...Hay personas que si no siente esa pulsión del inicio dan por terminado el encuentro. Y no sé quien dijo que la felicidad es la antesala del llanto. Lo mejor, creo, es amar mientras te aman, lo demás al saco del olvido.

    Las imágenes que has puesto en este post me encantan.
    Besos.

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  2. Preciosas imagenes para acompañar un texto bien narrado sobre la complejidad de las relaciones amorosas.
    Tras varias rupturas no podemos evitar preguntarnos por la raiz del problema....

    Un saludo

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  3. Me encantan imágenes y contenido, maestro Campillo. ... " ... sin pisar ni herir. No, no es fácil"

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  4. Excelente exposición de imágenes que uno puede ver con claridad gracias a tu municioso relato - reflexión. En casos así imagino que lo mejor es buscar entre los dos una sálida más o menos razonable, la menos dolorosa si puede ser.
    Eres increíble de bueno escribiendo.
    Bicos querido amigo.

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  5. ¿Dónde acaba la lluvia y empiezan las lágrimas y viceversa? Difícil maracar la línea en ese estado como difícil es también ver cuándo empezó la ruptura ya consumada. He visto esos ojos frente al cristal mojado y esa cabeza como un volcán en erupción haciéndose preguntas, buscando una salida, no cualquier salida, la mejor. Preguntas sin fácil respuesta de momento, pero que con el tiempo se irán aclarando. Aquí puede haber ayuda, pero la toma de decisión es personal e intransferible porque lo que vale a uno no es recomendable para otro. Los seres humanos, iguales y diferentes.
    Abrazo y feliz semana.

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  6. Una excelente narración acompañada de unas imágenes muy bellas.

    Un fuerte abrazo .

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