NATURALEZA VIVA: UNA HISTORIA VERDADERA

MANUEL PÉREZ, PINTOR

Antonio Campillo Ruiz

“El color  tiene que ver

con los sentimientos y

refleja muy bien el estado

de ánimo, el paso del tiempo.”

Manuel Pérez

   Naturaleza, luz y color se entremezclan en una obra pictórica en formato tan grandioso como su belleza. La realidad comprendida, admirada y encantada produce, en quienes se sumergen en ella, un lago proceso de sorpresa deslumbrante, de sobrecogimiento asombroso ante la sencillez, el punto de vista de motivos, a veces, nunca percibidos y otras percepciones invulnerables y altivas.

   Manuel Pérez plasma, con la fuerza de un tiempo que modela tanto a seres vivos como a paisajes, unos momentos vividos con la pasión de una perspectiva personal, plena de pensamientos limpios y de unos colores que le envuelven en un entorno mediterráneo, de trabajo, de soledad.

    Sin embargo, no olvida la belleza, igualmente natural, de seres humanos que poseen unas miradas diáfanas, lejanas y profundas. Una mujer bella, serena, mirando hacia todos los retazos de los verdaderos protagonistas de una obra que acaricia a seres vivos enamorados por la tierra que los soporta, por el aire que los mece, por la luz que les suministra su energía.

    Dos mujeres cuyas miradas sugieren un espacio tan abierto como algunos de los paisajes que las rodea, compartiendo con ellas la armonía de lo anárquico, la paz y el aroma de la savia que rezuma por las heridas del tiempo y la implacable mano de una climatología tan dura como intolerable. El autor, con su pincel de trazo firme, retoma e interpreta la soledad, la belleza y el calor de unos matices inevitablemente atractivos. “El color es algo esencial del ser; yo me apoyo en el dibujo, la composición, pero también en la parte abstracta, aquella que es como la música, llega directa al cerebro, a la emoción”.        

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